viernes, 20 de julio de 2018

Gaucho

Presiento ese dolor cerca de mí
como un abrazo rudo
que no puedo romper.
Ahora ya sé quién eras.
haberlo descubierto me ilumina una herida
que no alcanzaba a ver.

Dolor, bravura, sombra: así te llamas.
Toda la tierra nuestra crepita en ti y te nombra;
toda la tierra verde
con su bagual, su tigre y su paloma.

Dónde ibas a morir,
forjador de la vida;
semental de una estirpe que luchó codo a codo
para erguir su cabeza
a ras de las escorias
sobre el oscuro légamo de la historia.
Dónde ibas a morir,
gaucho
si ni tu propio nombre reconoció tu boca
y el mañana, ojo ciego
donde no te miraste
es memoria de todo lo que tu nombre toca.

Porque cuando la tocas
la palabra coraje se amanece
y en la caja viril de las guitarras
el corazón de un pueblo se estremece.

Porque cuando la toco
mi guitarra me dice
que el canto vino a mí, desde otro tiempo
por el río de tu sangre, desecado;
a mí, que soy mujer
y tengo pena
y estoy llena de arrullos apretados.

Allí donde cantabas
lloro; yo soy de llanto.
Allí donde rugías
canto.

Porque esa es mi oración
y la de aquellas
que lloraban por ti cuando partías.
Porque tengo una patria entre los brazos
que ciñe una paloma
todavía.

Para rezar por ti;
por tu desolación y por tu grito,
por tu ronca garganta sin canciones,
por tu rastro de sangre en los malones,
por tu mano cerrada en el cuchillo
y por todos los huecos de tu ausencia
y por todo el olvido.

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