"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
lunes, 28 de febrero de 2011
Si Dios quiere
Hace rato que una prenda
con su encanto me acorrala,
y le ando arrastrando el ala
pa ganarle esa contienda.
Malcornao en una rienda
me lleva con su belleza,
pero pondré mi destreza
como al templar la bordona,
pués si ella es tan coquetona
yo soy de una sola pieza.
Sus ojos tienen ternura,
románticos, soñadores,
y suelen ser delatores
de una pequeña amargura.
Su mirada me tortura
si de fijo me encandila,
y si alegre se perfila
con sus risas atrayentes
las dos hileras de dientes
son perlas puestas en fila.
Con un pretexto cualquiera
cuando rumbeo pa su rancho
siento a mi alma de carancho
repechando su tranquera.
Si me divisa, me espera
bajo de un ceibo cercano,
y al desmontarme del ruano
cuando cortés la saludo
siento que muy a menudo
me apreta fuerte la mano.
Me dá lazo hasta ahí nomás...
aumentando mi codicia,
y sonriendo con malicia
después se vuelve pa atrás.
Mas yo no pierdo el compás
ni ando de oreja caida,
porque de tan presumida
talvés no sepa esa flor
que en las carreras de amor
no tengo ni una perdida.
Cuando me alcanza algún mate
con si pícara atención,
presiento que el corazón
a los corcobos me late.
Robarla es un disparate,
de nó, la hubiera robao,
y además he comprobao
que al susurrarle en la oreja,
como buena zorra vieja
la abuela la ha aligerao.
Le he prometido mimarla
jurándole que la quiero,
y la voy de salamero
con el fin de conquistarla.
Midiendo siempre mi charla
ni jugando me desboco,
y en cuanto me afloje un poco
por más que esté aligerada
¡va a pegar una rodada
como caballo bichoco!
(Dibujo: Eleodoro Marenco)
No envidie... que no es pa tanto!...
Pedacito a pedacito
Mis manos te hicieron -rancho-;
Antojos de tener nido,
De un principio, te cambiaron:...
Del horcón hasta la quincha,
Todito lo hice cantando!...
Por áhi andaba un hornero-
Como yo- juntando barro;
Me ricuerdo haberle dicho:
No envídie... que no es pa tanto!...
Y seguimos muy contentos,
Los dos el mesmo trabajo...
Y, cierto, que jué mi nido,
Aunque pareciendo rancho!
Eramos dos... los testigos...
Yo, quedé... pa ricordarlo!....
Como en busca de mi mesmo,
Cái a la punta'e mi rastro...
Debo haber andao perdido,
Culpa del andar distráido...
(A nengún lao van caminos,
Sino los que caminamos).
He concluido mi tropilla!...
Igual, que sin dar un paso...
Ranchito!... que habés sufrido!...
También yo... siento los años...
Mal!... nos trataron los tiempos...
Vamos a ver de ayudarnos...
Vi'a ponerte como nuevo...
Pero ha'e ser muy dispacio...
.....................................
.....................................
Del horcón hasta la quincha,
Todito lo hice cantando:...
Con el corazón alegre,
Es una fiesta el trabajo!...
¡Qué distinto es hacer nido,
De ver cómo crece el árbol!...
.....................................
.....................................
Si viviese aquel hornero
Que vide juntando barro,
Con qué razón le diría:
¡No envidie!... que no es pa tanto...
De comprienderme, vendría,
Tal vez, a darme una mano...
Julio 30 de 1937
(Dibujo: Aldo Chiappe)
Algún día...
Martillito de pulpa:
Golpiá dispacio;
Que no soy, yo, de piedra
Y el tiempo es largo!...
Corazón y camino:
Rumbo contrario...
Y la Vida, que arrea-
Va castigando!...
Y yo, como tiro!...
Pescuezo largo...
No te rindas al castigo;
No te rindas al cansancio...
De todas partes se güelve...
Algún día han de largarnos!...
Con un rumbo, en la memoria;
Con otro rumbo, en el campo...
Si no nos pierde el olvido,
Hemos de llegar al pago!...
Martillito de pulpa:
Golpiá dispacio;
Que no soy, yo, de piedra,
Y el tiempo es largo...
El tiempo, no se apura,
Con apurarlo...
Enero 26 de 1937
Cumpliaños
Jue pa'un trainta de Junio, en "La Blanquiada"
ande estaba el mayor de los Lucero,
que se había desmandao, con cuasi nada;
un mamón entuavía, asao con cuero!
Y era el santo de su hija, la donosa,
mas u meno en diesiocho primaveras,
y decía la máma que esa rosa
no iba a ser pa los que usan corralera.
Siempr'estaba: que a m'hija en la coltura
no le sacan ni oreja entre los ricos.
Que no pience el zonzaje qu'esa achura
es pa que eyos se paspen el ocico.
Pa'eya solo era l'hijo' el mayordomo:
que monada ese mozo que usa "brieches",!
y la vieja a lo bagre movi'al lomo
ponderando a un lampiño diente'e leche.
Po eso nesa ucación, de punta en blanco
la bia puesto a la moza de carnada,
pa que viera el buscao que nu era manco
si elegía esa potranca en la manada...
Y ni bien le pasaron a los güesos
la escobita po ensima a lo ligero,
s'estiró una acordión com'un pescuezo
cerruchao enterito pa un puchero.
Y ya entramos tamien, como los patos
meta polca, escarciando y en hilera,
y la moza, priendida al candidato
reventando el corrión las avajeras!
Pero en esa pasó, que un ridepente
le agarró comu especie de un "balido",
-segun dijo una láido e los priesentes-
y ahy domas se hizo rastra a los quejidos.
Y se armó la de sáis! Tuitos querían
sujetarl'el ataque pa abrazarla,
y otra diva al corpiño y disprendía
pa que algun sofocón nu fuese a ahugarla...
Hasta que uno juersudo y una mozas
se yevaron pa adentro a la torcaza,
y a la vieja gritando: "Mi preciosa,
mi paloma, mi ráina, qué le pasa?"
