En un pingo pangaré,
flete guapo coscojero,
buen herraje, lindo apero,
en dirección a Pigüe,
va el paisano Cruz Montiel,
orillando una cañada,
con camisa bien planchada,
un clavel rojo retinto,
puñal de plata en el cinto
y bota fuerte lustrada.
Voy en busca de un lucero
a quien le ha tendido el ala
y llevo el clavel por gala
en la cinta del sombrero...
Yo soy un criollo altanero
cuando de mi honor se trata
el valor se desbarata
ante el mas mínimo antojo
y el puñal de aquellos ojos
con que mi prenda me mata.
La prenda se sonrió y luego
dijo en tono campechano:
-"pa' vos... un mate en la mano...
ya tengo el agua en el fuego",
-"a esto vengo y no lo niego
porque nunca se mentir",
-"lo que ahura se va a sentir
que la yerba no sea buena"...
-"eso no me causa pena
la pena es tenerme que ir".
Y sin hacer mas descargo
Juan Cruz Montiel con su china
se fueron a la cocina
a tomar un mate amargo,
un mate como de encargo
porque a solas lo tomaron...
lo que después se juraron,
lo que allí se prometieron,
y lo que después dijeron,
eso... a nadie le contaron.
Lo cierto es que Cruz Montiel
como era un criollo jinete,
monto de un salto en su flete
y despacito se fue...
y cuando ya el pangaré
al galope se tendía,
de cuando en cuando volvía
la cara para mirar
si llegaba a contemplar
a su amada todavía.
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