-Decí, hermano, que te pasa
que llegás tan apurao,
con el
caballo cansao
a entrarte
dentro ‘e la casa?
Aunque el
tiempo cruza y pasa
y algún
recuerdo se aleja
no olvidaré
que las rejas
se han
abierto para vos
y por ser
lo que ahora sos
murió de
pena la vieja.
-Decime, ¿ya
te olvidaste
de aquella
noche de luna,
cuando sin
piedad ninguna
la tropilla
me robaste?
Bajo el
freno disparaste,
y me
dejaste de a pie.
Te juro,
nunca dudé,
que vos eras
el ladrón
y aunque no
tengas perdón
yo jamás te
delaté.
-Después
llegó a mis oídos
que la
partida enfrentaste
y que una
banda formaste
de cuatreros
y bandidos.
Yo sé que
andarás metido
en algún
oscuro enredo.
Me señalan
con el dedo
tan solo por
ser tu hermano.
Precisarás una mano
Precisarás una mano
pero…
ayudarte no puedo.
-Ya ves, yo no te pedi,
ni ayuda ni protección,
tan solo quería el perdón
de la madre que perdí.
Si murió pensando en mi
moriré pensando en ella.
¿O no ves que allá, en la huella
ya se acerca la partida?
Quieren quitarme la vida
para sumarse una estrella.
-Hermano, voy a pelear,
yo jamás me entregaré.
Y si hasta aquí disparé
aquí los voy a esperar.
No los alcancé a contar
pero vienen en malón,
no he pedirles perdón
ni he de darles el revés.
Te juro que sin son diez
hay cinco pa’ mi facón.
………………………
Y diciendo
así el cuatrero,
besó la
cruz del facón
cual
murmurando un sermón
se metió en
el entrevero.
Su hermano
bajo el alero
volvió la
vista al pasao
y al ver
que se había acunao
como él, en
la misma falda
dando
espalda con espalda
murieron
acribillaos.
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