jueves, 13 de octubre de 2011

¡Malhaya!

No vuelvo a mi casa,
pa qui vo’a volver
si sé que mi tata
me v’a sobar bien.

La máquina grande
del tren pasajero,
pitiando, pitiando,
dejó con sus ruedas
chancaus mis corderos,

blanqueando los güesos
encima la vía,
lo mismo que polvo
de harina cocida.

La lana con sangre,
con motas redondas;
no sirve siquiera
ni pa hacerse una honda,

ni pa’hilar en puisca
ni mismir en palo;
’ta pior que talega
comíu por gusanos…

¡Malhaya, los hombres
que han hecho tuito esto,
pa matar la hacienda
de los campos nuestros.

¡Malhaya, los gringos!
Pero y’han di ver
si no soy guapa
pa voltearlo al tren:

le pongo estas piegras
encima la vía,
y caye antarquita…
la panza p’ arriba.

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