Fui la calandria cantora
que canté mis trinos suaves,
en compañía de otras aves,
canté mis dichas y glorias,
no se borra en mi memoria
cuando solita vivía,
ninguna pena sentía
en mi vida placentera:
hoy me encuentro prisionera
¡maldigo la suerte mía!
Con su expresión conquistó
mi corazón inocente
y caí tan debilmente
rendida de una pasión.
¡Maldigo aquél cazador!
que goza de mi desgracia
y mientras el tiempo pasa
me está matando el rigor,
por un cazador de amor
que me tiene prisionera.
Voy a brindar estas flores
del jardín de mi pasión,
en ellas va el corazón
esparciendo sus amores.
Quiero rendir los honores,
que la mente me ilumina,
por eso mi alma se inclina
con sentimiento profundo
¡Vivan las madres del mundo
y nuestra madre Argentina!
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