Con sus ochenta cumplidos
lo suelo ver vuelta a vuelta,
con esa actitud resuelta
de paisano bien nacido.
En un colorao fornido,
livianón y coscojero,
luce su porte campero
alto como una tacuara
y un gesto serio en la cara
curtido por los pamperos.
Saluda alzando la mano
con el rebenque anudao,
cuando transita callao
como un indio sobre el llano.
Todo su orgullo paisano
muestra en su pilcha barata:
una boina medio chata,
un cinto como no hay otro
y un par de botas de potro
donde se lucen sus patas.
Aunque está medio bichoco
por los años que amontona,
su armada nunca perdona
si hay que tumbar algún soco
y no se achica tampoco
si entra un botón a tejer
que aunque no son los de ayer
sus dedos entumecidos,
saca tientos bien medidos
como un hilo de coser.
Le pela el poncho a un novillo
si se ofrece a campo raso,
sin más ayuda que el lazo,
su colorao y el cuchillo.
Si hay que soguear un potrillo
no precisa maneador,
solo un bozal potreador
y con su astucia lo deja,
mansito como una oveja,
blandito y cabestreador.
Así es Federico viejo
de mis pagos de Cañuelas;
un criollo sin más escuela
que un tranquear duro y parejo.
En estos versos le dejo
la esperanza que algún día,
su misma estirpe bravía
le brinden algún camino,
un monumento Argentino
pa bien de la patria mía.
1 comentario:
1hola yo soy cristian de cañuelas nieto de federico gongora mui linda la cansion gracias
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