Era tan fuerte el calor,
era tan grande la seca,
que andaban todos los bichos
de picos y boca abierta.
Abrir la puerta del rancho
era encender una hoguera;
todo se había presentao
como pa'verlo a la legua
que iba a ser un gran desastre
la tempestá de la seca.
El sol achicharra el campo
deja el balido hecho mueca,
y más de un matrero viejo
cambió el rumbo de su estrella.
Todo es desolación,
todo es angustia y tristeza,
alrededor de la aguada
está la muestra patética
y pal lado que uno mire
sólo se ve hacienda muerta.
Quedó el arroyo sin agua,
en el jagüel ni la seña,
tan estrelleros los chifles
y una "sapo" que teclea.
Ha sido tan desastrosa
la tempestá de la seca,
que un capataz y unos piones
ya bien pasada la siesta,
quedaron acalambrados
de cueriar hacienda muerta.
En un limpio de la aguada
al ver la cosa tan fiera,
hicieron la quemazón
por si las moscas pudieran.
Sin embargo Pantaleón
le dijo a la cocinera
que iba a ser muy llovedor
este año pa'que lo sepa,
porque se ven por las lomas
mudadas las vizcacheras.
Al divisarse muy lejos
tal vez una polvadera,
se dicen no hay más remedio
que sacrificar las yeguas,
sin decir ni una palabra
con unos cueros de ovejas
un aguatero, una rastra,
y un arado de mancera
preparan pa' un contrafuego
porque es por demás la seca.
Por hay gritó Pantaleón...
¡y si es una tormenta!,
la pucha si juera cierto
amalhaya que ansí sea!
Se empezaron a mirar
juyó del rostro una pena
y a la dentrada del sol,
donde la tarde se cierra,
llegaba un viento pampero
contramarcando la seca.
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