Escúcheme, don, este hombre
ya que lo veo campechano
lo voy a tratar de hermano
aunque no sepa su nombre.
Espero que no se asombre
ni crea que es fantasía,
hace tiempo que quería
encontrarme con usted
aunque piense que tal vez
vi'a salir con tonterías.
Pueda ser que, don, como es
no quiera hablar de cuestiones
ni de algunas situaciones
pa no enredarse después,
pero pienso que esta vez
sí nos vamos a entender
y es muy fácil de entender
que igual que yo, está pensando,
el hombre se va cansando
y empieza a retroceder.
Rayando el amanecer
mientras lo alumbra el lucero,
usted se va pa el sendero
y vuelve al anochecer.
Piensa que el trigo al nacer
es pan que va floreciendo
pero también presientiendo
que si el tiempo no lo ayuda
tendrá que pagar, no hay duda,
y siempre igual se irá hundiendo.
Dicen que mejorarán
las cosas en nuestra tierra
que el pobre aguante la guerra
y que luche con afán.
Pero cuántos andarán
sin rancho y en campo ajeno
masticando siempre el freno
de la injusticia y miseria
porque el hambre es cosa seria
y hace malo al hombre bueno.
Muchas veces sin querer
empiezo a templar bajito,
pero ¡qué quiere hermanito!
el canto empieza a crecer;
por eso habré de volver
por ese mismo camino,
y mientras escuche un trino
en el árbol más lejano
pensaré en usted paisano
que anda peliando al destino.
Así que ya sabe, don,
cuáles son mis posiciones,
una guitarra, canciones
y mate en algún fogón.
No es cosa de tradición
lo que quería expresar
ni tampoco de faltar
a la verdad de mi suelo,
yo admiro al ave en su vuelo
y en su forma de cantar.
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