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El "Cruz Nevada"
Era un Gateado cruz nevada
medio zarco y desconfiao,
hijo de padre pintao
pero de madre gateada,
de crina entera y volcada
le caiban como dos gajos,
¡lindo animal pa'l trabajo!
de mirada un tanto altiva
bien cargadito de arriba
pero liviano de abajo.
Después de mucho soguearlo,
la tarde que lo ensillé,
tan cortito que lo saqué
que no hacía mas que chistearlo;
mi intención era domarlo
sin dejarlo corcovear,
y lo quería acostumbrar
si era posible, resalto,
a que no pegara un salto
jamás pensando voltear.
Al poco tiempo lo andaba
sin bozal y sin recao,
con las riendas y el bocao
pero siempre desconfiaba;
pa cualquier lao lo volcaba
sin tenerle que hacer seña,
y en las mañanas sureñas
cuando dispara el vientito
sabía galopear cortito
como quien manso se empeña.
Siempre recuerdo aquel día
¡linda tarde de verano!
que arriábamos con mi hermano
como 100 vacas con cría;
yo bien montao me reía
cuando alguna se cortaba
porque al punto las volcaba,
de un tirón hasta el rodeo
y el gateao sin sarandeo
cuando podía escarceaba.
Y al atropeyar confiao
dos terneros sin marcar
justito que fue a saltar
un piquillín mi montao,
quedó el cabresto enredao
en unos Chañares chicos
de la punta y clarifico
que al zafar como un ondazo
con la presilla de paso
le chicoteó el hocico.
Pego un ronquido fogoso,
como quien se desperaza
y se abrazó la cabeza
pa corcovear empeñoso
y yo que fui desde mozo
aficionao a los flete'
como pa que me respete
lo grité sobre la cancha
y le asenté un lonja ancha
como lo haría un jinete.
Pero éste en vez de achicarse
se agrandó sobre la senda
y se me vino en las riendas
como amagando a volearse;
pensé que habría que zafarse
pa no quedar de colchón
y como de muchachón
no fui tan rodilla suelta
al venirseme de vuelta
le aflojé como un chambón.
Pa´mi que tocó el suelo
con la cola en ese instante,
y de ahi picó pa 'delante
como quien prosigue el duelo.
Sentí de golpe recelo
sobre el lomo del sotreta
y lo mismo que a un maleta,
me desprendió del recao,
pa´largarme amontonao
como piojo en camiseta.
Y aunque fue grande el suelazo,
sobre unas toscas que había,
lo que más me consumía
era verme chambonazo.
Pensé que los años al paso
querían gastarme tambíen
porque antes por Nequechen
en esos trances apurao,
si no caibamos abrazaos
siguro le salia bien.
Volví a montarlo al gateao,
y salí pensando en pleno
que sería falta' d'estreno
por eso me había bajao;
desde esa vez asustado
quedó hasta en la montada
y un montón de corcoveadas
más le aguante por allí
hasta que un día lo vendí
con todita una yeguada.
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