como un abrazo rudo
que no puedo romper.
Ahora ya sé quién eras.
haberlo descubierto me ilumina una herida
que no alcanzaba a ver.
Dolor, bravura, sombra: así te llamas.
Toda la tierra nuestra crepita en ti y te nombra;
toda la tierra verde
con su bagual, su tigre y su paloma.
Dónde ibas a morir,
forjador de la vida;
semental de una estirpe que luchó codo a codo
para erguir su cabeza
a ras de las escorias
sobre el oscuro légamo de la historia.
Dónde ibas a morir,
gaucho
si ni tu propio nombre reconoció tu boca
y el mañana, ojo ciego
donde no te miraste
es memoria de todo lo que tu nombre toca.
Porque cuando la tocas
la palabra coraje se amanece
y en la caja viril de las guitarras
el corazón de un pueblo se estremece.
Porque cuando la toco
mi guitarra me dice
que el canto vino a mí, desde otro tiempo
por el río de tu sangre, desecado;
a mí, que soy mujer
y tengo pena
y estoy llena de arrullos apretados.
Allí donde cantabas
lloro; yo soy de llanto.
Allí donde rugías
canto.
Porque esa es mi oración
y la de aquellas
que lloraban por ti cuando partías.
Porque tengo una patria entre los brazos
que ciñe una paloma
todavía.
Para rezar por ti;
por tu desolación y por tu grito,
por tu ronca garganta sin canciones,
por tu rastro de sangre en los malones,
por tu mano cerrada en el cuchillo
y por todos los huecos de tu ausencia
y por todo el olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario