Sueltan al aire los cardos
su lluvia de panaderos
y las torcazas, buchonas,
van buscando el monte viejo.
La tarde se estira a lonja
en la carrera del tiempo
y hace puesta con el sol
en un rojizo entrevero.
Se viene tendiendo un poncho
que la noche tira al vuelo
pa' poder tapar la luz
y echarle un pial de silencio.
Los balidos se resbalan
sobre el lustre de los cerros
y de rebote a los pastos
le pasan a contrapelo.
Está cerrando la noche
como un lazo flojo y negro
entre un concierto de ruidos
retobados de misterio.
En la tristeza del campo
cambiante pucho nochero
de los bichitos de luz
entra a velar el silencio.
Cuando agoniza una tarde
hay un día que está muerto,
y lo estaquean las sombras
pa' que lo seque el lucero.
En la quietud del ocaso
abismó el sol su destello.
Y se duerme, susurrando,
el atardecer campero!
1 comentario:
Precioso verso, felicitaciones! Muy muy lindo! Me crié en el campo y me sentí como en casa cuando lo leí. Gracias por compartir!
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