¿Qué sabes tú, en tu ciudad sin alma,
de los sencillos goces naturales,
de la llaneza de un "qué tal hermano"
saltando en las esquinas amigables,
qué sabes de las juntas campechanas,
de aquí y allá compadres y comadres?
¿Acaso has visto en libertad los cielos,
acaso has visto el esplendor del aire
cuando pasan las trémulas gaviotas
como dulces muchachas en la tarde?
¿Has visto ondear al pie de la semilla
un tallo azul igual que un estandarte,
has seguido las rondas del labriego
entre los anchos júbilos cereales?
¿Has pisado la tierra de tu tierra
con la desnuda planta palpitante
sintiendo ese deleite primitivo
que brota desde el fondo de la sangre?
¿Has emprendido el alba con los pájaros,
has saboreado el sol de cada instante,
te has quedado en la noche, cara al cielo,
sumido en una paz de trebolares?
¿Has compartido a Dios con el lucero
y te has puesto a soñar bajo los sauces
con vihuelas de amor y de ternura
donde pasa el estilo como un ángel?
Y en el orondo hueco de las manos
¿alguna vez bebiste claridades?
Conoces muchas cosas, ciertamente
pero lo más sencilla no lo sabes.
No has compartido a Dios con el lucero,
ni te has puesto a soñar bajo los sauces,
ni has andado la tierra de tu tierra
como quien va al encuentro de la madre.
Buenos Aires también es el país,
pero todo el país no es Buenos Aires.
2 comentarios:
¡Qué hermosa, Ñusta! Cuando ella aparece, este blog se embellece aún más y queda envuelto de un encanto vital...
A propósito de la carta estoy escribiendo la respuesta de "una mujer apresada en la ciudad..."
Un abrazo.
buen pensamiento, señor.
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