Se despertó la mañana
con el canto del jilguero,
la calandria y el hornero
también tocaron su diana.
En esa hora temprana
un cencerro se sentía
de una tropilla que había
cerca del rancho pasteando
y los perro' iban toreando
a una lechera con cría.
El sol pechaba la helada
que esa noche había caído,
y los pastitos vencidos
tenían la punta quemada;
en el galpón, la peonada,
despacio iba levantando
y con cardos preparando
fuego para un churrasquito,
tomar unos matecitos
y pa'l trabajo ir rumbeando.
El boyero rejuntaba
los caballo'en un potrero,
el buey sobón y mañero
pa'las casas regresaba;
desde un árbol saludaba
un gallo al venir el día,
y allá lejos se sentía
el alerta del chajá:
guardián de la soledad...
¡Qué linda la Patria mía!
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