En el camino hay un rancho;
en el rancho, una ventana
por donde se asoma el día
de una lucesita blanca.
Dentro el rancho una pareja;
afuera un caballo negro;
el caballo atado a un árbol
por dos vueltas de cabestro,
y la moza con el mozo
abrochados en un beso.
La medianoche amanece
en el pico de los gallos;
silba en lo oscuro un chingolo
romántico,
de esos que entrada la noche
prenden la chispa de un canto.
Siguen pasando las horas,
y el alba grande del día
apaga el alba del rancho.
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