Lobisón,
brujo criollo de chiripá y espuelas,
¿a cuántos gauchos cuchilleros has asustado?
Cuco del gaucho niño
que sabe como se dirige un puñal
derecho al corazón.
¿Cuántos viernes llevas de aparecido?
Proteo de vincha y sombrero a la nuca,
y de piernas combadas de dominar baguales.
¿Qué forma vas a adoptar hoy?
Séptimo hijo de la familia
nacido en día de embrujamientos,
¿aparecerás como un perro grande,
o como una vieja achacosa,
o como un carnero topador?
¿Cuántas veces te revolcarás en el pasto
para cambiar de forma?
¿Verdad que a ti no te entran las balas;
y que el facón suena en tu cuerpo
como en un cuero lleno de paja,
lobisón?
Mira: a mí no te me aparezcas,
porque yo soy un gaucho que ya no creo en tí.
He conservado la fuerza de mi abuelo
pero perdí su ingenuidad de niño grande
y, por la noche, ando por el campo
sin preocuparme del lobisón.
Las luces malas mismas
que, muchas veces, han galopado detrás mío,
me causan gracia en vez de horror,
porque me entretengo en cansarles el caballo
cuando se les antoja seguirme
como para saber adonde voy.
¿Qué pueden ser el alma del payador
que, una noche de luna,
le cantara a la china traicionera
para matarla después con el traidor,
y que ronda la tapera
cantando un triste quejumbrón?
... Puede ser, pero yo no creo en las luces malas,
como no creo en el lobisón.
... Sin embargo, en las noches de viernes,
cuando el campo se llene de sortilegios
y sintamos una angustia en el corazón,
no te revuelques en mi camino,
no te aparezcas, lobisón.
Año: 1923
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