Y, quel'iva a pasar? Una zoncera,
por que al rato nomás salió Lucero,
meta lonja pal pueblo en el "nochero"
pa invitar a la fiesta a... la partera!
Chá que la tiró...!
(Foto: Eduardo Amorim)
Me dijo Micaila: "si querés un beso
pal día de la yerra,
sentátele al zaino que bajo a Nemesio
y charquialo a espuela!
Pa que vean los otros que vos no sos d'esos
que en degusto charlan y te chichonean".
Yo le dije: "Gueno!",
y me malambiaron del chucho las piernas...
Y yegó la yerra,
cayó como hormiga gente forastera,
quedaron sin mozas los alrededores
y al lau del alambre parecían flores
di una enredadera,
aplaudiendo juerte a los pialadores
que se merecían el trago é giñebra.
Y vino el momento!
Al puertiar pa ajuera l'último ternero,
-"Que traigan los potros!"- gritó Don Severo
el dueño 'e la estancia- Y tuitos contentos
ya se comidieron,
pa trair los ariscos qu'en otro potrero
andaban alzando las colas al viento!
Se montaron varios
y s'iban lusiendo los que jinetiaron,
cuando un ridepente algunos gritaron:
-"Que traigan al zaino que goltió a Nemesio!"
Yo, pens'en Micaila,
mi acordé d'el beso,
y dije pa adentro; "no aflojés Serilo!
Corajiá y pedilo,
que ya sabés tuito lo ganao co'neso!
Y entonces queriendo dimostrar aplomo
-"Si lo train lo muento!" - grité ni se cómo-
Y entre unos aplausos y algunos selbidos
como si soñara,
m'encontré priendido del zaino en el lomo.
Cuando lo soltaron,
peg'un abalanzo que crái que volaba!
Dispués en el aire dio guelta serrada
y arrancó a lo saltos dando sacudones,
que yo en el apuro ni los manotones
pal charque asertaba!
Y jué en una d'esas...
que salí escupido sobre la cabeza,
mientras que sin asco seguía beyaquiando!
Al lau di unos cardos me clavó el sotreta...
y cayí lo mesmo que la gayareta
que pelea al chimango...
..............................................
Disperté en el catre dispués del porrazo!
Quise endieresarme pero justo en eso,
Micaila sonriendo me siño en sus brazos
y diciendo: -"sonso", m'encajó tal beso
que cuasi me ahugó!
Y dispués, quemando su aliento mi cara,
me pidió mimosa que la perdonara...
"¡Chá que la tiró!".
Me dijo Micaila: "si querés un beso
pal día de la yerra,
sentátele al zaino que bajo a Nemesio
y charquialo a espuela!
Pa que vean los otros que vos no sos d'esos
que en degusto charlan y te chichonean".
Yo le dije: "Gueno!",
y me malambiaron del chucho las piernas...
Y yegó la yerra,
cayó como hormiga gente forastera,
quedaron sin mozas los alrededores
y al lau del alambre parecían flores
di una enredadera,
aplaudiendo juerte a los pialadores
que se merecían el trago é giñebra.
Y vino el momento!
Al puertiar pa ajuera l'último ternero,
-"Que traigan los potros!"- gritó Don Severo
el dueño 'e la estancia- Y tuitos contentos
ya se comidieron,
pa trair los ariscos qu'en otro potrero
andaban alzando las colas al viento!
Se montaron varios
y s'iban lusiendo los que jinetiaron,
cuando un ridepente algunos gritaron:
-"Que traigan al zaino que goltió a Nemesio!"
Yo, pens'en Micaila,
mi acordé d'el beso,
y dije pa adentro; "no aflojés Serilo!
Corajiá y pedilo,
que ya sabés tuito lo ganao co'neso!
Y entonces queriendo dimostrar aplomo
-"Si lo train lo muento!" - grité ni se cómo-
Y entre unos aplausos y algunos selbidos
como si soñara,
m'encontré priendido del zaino en el lomo.
Cuando lo soltaron,
peg'un abalanzo que crái que volaba!
Dispués en el aire dio guelta serrada
y arrancó a lo saltos dando sacudones,
que yo en el apuro ni los manotones
pal charque asertaba!
Y jué en una d'esas...
que salí escupido sobre la cabeza,
mientras que sin asco seguía beyaquiando!
Al lau di unos cardos me clavó el sotreta...
y cayí lo mesmo que la gayareta
que pelea al chimango...
..............................................
Disperté en el catre dispués del porrazo!
Quise endieresarme pero justo en eso,
Micaila sonriendo me siño en sus brazos
y diciendo: -"sonso", m'encajó tal beso
que cuasi me ahugó!
Y dispués, quemando su aliento mi cara,
me pidió mimosa que la perdonara...
"¡Chá que la tiró!".
Una milonga cualquiera
Amadrinando emociones
con seculares acentos,
ciñe en horcones los tientos
que amarran las tradiciones.
Hecha con voz de varones
clara, valiente y sincera,
con un flamear de bandera
sobre totora y terrón,
florece en el diapasón
una milonga cualquiera.
Milonga vieja y sencilla
que en la llanura acunada,
trae una estirpe enancada
de vincha, rastra y golilla.
En ella se hace presilla
lo que al ayer se ha heredado,
es el cordaje templado
con clavijeros de fe,
donde una raza de pie
le está cantando al pasado!
Ella es la novia y la amiga
de quien en la inmensidad,
pena, ausencia, y soledad
en sus acordes mitiga.
Es la que al gaucho prodiga
como adornando su hombría,
esa emoción que en poesía
torna su verbo impulido,
pero que brilla encendido
de amor a la Patria mía!
Milonga que en el pampero
corre su afán de distancias,
hace noche en las estancias
y madruga en el lucero,
ella es el trino primero
de la alborada campera,
y cuarteadora y señera
mientras exista un fogón,
cantará a la tradición
una milonga cualquiera.
domingo, 27 de febrero de 2011
Herrero 'e campo
(Fotos: Walter Salcedo)
En aquél galpón sencillo
que estaba justo a la güella,
sonaba de estrella a estrella
el golpe de tu martillo.
