jueves, 5 de enero de 2017

Leyenda del Paso de los Toros (Relato)




A mi amigo Dn. Justo Dorrego que fue estanciero fuerte de Paso de los Toros y de cuyos labios conocí esta tradición.


Aquí en el Paso, el Río Negro
supo ser de mala entraña...

-Creciendo en toda la juria
más bien era disparada
de tropa que, a'nde hace punta,
voltea, rompe y desgaja-.

Sólo el gauchaje más crudo
-cayendo apretao- bandiaba;
matreros, contrabandistas
templaos a pólvora y caña.

Pero entonces, prudenciando;
porque era gente muy diabla!

Mesmo que abrojos, priendidos
de las clinas se azotaban
buscando cortar al sesgo
y a favor la correntada.

Había en el Paso una Virgen
de madera; y a sus plantas,
mozos que al mesmo mandinga
le hubieran hecho patancha,
venían a hincarse sumisos
antes de azotarse al agua.

...Coronando la cuchilla
se divisaba una casa
que supo ser pulpería;

tenía la reja embrujada
por los ojos de una moza
que eran pa'gloria -o disgracia-
enlucernaos y projundos
lo mesmo que noche de ánimas.

Soberana la pulpera!
Dicen que por sus miradas
se mellaban los facones
hasta sacar "luces malas"...

Tuitos le pedían amores
y ella...
            ni los animaba,
ni los llamaba al disprecio
pa'que no se le apotraran,

y ansí, siempre los tenía
quemaos del lao de la marca.

Hembra de cuerpo garrido,
dorao en puma...y con daga,
tenía que ser, del más "toro";
del más herido en la entraña.

Por eso les dijo un día
que el gaucho que atravesara
de ida y güelta la creciente...
se la iba'llevar en l'anca.

Del fiel de los cuatro rumbos
fueron cayendo los taitas.

Se apiaban frente a la Virgen
del Paso, y se arrodillaban
con la oración en los labios
y la tormenta en el alma.

Pero talvés la tormenta
les ahugaba las palabras
porque la Virgen, seguía
como sorda a las plegarias,
y el río sin yel, les diba
raliando las esperanzas.

Y como al Paso venía
sólo gente desmadrada
sin valimiento en el cielo,
sin más razón que sus ansias
ni ley que su rail capricho
ni tutor que sus agallas,
lo cristianó "el de los Toros"
un bautismo de guitarras.

-Ansí el Paso de los Toros
vino a nacer a la fama -.

Encelaos por la pulpera
y envenenaos por la caña,
los toros de aquél siñuelo
sangriento, siempre llevaban
un duelo en cada mugido
y una muerte en cada guampa.

Aguaitando las crecientes
todo el invierno ronciaban:
de la enramada ...a la reja;
de la reja... a la enramada
donde, tendido el apero,
por las noches los rodiaban
los ojos de las corujas
como de velas macabras...

Conque... no jué sólo el río
culpable de las desgracias;

mucho, diezmó la creciente
del sangrador de las dagas..

Y el monte, se jue poblando
de embrujos y luces malas...

Las más, cuentan que salían
de alguna tumba olvidada,
sin un rezo, ni una vela,
ni un ramito de retamas...

Hasta que un mozo norteño
llegó al trote una mañana:

El caballo...
                   era de naipe;
no traiba señal ni marca,
y era tordillo sabino
-flete ponderao pa'l agua-.

Naide imagina qué yegua
pudo parir esa estampa;

sin duda debió ser cría
-y ansí lo cuenta la fama-
de la espuma en que ocasiones
florece la correntada.

Y el hombre...
                       sin desperdicio
de la vincha a las rodajas:

Por lo cimbra, parecía
medio cruzao con tacuara;

al abalanzarse'l flete
sueltamente lo peinaban
de la paleta a la cincha
sus nazarenas de plata.

Crestiano mejor plantao
no se vido en la comarca;

tan nacido era pa'l basto,
que algunos lo comparaban
con un adorno de tigre
sufilao en la badana.

Torvo, requemao de ausencias,
hondo de vida y de hazañas,
ni se apió frente a la Virgen
ni miró rumbo a las casas;
pero es fama que la Virgen
mujer al fin, suspiraba
cuando azotándose al río
lo doblegó en dos topadas,

y se marchó rumbo al norte
con la pulpera en el anca!



(Pintura: Enrique Castro)

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