Yo tampoco no creía, era como vos,
rebelde pa las cosas santas,
pero un día una mujer... ¡Una mujer!
Bueno, una de tantas
se me plantó en la huella,
me llenó de padecer
y escureció mi estrella!
¡Si habré penao!
Todo el abrojal del camino
prendido a mis garrones,
amargao,
sin rumbo ni destino,
ni sueños ni ilusiones!
Y yo, si fuí inocente!
Al principio llegué a creer
que fuera franca en el querer,
que su cariño era mío,
que mío era hasta su dolor,
y ahura me olvido
y me río
de lo zonzo que he sido
con ese amor!
Resultó chúcara la indina,
pa todo era capricho,
cociaba la batea,
patiaba la cocina
rabiosa y gritona...
¡Qué fiero el bicho
me fue como la mona!
Pa colmo, una noche
que volví al rancho
al tranco de mi zaino
trayendo sonceras
pa los vicios;
una linda yerbera,
percal, agua florida,
jabón de olor y una paineta,
porque era presumida,
quién te dice que llego
y veo a la fulana
prendido con otro en la ventana...!
¡Casi la mato!
Vichando de la sombra estuve un rato,
apretao el cuchillo
con gana e'degollarla
y Dios, amigo,
se arrimó a salvarme
y a salvarla!
"No la matés", gritó... Dejala...
- Es que la adoro,
me ha embrujao su boca,
me muero sin su beso!
-"Naide se muere por eso"
me retrucó...- Olvidala...
No hay nada más fácil
que olvidar a una hembra mala!"
Me volví...
Solito rumbió mi zaino
pa la pulpería
y vas a creerme m'hijo,
que dende ese día,
Dios cambió mi pesar por alegría!
Ansí que vos que estás penando
como yo aquél día,
aguardá que Dios te mande
pa la pulpería!
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