Viejo herrero, veo el brillo
que dejaba reluciente
algún fierro bien caliente
y dócil a tu manejo
cuando ponía un reflejo
sobre el sudor de tu frente.
Veo la mesa y el torno,
varios tamaños de mazas,
ganchos, pinzas y tenazas
que nunca estaban de adorno.
Siempre a mano en tu contorno
cortafierros y punzones
y al verte a los apurones,
cuando empuñabas la trancha,
pa'poder hacerte cancha
se apartaban los mirones.
Detrás de una rueda chueca
que nadie vino a buscar,
no era difícil hallar
alguna gansa culeca.
Si el tiempo venía de seca
se aumentaba tu quehacer,
entonces era de ver
llegar la gente con rejas
y el esucharse las quejas
lo que tardaba en llover.
Pa'caldiar no eras tan manco
y en este preparativo
te mostrabas más activo
y salías de tu tranco.
Cuando el fierro estaba blanco
y a punto, todo empezaba;
subía el martillo y bajaba
con toda juria golpiando
y si te estaban mirando
la cosa más te gustaba.
Y a un costao sabía quedar
una reja bien calzada
y además de la caldiada
era cosa de almirar,
si te tocaba enllantar
la rueda de alguna chata.
Le hacías una fogata
en todo su alrededor
y agrandada en el calor
dentraba la llanta esata.
Pa'arreglar eras baquiano
un freno o alguna espuela,
por eso en tu clientela
también dentraba el paisano
y un recuerdo de tu mano
tenía el hombre campero
cuando llevaba en su apero
colgando la california
que sobre aquella bigornia
vos le hiciste con esmero.
Cuando le saco la escoria
a la fragua del pasao,
se mueve un fuelle gastao
que echa un vientito de historia.
Se calienta mi memoria
al prender la evocación
y entre el humo del carbón
de mis recuerdos viejazos,
tus lejanos martillazos
golpean mi corazón.
En aquél galpón sencillo
que estaba justo a la güella,
sonaba de estrella a estrella
el golpe de tu martillo.
Viejo herrero, veo el brillo
que dejaba reluciente
algún fierro bien caliente
y dócil a tu manejo
cuando ponía un reflejo
sobre el sudor de tu frente.
Veo la mesa y el torno,
varios tamaños de mazas,
ganchos, pinzas y tenazas
que nunca estaban de adorno.
Siempre a mano en tu contorno
cortafierros y punzones
y al verte a los apurones,
cuando empuñabas la trancha,
pa'poder hacerte cancha
se apartaban los mirones.
Detrás de una rueda chueca
que nadie vino a buscar,
no era difícil hallar
alguna gansa culeca.
Si el tiempo venía de seca
se aumentaba tu quehacer,
entonces era de ver
llegar la gente con rejas
y el esucharse las quejas
lo que tardaba en llover.
Pa'caldiar no eras tan manco
y en este preparativo
te mostrabas más activo
y salías de tu tranco.
Cuando el fierro estaba blanco
y a punto, todo empezaba;
subía el martillo y bajaba
con toda juria golpiando
y si te estaban mirando
la cosa más te gustaba.
Y a un costao sabía quedar
una reja bien calzada
y además de la caldiada
era cosa de almirar,
si te tocaba enllantar
la rueda de alguna chata.
Le hacías una fogata
en todo su alrededor
y agrandada en el calor
dentraba la llanta esata.
Pa'arreglar eras baquiano
un freno o alguna espuela,
por eso en tu clientela
también dentraba el paisano
y un recuerdo de tu mano
tenía el hombre campero
cuando llevaba en su apero
colgando la california
que sobre aquella bigornia
vos le hiciste con esmero.
Cuando le saco la escoria
a la fragua del pasao,
se mueve un fuelle gastao
que echa un vientito de historia.
Se calienta mi memoria
al prender la evocación
y entre el humo del carbón
de mis recuerdos viejazos,
tus lejanos martillazos
golpean mi corazón.
Sonseras
Qu'estoy triste? ¡No se! No tengo nada
que pudiera afligirme, puesto al caso,
pero siempre en esta hora me lo paso
mirando lo que pa otros, son pavadas.
Son sonseras domas que ando rumiando
-Como dijo una ves el mayordomo-,
"En tuavía sos así, porque en el lomo
no has sudao avajeras trabajando".
Sin embargo, dispues m'his'en la gueya
y a la par del mas guapo trabajaba,
pero siempre soñé cuando miraba
dormirse l'orasión con una estreya.
Y aura mesmo, maduro y medio ruano
donde vibre una cuerda sus ternuras
soy capas que si naydes no me apura
me quedo como el guay, mirando al yano...
Y, ¡qué quiere! Cad'uno a su manera
va acortando el corrión de la esistencia.
Que yo tengo esas mañas? y... ¡pasensia!
Pa mi es lindo sentir esas sonseras!
Puchos
Lo que vamos viviendo
entre dichas, pesares y desvelos,
tuito se vuelve un pucho con el tiempo
y las cenizas se nos van pal pelo.
Si miramos pa atras, en el repecho
com'una cerrazón se ve a l'espalda;
son los puchos que quedan de los sueños
humiando desengaños dende el alma...
Lo que jué de pasiones bracerío
y chapiao de ilusiones y grandezas,
es un pucho domás en el olvido
pisotiao por la tropa'e las tristezas.
Lo que tuvo colores de alborada
y perfume a jardín en primavera,
lo que puso el amor en la mirada
y sombró la esperanza pu ande quiera;
tuito al fin en el tiro de la gueya
hecho polvo pa siempre va quedando,
y el pucho de ilusión se va achicando
como borra un ñublao a las estreyas.
Y ansí vamos tranquiando, hasta que un día
cuando damos las últimas pitadas,
viene y suelta la muerte una escupida
y el pucho al corazón también le apaga!
Y ayá vamos disupues, pa donde nunca
siembra estragos la envidia ni el orguyo,
pande igual es el oro en una tumba
que una cruz, en la tierra y algun yuyo....
Pa lisión
(Pintura: Justo Cruz Errecaborde)
Las otras tardes yo iba galopiando
rumbiando en mi matungo pa la feria,
pa ver si m'encontraba un viajesito
pa guapiarle al charrasco y la yerba,
cuando senti di atras el bosinazo
de un auto que venia pidiendo gueya.
