Hay en la inmensa espesura
de nuestra selva frondosa,
como una perla preciosa
en los abismos del mar,
una morocha que encanta
y con su gracia enamora,
y que ríe cuando llora
porque así aprendió a llorar,
y que ríe cuando llora
porque así aprendió a llorar.
Ella nació en la ranchada
del puestero de la estancia,
pasó feliz su infancia
sin pensar y sin sentir,
hasta que un día alargando
el ruedo de su vestido,
un gaucho muy decidido
comenzó a hacerla sufrir,
un gaucho muy decidido
comenzó a hacerla sufrir.
Cuando a la tarde, a lo lejos,
un jinete se divisa
y en su rostro una sonrisa
deja traslucir de amor
y abandonando la aguja
que surce la muselina
suspira triste la china
y se oprime el corazón,
suspira triste la china
y se oprime el corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario