Es reducido mi rancho
pero se le empaca al viento,
mientras le quepa el recao
que desensillen viajeros.
Lo alcé pa'mí, pa'l que llegue
sin mirar si es blanco o negro,
techo pa'l bueno y pa'l malo
fogón pa'l malo y pa'l bueno.
Yo nunca tuve enemigos
ni los tendré, ni los quiero
me suebra con mis baguales
pa'andar armao de resero.
Y aunque me gusta estar solo
pa'madurar el silencio,
se lo agradezco al camino
cuando me acerca un viajero.
Pa'él siempre el primer amargo,
el mejor sitio en el fuego
y en cuanto está el churrasquito
que corte siempre primero.
Jamás le pregunto el nombre,
(¡tan mal costumbre no tengo!)
si es oriental o es bayano,
si es entrerriano o porteño.
Si viene mojao, pa'cama,
alguna pilcha le empriesto
aunque suelo andar de pobre
que me lloran los pelegos.
Pa'mi confianza me basta
con haber sido y ser bueno:
yo nunca tuve enemigos,
ni los tendré, ni los quiero...
yo nunca tuve enemigos,
ni los tendré, ni los quiero.
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