Me ladie pa dejarle tuito el tiro
pero igual, cuasi cuasi me atropeya,
me paso rifriegando los estribos
y entre una carcajada y un bufido
me dejaron tapáo de polvadera!
Amalaya! -pense- te dieras guelta
como potro pialao en un corcobo,
pa que aprendas a dir con mas prudensia
y te alcansara mi arriador po el lomo!
Y va a crér? ¡ni endivino! Un ridepente
a una legua po'rahy diande les digo,
no lu encuentro tumbao y dando el frente
pal mesmo lao qu'el loco bia venido?
Ajá! -me dije yo-ya veo que siemte
algunas Tata Dios de las que pido,
aura van a saber qu'en un descuido
vale mas que una estancia, ser prudente.
Cuando ya iba yegando cuatro mosos
entuavía medios blancos del sustaso,
-Dejuro pa salvar el barquinaso-,
se acercaron pa hablarme, rispetosos:
-"Vea Señor lo que nos ha pasao,
risulta que peg'una patinada...!
Ah si? -les dije yo-, eso nu es nada.
No venian con la juria tan engreidos
hechos dueños del mundo y entonaos,
pa pasar rifriedándome el recao
y pa ráirse en la jorma que se ha ráido?
Aura, soy yo, el me las ráigo'e frente
y no entre un cascaron como tortuga,
pero van a saber que no se arruga
castigando la lonja'e mi rebenque!
Y ande medio amagué, los charabones
arrancaron los cuatro ¡campo ajuera!
Igual que si mandinga los corriera
soplándoles con juego los garrones!
Nu es pa ráirse? Solté la carcajada
pero, al ver esos crioyos tan blanditos,
yo pensaba, al seguir al galopito:
¡Ya no quedan soldados pa una patriada!
Las otras tardes yo iba galopiando
rumbiando en mi matungo pa la feria,
pa ver si m'encontraba un viajesito
pa guapiarle al charrasco y la yerba,
cuando senti di atras el bosinazo
de un auto que venia pidiendo gueya.
Me ladie pa dejarle tuito el tiro
pero igual, cuasi cuasi me atropeya,
me paso rifriegando los estribos
y entre una carcajada y un bufido
me dejaron tapáo de polvadera!
Amalaya! -pense- te dieras guelta
como potro pialao en un corcobo,
pa que aprendas a dir con mas prudensia
y te alcansara mi arriador po el lomo!
Y va a crér? ¡ni endivino! Un ridepente
a una legua po'rahy diande les digo,
no lu encuentro tumbao y dando el frente
pal mesmo lao qu'el loco bia venido?
Ajá! -me dije yo-ya veo que siemte
algunas Tata Dios de las que pido,
aura van a saber qu'en un descuido
vale mas que una estancia, ser prudente.
Cuando ya iba yegando cuatro mosos
entuavía medios blancos del sustaso,
-Dejuro pa salvar el barquinaso-,
se acercaron pa hablarme, rispetosos:
-"Vea Señor lo que nos ha pasao,
risulta que peg'una patinada...!
Ah si? -les dije yo-, eso nu es nada.
No venian con la juria tan engreidos
hechos dueños del mundo y entonaos,
pa pasar rifriedándome el recao
y pa ráirse en la jorma que se ha ráido?
Aura, soy yo, el me las ráigo'e frente
y no entre un cascaron como tortuga,
pero van a saber que no se arruga
castigando la lonja'e mi rebenque!
Y ande medio amagué, los charabones
arrancaron los cuatro ¡campo ajuera!
Igual que si mandinga los corriera
soplándoles con juego los garrones!
Nu es pa ráirse? Solté la carcajada
pero, al ver esos crioyos tan blanditos,
yo pensaba, al seguir al galopito:
¡Ya no quedan soldados pa una patriada!
sábado, 26 de febrero de 2011
Dicen mucho
(Pintura: Carlos Montefusco)
Disen muchos qu'el hombre d'esta tierra
nu es hombre pa la pala ni l'orquiya,
y que sacao del mate y la giñebra
no le tiene afisión mas que a las chinas.
Que le basta tener algun matungo
conque dir el Domingo a las "esquinas",
y que si tiene cuatro riales juntos
ya li anda hasiendo el tirador cosquiyas.
Que es su única ambisión andar rodando;
Ambisión? y ¡pa que!, si las tuviera,
no biese dao lo que ganó peliando
pa que vengan y engorden los de ajuera.
Que se pasa la noche ande lo agarra
por el gusto de andar con las estreyas,
afirmao a la curva e la guitarra
u hasiendo remolinos de poyeras.
Dicen muchos... ya se, pero d'envidia
los que al gaucho lo tienen siempre a menos,
porque nu anda segao por la avarisia
enterrando los guesos como el perro.
Porque cantan y viven generosos
mas qu'el propio, cuidando el bien ajeno.
Herensia d'esta tierra ande sus ojos
solo vieron la pampa, gueya y sielo!
Pero nunca se acuerdan de qu'el gaucho,
el guaso, el haragán, y hasta matrero,
corta un cuero, abre un surco, alsa su rancho
y engaviya a la par del estranjero.
Porque así como aveses echa un trago
y es su orguyo tener un parejero,
se requinta el chambergo en el arado
y a la par del que raye es chacarero!
Le acomoda al garrón un par d'espuelas
arma el laso, lo vuelca en un floreo,
se le sienta a un arisco, puert'ajuera
y le aparte el que marque en un rodeo!
Y si undia supiera que la Patria
lo priecisa en defensa e sus laureles,
cada gaucho s'ingiere en una lanza
y empujando en la lanza, ¡yeva un Guemes!
Disen muchos qu'el hombre d'esta tierra
nu es hombre pa la pala ni l'orquiya,
y que sacao del mate y la giñebra
no le tiene afisión mas que a las chinas.
Que le basta tener algun matungo
conque dir el Domingo a las "esquinas",
y que si tiene cuatro riales juntos
ya li anda hasiendo el tirador cosquiyas.
