1
Fuiste Vos nuestra guarida
desde el tiempo que existimos;
ya desde antes que el abismo
que la tierra y las montañas
tu bondá nos acompaña,
porque en tu mente estuvimos.
2
Son mil años a tu vista
como el ayer que pasó;
como un día que murió,
como una guardia cumplida:
¡Vos das y quitás la vida
a cada generación!
3
Nuestras vidas se suceden
como en el campo las siembras:
barbecho, espiga, cosecha,
unas siguen a las otras;
lo que hoy de la tierra brota
mañana se corta y seca.
4
Con furor nos consumís
como el fuego a los rastrojos
porque has puesto ante tus ojos
lo que oculta nuestra vida,
y se llega a la medida
sin colmar nuestros anotojos.
5
Algunos llegan a viejos
-pongamos a los ochenta-
mas sacando bien la cuenta
ha sido mucho el sufrir.
¡Lo importante no es vivir...
sino: seguir una senda!
6
Miranos, Señor, de nuevo
que andamos medio extraviados.
Si somos por vos guiados
tendrá sentido la vida,
y en el juego, la partida
la habremos recuperado.
7
Mostranos tu protección,
que nos alumbre tu brillo;
hacete nuestro caudillo
pa que sigamos tus huellas,
y fiados en esa estrella
rumbiemos bajo tu auxilio.
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