Encendía el sol su primer brasa;
y a la puerta d'un rancho q'er'un "Fuerte",
padre e hijo hablaron d'esta suerte
conmoviendo las raíces de la raza:
-No cráiga, al verme tambaliando,
q'he vuelto a tomarme hast'el espiche;
me cortaron, anoche, en el boliche
y, de yapa, me vienen pisotiando.
Desafíó el Chueco Zoilo, y, decidido
lo saqué cogotiando puert'ajuera;
pero tata, en una, muy ligera,
alcanzó a cortarme en el vacido.
Después he juyido y... me parece
q'endeveras me queda pa'muy poco;
porque siento q'el suelo, como loco,
se m'escapa debajo de los pieses.
He venido a pedirle su asistencia
y q'evite q'el pial de la partida
al cerrar en mis garras doloridas
¡descogote sus últimas guapezas!
-¡Eso no! Este nido de valientes
no será escondrijo del cobarde
q'al sentirse cortao juy'en alarde
de flojaduras de gaucho insuficiente.
Aprendí en l'escuela de tu abuelo
a no darle cabida a las flaquezas;
porq'en tierra de machos de una pieza,
¡ni las hembras s'emponchan con el miedo!
Además, es costumbre de los nuestros
al cair a esta clase de trenzadas,
el ganarse la vida a puñaladas
o quedar hecho añicos en el puesto.
Por eso, andá como has venido
porque solo con tientos de venganza
¡vas'hayar la costura pa'tu panza
q'es un rajo pegao al apeyido!
¡Di a buscar... ese taita... di volando...!
o te doy una soba...
-Sepa, tata,
que el Chueco cedió sobre las patas,
y ayisito nomás... ¡lo están velando!
(Dibujo: Tito Saubidet)
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