viernes, 4 de septiembre de 2009

Si una guitarra tuviera


Tuve guitarra una vez,
y andando de peregrino
se me estropió en el camino
cerquita de Guatraché.
¡Sólo una astilla guardé!
Y de sus cuerdas ya rotas,
nunca más se oirán las notas
que desgranaban rosarios;
y fue la pampa el sudario
de sus vibrancias remotas.

Si una guitarra tuviera
para pulsar este día,
un canto me nacería
pero no como cualquiera.
Hablo de un canto que fuera
como una noche estrellada,
como una mano estrechada,
como un "amén" de rodillas,
como un olor a gramillas
sobre la tierra mojada.

Una guitarra quisiera
con seis colores sonoros,
y cien calandrias a coro
anidando en su madera,
con una canción sincera
que a ningún hombre lo ofenda
y que en las almas encienda
una llamarada noble,
pa que la canten los pobres
y que los ricos aprendan.

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