Ser como el árbol,
brazo de gigante hacia el cielo,
buscando abajo nutritiva arteria;
una mano buscando la primicia
de la primera estrella,
la fuente de la vida,
esperanza y belleza.
Ser como el árbol quiero, y como el árbol
concretar el ideal de la existencia:
flores, frutas y sombras al romero,
y para trino y ave, mano abierta.
Un manto de esmeralda cubrirá tu ramaje,
y lleno de tibieza
me poblaré de nidos y de acentos
-columna melodiosa entre la selva-;
proclama al sol el trino dedicado,
por la noche, bengala de luciérnagas,
buscando siempre el cauce de la vida,
al viento en su lenguaje de banderas,
reproduciendo en la agonía
la eterna primavera.
Si carcomido y viejo
me quedará una grieta
donde dejen su carga de oro y mieles
mis líricas hermanas las abejas.
Derrumbadas mis ramas
han de cantar en ellas
calandrias y boyeros
que en mi agonía colgarán sus tiendas.
Tendré un responso en el ocaso
con mensaje de luz en la tiniebla.
he de dar flores a mi propia tumba
mientras me llore un pájaro en la selva.
Ser como el árbol: útil en la muerte
y cumpliendo mi fin sobre la tierra.
Para el ángel que muera, cuando caiga
que labren un cajón con mi madera.
De mi ramaje altivo y solitario,
de lo que quede, cuando ya no sea,
que enciendan fuego y con el humo envíen
un mensaje de luz a las estrellas.
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