cubierto de pastos verdes
donde la huella se pierde
entre el cardo cimarrón,
y bordeando un cañadón
poblao de juncos y teros
que dan su alerta campero
al sentir ruidos distantes
con tropilla por delante
van tranqueando dos reseros.
Ya el sol que quiere esconder
su disco detrás de un monte
se oculta en el horizonte
y comienza a anochecer...
el día al palidecer
pone al campo hondo silencio
interrumpido a momentos
por los ladridos de un perro
o el tañido de un cencerro
que va rondando muy lejos.
Blanca y tenue cerrazón
Blanca y tenue cerrazón
viene los bajos cubriendo
y una luz apareciendo
denuncia una población.
Sobre un antiguo mojón
una lechuza parada
lanza de pronto asustada
su chistido de advertencia
y con rumbo a la querencia
marcha lenta una majada.
Cerca de un molino, echada
en montón, confusamente,
rumiando pacientemente
se encuentra una novillada;
una vaca distanciada
busca el ternero blanco.
Van unos patos volando
con destino a la laguna
y sobre el cielo la luna
su forma está recortando.
Después, silencio completo,
Después, silencio completo,
todo ha quedado callado.
Sobre el camino han parado
a hacer noche los reseros.
Brota el fogón, compañero
del que anda sobre la huella,
en lo alto algunas estrellas
de pronto han aparecido,
y ya los campos dormidos
reciben el beso de ellas.
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