Que es su única ambisión andar rodando;
Ambisión? y ¡pa que!, si las tuviera,
no biese dao lo que ganó peliando
pa que vengan y engorden los de ajuera.
Que se pasa la noche ande lo agarra
por el gusto de andar con las estreyas,
afirmao a la curva e la guitarra
u hasiendo remolinos de poyeras.
Dicen muchos... ya se, pero d'envidia
los que al gaucho lo tienen siempre a menos,
porque nu anda segao por la avarisia
enterrando los guesos como el perro.
Porque cantan y viven generosos
mas qu'el propio, cuidando el bien ajeno.
Herensia d'esta tierra ande sus ojos
solo vieron la pampa, gueya y sielo!
Pero nunca se acuerdan de qu'el gaucho,
el guaso, el haragán, y hasta matrero,
corta un cuero, abre un surco, alsa su rancho
y engaviya a la par del estranjero.
Porque así como aveses echa un trago
y es su orguyo tener un parejero,
se requinta el chambergo en el arado
y a la par del que raye es chacarero!
Le acomoda al garrón un par d'espuelas
arma el laso, lo vuelca en un floreo,
se le sienta a un arisco, puert'ajuera
y le aparte el que marque en un rodeo!
Y si undia supiera que la Patria
lo priecisa en defensa e sus laureles,
cada gaucho s'ingiere en una lanza
y empujando en la lanza, ¡yeva un Guemes!
Un truco e cuatro
(ILustración: Marcelo Marchese - http://mchese.net/)
-¡Don pulpero! alcansenos
las cartas y los porotos;
vamo a ganarle a estos chotos
uno "hasta el dos", "de tres dos".
Güeno, tape: las das vos,
y vos las cortás, Mariano;
cuidáme muy bien la mano,
porque, si pierdo y me tomo,
puede que te dej'el lomo
"como galop'e gusano".
¡Qu'eche copa e'muestra quiero
y lig'un truco machaso!
¡Ya estuvo el chivo en el laso!
-¿Marcho p'ayá, compañero?
-A yorar, veng'aparsero...
-¡Paisanos!: linda partida,
que de mano me convida
a cantar mi venturansa,
pués, flor... esió mi esperansa
en el jardín de la vid!
-¡Pucha viejo ligador!
¡Ya me partió por el medio!
Yo no tengo... más rimedio
que tamién cantarle flor.
-Yo nadita; ni el olor...
-Güeno: entonces, y de mano,
flor y truco, muy liviano...
-Juega solo; a mí me raja!
-¿Vamonós pá la baraja?
-Tiráte cuatro, Mariano.
¡Pa mejor a mí me toca!
-Señores!: dá mano mora,
que cuando no canta, yora,
y agua se me hase la boca!
¡Seguí ansina, suerte loca!
preparesé, com...pañuelo!
Agarr'el dos, pá siñuelo,
y ese siete que áhi lo asalta,
¡pá que les grite una "falta"
más grande que la 'e su agüelo!
-¡Oro e'muestra, compañero!...
¡"Pa su marca no hay boleto"!
¡Ahura van a ver que aprieto!
Pásamé señas, ligero!
¡Pucha el pardo, que "ternero"!
¡Ya se l'estiró el hosico!
Tien'el cuatro y el "perico"
muy lejos no se ha quedáo;
¡juegue su carta, cuñao,
que me haga pié y gano el chico!
-¿Cayao? - Toque! - Güeno: envido!
-¡Le falta un vidrio, caray!
-A su hermana... el bacaray
le gusta, tengo entendido.
-Mire que pocas le pido.
-¡La falta envido!- Pues quiero!
-Ensartart'en este ujero:
¡treinta y cuatro! y no matás!
-¡treinta y sinco! que son más!
-Ya me ca... só el agusero!
-Ahura es al ñudo la queja
tienen chico; dé, cuñao;
qu'éste v'a ser más rimiáo
que lechiguana en carqueja.
¿M'hiso señas con la oreja?
Venga: pinta e'güen color.
¡No te negués! por favor!
¡Esta te pid'orejiada!
¡Seguila, que va chumbiada!
¡Abre lirio y serás...¡flor!
-Yo también tuve un amor
por el que cuasi me pierdo,
y tengo d'él, pá ricuerdo,
una trensa y una flor!
-¡Ah pardo! si es un primor!
¡Contra flor resto, y apriete!
-Con flor quiero; treinta y siete!
-¡Ahura si no t'escapás:
¡cuarenta y dos! sinco más,
te hosicaron en el brete.
-¡Pucha pardo querendón!
¡Dar restos con treinta y siete!
-Me gustó; pero, jué al cuete,
y he pasáo por chapetón.
Ahura el güeno; es de cajón
robarlo; con ganas mi hayo.
-Puede... que lo parta un rayo;
dé las cartas, sierr'el pico;
vamo a ganar este chico,
y..."a bañarse cusco bayo".
¡Simbra qu'está di una pata!
¡Pucha con el "queso ransio"!
¡Haséte vena, Venansio!
¡Ahura robamos la plata!
-Juegue nomás esa mata.
¿Cómo si haya pa'l envite?
-En la liña. -Güeno, grite!
-Un riál envido! ¡Peludo!
-Su padre... jué macanudo
pá'l "violín" y pá'l "confite"!
-¡Quiero! retruco! ¡canejo!
-¡Vale cuatro! palangana!
-¡Quiero... ver con qué me gana.
-Pues con el "dunga", mi viejo.
-Métalé duro y parejo;
despenelós, compañero
-¿Lo vido al dos, aparsero?
Pués áhi lo tiene, pá "taco";
sáques'ese pasto'el... saco,
y dé las cartas ligero.
-Com... pañuelo, digamé:
Una flor en una tina,
¿Será flor, o Florentina?
-¡Contra flor al resto a usté!
-¡Quiero cuarenta, y gané.
-¡Me pegó en lo dolorido!...
-¡Pulpero!... Caña le pido;
eche caña de l'Habana,
que al truco náides le gana
al viejo SANTOS GARRIDO.
-¡Don pulpero! alcansenos
las cartas y los porotos;
vamo a ganarle a estos chotos
uno "hasta el dos", "de tres dos".
