jueves, 20 de mayo de 2010

¡Teru... teru... teru!(Pintura: Carlos Montefusco)


Tuitas las mañanas en tiempo e verano
cuando iba de güelta de parar rodeo,
o rumbiaba al tranco campiando las cosas
reventáo de tanto recorrer potreros,

como si no juese por voluntá propia
sino por ladina querencia e mi overo,
pa mí no había senda que no juese a un bajo
ande una laguna se escondía entre ceibos.

Era que de lejos, a la oriya el agua,
como virgencita que rezara un rezo
véia yo a mi china que se me venía
cuanto me aguaitaba coronar el cerro.

Galopiaba entonces p'ahorrarle camino...
mi overo, cerquita, se paraba en seco,
y, afirmándose eya de pie en el estribo,
con su boca fresca me ofrecía un beso.

Juntitos, ansina, clavando mis ojos
hasta lo más hondo de sus ojos negros,
no sé si buscando que eyos me dijeran
lo que no sabía decirles yo a eyos,

tranquiaba mi overo rumbo a la laguna
contento e su carga y estirando el tiempo,
mientras en la oriya del agua, sus gritos,
escandalizados lanzaban los teros...

Recogía mi china su poyera blanca,
y, tuitos desnudos sus brazos morenos,
lavaba su ropa yenita e puntiyas
que aún tenía el perfume de su lindo cuerpo,
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Ya hace muchos años y entuavía, a ocasiones,
bajo a la laguna que escuenden los ceibos...
¡Pero ya mi china no lava su ropa
y óigo sólo un grito: "teru... teru...teru"!

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