1
Por Vos madrugo, Señor,
sediento de tu presencia,
sufre mi alma tu ausencia
como el seco salitral;
tu gloria vengo a buscar
añorando tu querencia.
2
Ya que tu amor nos da vida
mis labios te han de cantar,
siempre te he de recordar
bendiciendo tu memoria:
¡Si me has llenao con tu gloria,
cómo no me he de alegrar!
3
Te recuerdo hasta de noche
mientras mis sueños enriendo,
en Vos mi refugio encuentro,
a tu sombra hice mi nido,
sólo tu rostro he querido
como amor prendido dentro.
4
Los que campean mi vida
y buscan hacerme daño,
morirán en desengaño,
su muerte será violenta:
le comerán la osamenta
los perros de algún extraño.
5
¡Que viva el que nos gobierna,
que el Señor lo haga dichoso!
Pero al hombre mentiroso
que le haga callar la boca.
¡El Señor es nuestra roca
el Dios todopoderoso!
1 comentario:
buenísimo! buenísimo! buenísimo!
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