Güeno, tape: las das vos,
y vos las cortás, Mariano;
cuidáme muy bien la mano,
porque, si pierdo y me tomo,
puede que te dej'el lomo
"como galop'e gusano".
¡Qu'eche copa e'muestra quiero
y lig'un truco machaso!
¡Ya estuvo el chivo en el laso!
-¿Marcho p'ayá, compañero?
-A yorar, veng'aparsero...
-¡Paisanos!: linda partida,
que de mano me convida
a cantar mi venturansa,
pués, flor... esió mi esperansa
en el jardín de la vid!
-¡Pucha viejo ligador!
¡Ya me partió por el medio!
Yo no tengo... más rimedio
que tamién cantarle flor.
-Yo nadita; ni el olor...
-Güeno: entonces, y de mano,
flor y truco, muy liviano...
-Juega solo; a mí me raja!
-¿Vamonós pá la baraja?
-Tiráte cuatro, Mariano.
¡Pa mejor a mí me toca!
-Señores!: dá mano mora,
que cuando no canta, yora,
y agua se me hase la boca!
¡Seguí ansina, suerte loca!
preparesé, com...pañuelo!
Agarr'el dos, pá siñuelo,
y ese siete que áhi lo asalta,
¡pá que les grite una "falta"
más grande que la 'e su agüelo!
-¡Oro e'muestra, compañero!...
¡"Pa su marca no hay boleto"!
¡Ahura van a ver que aprieto!
Pásamé señas, ligero!
¡Pucha el pardo, que "ternero"!
¡Ya se l'estiró el hosico!
Tien'el cuatro y el "perico"
muy lejos no se ha quedáo;
¡juegue su carta, cuñao,
que me haga pié y gano el chico!
-¿Cayao? - Toque! - Güeno: envido!
-¡Le falta un vidrio, caray!
-A su hermana... el bacaray
le gusta, tengo entendido.
-Mire que pocas le pido.
-¡La falta envido!- Pues quiero!
-Ensartart'en este ujero:
¡treinta y cuatro! y no matás!
-¡treinta y sinco! que son más!
-Ya me ca... só el agusero!
-Ahura es al ñudo la queja
tienen chico; dé, cuñao;
qu'éste v'a ser más rimiáo
que lechiguana en carqueja.
¿M'hiso señas con la oreja?
Venga: pinta e'güen color.
¡No te negués! por favor!
¡Esta te pid'orejiada!
¡Seguila, que va chumbiada!
¡Abre lirio y serás...¡flor!
-Yo también tuve un amor
por el que cuasi me pierdo,
y tengo d'él, pá ricuerdo,
una trensa y una flor!
-¡Ah pardo! si es un primor!
¡Contra flor resto, y apriete!
-Con flor quiero; treinta y siete!
-¡Ahura si no t'escapás:
¡cuarenta y dos! sinco más,
te hosicaron en el brete.
-¡Pucha pardo querendón!
¡Dar restos con treinta y siete!
-Me gustó; pero, jué al cuete,
y he pasáo por chapetón.
Ahura el güeno; es de cajón
robarlo; con ganas mi hayo.
-Puede... que lo parta un rayo;
dé las cartas, sierr'el pico;
vamo a ganar este chico,
y..."a bañarse cusco bayo".
¡Simbra qu'está di una pata!
¡Pucha con el "queso ransio"!
¡Haséte vena, Venansio!
¡Ahura robamos la plata!
-Juegue nomás esa mata.
¿Cómo si haya pa'l envite?
-En la liña. -Güeno, grite!
-Un riál envido! ¡Peludo!
-Su padre... jué macanudo
pá'l "violín" y pá'l "confite"!
-¡Quiero! retruco! ¡canejo!
-¡Vale cuatro! palangana!
-¡Quiero... ver con qué me gana.
-Pues con el "dunga", mi viejo.
-Métalé duro y parejo;
despenelós, compañero
-¿Lo vido al dos, aparsero?
Pués áhi lo tiene, pá "taco";
sáques'ese pasto'el... saco,
y dé las cartas ligero.
-Com... pañuelo, digamé:
Una flor en una tina,
¿Será flor, o Florentina?
-¡Contra flor al resto a usté!
-¡Quiero cuarenta, y gané.
-¡Me pegó en lo dolorido!...
-¡Pulpero!... Caña le pido;
eche caña de l'Habana,
que al truco náides le gana
al viejo SANTOS GARRIDO.
viernes, 25 de febrero de 2011
Estilo
(Video provisto por Carloquilmeslopez)
Hecho en el tiempo resero
de tristezas y esperanzas,
a descansar sus andanzas
se refugió en el alero.
Allí, al puntear el lucero
ya de la noche en el filo,
mientras el campo tranquilo
como amplio poncho se extiende,
del cordaje se desprende
como una flor, el estilo.
Brota cambiando ternura
por desengaños sufridos,
y de armoniosos sonidos
puebla la quieta llanura.
La nota cálida y pura
parece que habla en su acento,
y cuando algún sentimiento
tierno de amores expresa,
se diría que hasta reza
la boca del instrumento.
Y si la mano impulida
que el diapasón acaricia,
busca endulzar la injusticia
que halló al correr de la vida,
la guitarra dolorida
comprende su hondo pesar,
y aunque quisiera cambiar
por alegrías sus penas,
de tanta angustia se llena
que solo atina a llorar.
Después, se hermana la voz
ahogada de lejanía,
con esa tierna armonía
de los rasguidos en pos.
Su verso es algo de adios
para el ayer de este suelo,
y mientras cubre en un velo
de evocación la mirada,
la noche está mas callada
y el alma cerca del cielo.
Hecho en el tiempo resero
de tristezas y esperanzas,
a descansar sus andanzas
se refugió en el alero.
Allí, al puntear el lucero
ya de la noche en el filo,
mientras el campo tranquilo
como amplio poncho se extiende,
del cordaje se desprende
como una flor, el estilo.
Brota cambiando ternura
por desengaños sufridos,
y de armoniosos sonidos
puebla la quieta llanura.
