domingo, 21 de mayo de 2017

El cardo


(Pintura: Rosario de Mattos)



El campesino lugar
pinta su color agreste
y bajo un zarzal silvestre
se ve un zorrino trotear.
Nada se sabe ocultar
ni el silencio de oración,
trilla la imaginación
para salir del letargo
y altivo y solo está el cardo
honrando la tradición.

Con esa altivez de macho
se viste también de flor,
blanco y celeste color
da finura a su penacho,
y como se ha criado guacho
yo lo suelo acompañar,
nadie le podrá negar
su raigambre en la llanura,
sobresaliente figura
es el cardo singular.

En forma de escarapela
florece erguido y airoso
y al semillar caprichoso
cuida un rodaje de espuela;
y al plumerillo que vuela
que lo llaman “panadero”
al tomarlo prisionero
le piden con cierto aliño
muchos encargues los niños
por las casas y potreros.

Como cumpliendo un deber
en el jardín de una casa
enorgullece la raza
de quien lo supo traer.
Yo que te he visto crecer
entre plantas extranjeras
quisiera por donde fuera
encontrarte criollo cardo
y que te canten los bardos
para que nunca te mueras.

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