Al contemplar la hermosura
del suelo donde he nacido,
me siento un ave que al nido
regresa, desde la altura...
Todo es amor y ternura,
besos de madre y esposa,
es todo color de rosa
como en mis años de niño;
Feliz de quien el cariño
entre sus íntimos goza!
La brisa es suave y fragante,
el agua es más cristalina,
y el ave cantora trina
mas fuerte y más arrogante;
son las horas un instante
donde hay amor y placer,
y parece que al nacer
la aurora, trae en su frente,
el sinfónico torrente
de los aplausos de ayer.
Aromas, montes y trinos,
paz, armonía, nobleza,
es el salmo que se reza
en mis lares campesinos;
los arroyos cristalinos
que surcan nuestras campañas,
van bautizando las cañas
cual si por estos terrenos
abundaran Nazarenos
de Carrizos y espadañas.
Cigueñas, flamencos, garzas,
toros, chorlos, gallaretas,
cruzan las aguas inquietas
en incontables comparsas;
mientras que entre las zarzas
se ve un enjambre de nidos,
que se tienen suspendidos
sobre mansas corrientes;
como ideales nacientes
que permanecen dormidos.
Y, mirando la llanura
se ven mecer los trigales,
cual si fuesen los puñales
que nos da madre natura;
creo ver en la espesura
de los trigales crecidos,
todos los ratos vividos
cuando la vida florece,
una madre que nos mece
en nuestros lechos tendidos.
Aquí estoy frente a la vida
laboriosa y productora,
de frente al sol que nos dora
como a la espiga crecida;
fué mi dicha presentida
magna, noble y elocuente;
tras de la lucha ferviente
de darle luz a una idea,
fecundizar la tarea
con el sudor de mi frente.
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