La nota cálida y pura
parece que habla en su acento,
y cuando algún sentimiento
tierno de amores expresa,
se diría que hasta reza
la boca del instrumento.
Y si la mano impulida
que el diapasón acaricia,
busca endulzar la injusticia
que halló al correr de la vida,
la guitarra dolorida
comprende su hondo pesar,
y aunque quisiera cambiar
por alegrías sus penas,
de tanta angustia se llena
que solo atina a llorar.
Después, se hermana la voz
ahogada de lejanía,
con esa tierna armonía
de los rasguidos en pos.
Su verso es algo de adios
para el ayer de este suelo,
y mientras cubre en un velo
de evocación la mirada,
la noche está mas callada
y el alma cerca del cielo.
El cencerro
(Foto: Tomás Fernandez)
Como implorando ternura
de un corazón indolente,
triste el cencerro se siente
por la infinita llanuar.
Y cuando al grito se apura
la "madrina" en su trotar,
comienza el eco a doblar
sus melancólicos sones,
como llamando a oraciones
en la hora crepuscular.
Cierta nostalgia de ausencia
vuelca su canto al oído,
como un recuerdo traído
de otra lejana querencia.
Así, en continua insistencia
va martillando sin tregua,
adormeciendo a la yegua
que lo acuna en el pescuezo,
mientras acorta el regreso
dejando legua tras legua.
Cencerro tradicional
campanita peregrina,
sos en mi tierra argentina
como un grillo de metal.
En noches de temporal
que no hay de rumbo una estrella,
cuando la hacienda atropella
y apaga el viento el silbido,
vas goteando tu sonido
como alumbrando la huella.
Sonajero que el destino
le dió al gaucho en su niñez,
y hasta su misma vejez
lo acompañó en el camino.
Cuando joven era el signo
de una esperanza latente,
y al compas intermitente
de su música sencilla,
entablada la tropilla
galopaba alegremente.
Pero, la vida que quita
las ilusiones más bellas,
entre el polvo de las huellas
las fue dejando marchitas.
Siempre el cencerro se agita
con su continua canción,
pero ya en el corazón
del pobre gaucho resero,
no es alegre sonajero
sino un toque de oración.
Y mañana en el olvido
de una cumbrera pendiente,
lo mirará indiferente
quien ni sepa lo que ha sido.
Nunca jamás un sonido
se irá en la huella alejando,
solo algún viejo añorando
tiempos para él mas dichosos,
lo oirá, cerrando los ojos
mientras sueña recordando!
Como implorando ternura
de un corazón indolente,
triste el cencerro se siente
por la infinita llanuar.
Y cuando al grito se apura
la "madrina" en su trotar,
comienza el eco a doblar
sus melancólicos sones,
como llamando a oraciones
en la hora crepuscular.
Cierta nostalgia de ausencia
vuelca su canto al oído,
como un recuerdo traído
de otra lejana querencia.
Así, en continua insistencia
va martillando sin tregua,
adormeciendo a la yegua
que lo acuna en el pescuezo,
mientras acorta el regreso
dejando legua tras legua.
Cencerro tradicional
campanita peregrina,
sos en mi tierra argentina
como un grillo de metal.
En noches de temporal
que no hay de rumbo una estrella,
cuando la hacienda atropella
y apaga el viento el silbido,
vas goteando tu sonido
como alumbrando la huella.
Sonajero que el destino
le dió al gaucho en su niñez,
y hasta su misma vejez
lo acompañó en el camino.
Cuando joven era el signo
de una esperanza latente,
y al compas intermitente
de su música sencilla,
entablada la tropilla
galopaba alegremente.
Pero, la vida que quita
las ilusiones más bellas,
entre el polvo de las huellas
las fue dejando marchitas.
Siempre el cencerro se agita
con su continua canción,
pero ya en el corazón
del pobre gaucho resero,
no es alegre sonajero
sino un toque de oración.
Y mañana en el olvido
de una cumbrera pendiente,
lo mirará indiferente
quien ni sepa lo que ha sido.
Nunca jamás un sonido
se irá en la huella alejando,
solo algún viejo añorando
tiempos para él mas dichosos,
lo oirá, cerrando los ojos
mientras sueña recordando!
Cara negra
Juntito con el sol que ya se dentra
enredando en los labios un estilo,
se levanta del banco Don Cirilo
y recoge sus gauchas herramientas:
el cuchiyo, la lonja y una lezna
que ya casi en la punta se hizo filo.
Por la gueya, en su "escuro", yaga Usebio;
es el criao ragalón del viejo gaucho,
hijo de una que...¡va!, pa que contarlo
si total ya no pasa de un recuerdo
y el recuerdo es mojón pa no cambiarlo.
Al "toparse" los dos, el viejo dijo:
-"Mirá Usebio; hace un rato se jue Don Rudecindo
bastante disgustao, y...nu es sonsera,
pues me habló de que al cuadro'e "Las Higueras"
ande tiene las lincol apartadas,
a lo mejor, po abajo'e la tranquera
d'este lao se le pasa un "cara negra"
que anda haciéndole cruza en la majada..."
-"Gueno, via a ver si encuentro ese portiyo..."
-"No; no vayas entuavía... nu hay apuro.
Pues, de fijo qu'espera que este escuro
pa pasarse el mañero que yo digo...
-"No l'entiendo..."
-"Yo si; pará un momento.
Ya veo que pa la guardia sos tranquilo,
y aunque va l'intención en cada tiro
estas como si tal oyendo el cuento.
Nu es cuestión de arreglar dengun portiyo;
y si hay un "cara negra" pa cuidarse
sos vos, porque pasas, pedazo'e piyo,
que has dejao con mentiras de cariño
a una pobre infeliz y a un gaucho en viaje!
No! no grite ni me haga su defensa,
que, aunque cuasi de leyes no se un pito,
esta guelta pa vos no necesito
mas lay que l'honradez pa dar sentencia.
Y aura, aguant'al simbrón, ya que vos mesmo
has tirao de mi luenga al ser indino,
pa arrancarme del buche lo qu'el tiempo
tenía guardao pa sepultar conmigo:
Cuando un día te truje pa'este rancho
con los ojos vendaos por la inosencia,
jué pa que hoy, que sos mozo, la verguenza
no t'hiciera sufrir, porque... sos guacho.
Jué pa darte mi nombre, que en la jeta
sofrenó más de cuatro habladurías,
pa que naides se riese de la cría
de una tal, que murió, y de un zotreta.
Han pasao, muchos años... hoy sos hombre,
pero si ese pasao no te hace meya
y dejas con tu asión que, como aqueya,
ande esta otra con su hijo sin un nombre:
Aquí está la sentencia d'este gaucho,
como tuito lo gaucho, moy senciya:
U se va, con su falta y su tropiya
u de no, pa cumplir, ¡este es su rancho!".
...........................................
Pero el mozo, bajando la mirada,
atorao de emoción y un poco'e miedo,
dijo apenas, al tiempo que s'incaba:
-"Tata, su bendición, porque...¡me quedo!
jueves, 24 de febrero de 2011
Malacate
Pago en versos tu rescate
pa'sacarte del olvido
y así no quedás perdido
en el tiempo malacate
y dejame que desate
esta maceta que lerdo
tranquiando en el lao izquierdo
pa'la querencia rumbea,
lo que de lejos ventea
el agua de tu recuerdo.
Se sacude el armazón
al golpe de la sopapa
y un'arpillera le tapa
los ojos al mancarrón,
el que aburrido y sobón
se duerme por un ratito
pero lo despierta un grito
y en aquel redondo espacio,
la rueda gira despacio
por un camino infinito.
Más bien parece que adrede
se va quedando de a poco,
cuando camina el bichoco
lo más despacio que puede.
Tal vez pa'que no se quede
la sabandija lo abruma
y sube y baja la pluma
mientras que el campo dormita
sacando el agua fresquita
pa'que el ganao la consuma.
Se escucha sin un descanso
un ruido seco en la siesta
y en el charco están de fiesta
tanto el pato como el ganso.
Cái el arisco y el manso,
la lechera y la potranca,
cái el pájaro en el anca;
la majada apuró el paso
y allá lejos con retraso,
quedó la borrega manca.
Malacate te imagino
en días del tiempo aquel,
reemplazante del jagüel
y antecesor del molino.
Las güeltas de mi destino
a encotrarte me han llevao...
y al contemplarte tirao
entre yuyales espesos,
se me hace que veo los güesos
de un aguerrido soldao.
El galpón de Abandonato
Me asomé en aquel galpón
y al fijarme en una estiba
un gato negro allá arriba
cruzó como una visión.
La cola de un gran ratón
en las chapas castigó,
una culeca se alzó
encrespada y rezongando;
sin querer me jui atracando
y un picotón me encajó.
Por curiosiar lo que había
me jui metiendo pa'l fondo
y en medio del batifondo
una bolsa que perdía,
todas las señas tenía
de un posible comprador
y de un modo seguidor
largaba un chorrito fino
como si sangrara lino
la herida del calador.
Como estrellao perecía
de tan aujeriao el techo
y el sol dentrando derecho
monedas de oro llovía.
Ya la cumbrera pedía
el aucilio de un puntal.
Una araña colosal
se bajó a ver un gorgojo
y un perro le daba al ojo
sobre el catre del mensual.
Un camino de hormigas
de toda clase de carga
costiaba la pila larga
y los lienzos de barrigas.
Brotaba el máiz en espigas
lo mismo que en los maizales.
Había cuero de animales
desde el caballo a la liebre
y las pilas tenían fiebre
por arderse los cereales.
Acariciando un pilote
pa'l lao del portón salía
y viendo que se movía
traté de escapar al trote.
Trompecé con el cerote
y el mundo se me acabó,
encima se me cayó
la re'de cazar perdices
y ande di con las narices
medio cuerpo me atrapó.
Mi cabeza quedó llena
del chorro que iba saliendo,
porque seguía cayendo
igual que un relo'de arena,
sobre unas bolsas de avena
que estaban medio en hilera,
costuriadas como quiera,
orejudas y rechonchas
y rascándome las ronchas
pude al fin salir pa'ajuera.
y al fijarme en una estiba
un gato negro allá arriba
cruzó como una visión.
La cola de un gran ratón
en las chapas castigó,
una culeca se alzó
encrespada y rezongando;
sin querer me jui atracando
y un picotón me encajó.
Por curiosiar lo que había
me jui metiendo pa'l fondo
y en medio del batifondo
una bolsa que perdía,
todas las señas tenía
de un posible comprador
y de un modo seguidor
largaba un chorrito fino
como si sangrara lino
la herida del calador.
Como estrellao perecía
de tan aujeriao el techo
y el sol dentrando derecho
monedas de oro llovía.
Ya la cumbrera pedía
el aucilio de un puntal.
Una araña colosal
se bajó a ver un gorgojo
y un perro le daba al ojo
sobre el catre del mensual.
Un camino de hormigas
de toda clase de carga
costiaba la pila larga
y los lienzos de barrigas.
Brotaba el máiz en espigas
lo mismo que en los maizales.
Había cuero de animales
desde el caballo a la liebre
y las pilas tenían fiebre
por arderse los cereales.
Acariciando un pilote
pa'l lao del portón salía
y viendo que se movía
traté de escapar al trote.
Trompecé con el cerote
y el mundo se me acabó,
encima se me cayó
la re'de cazar perdices
y ande di con las narices
medio cuerpo me atrapó.
Mi cabeza quedó llena
del chorro que iba saliendo,
porque seguía cayendo
igual que un relo'de arena,
sobre unas bolsas de avena
que estaban medio en hilera,
costuriadas como quiera,
orejudas y rechonchas
y rascándome las ronchas
pude al fin salir pa'ajuera.
Espiguita'e pasto
(Foto: Alba Iris Solís)
¿Ti acordás, de gurises, di aquel juego 'e nosotros?
Vós juntabas espigas di un pastito del campo,
y dispués, di una en una, me las dibas poniendo,
con las flechas p'abajo, por la manga del saco.
Le pasabas la mano, a favor, dispasito,
y subía la espiga por lo largo del braso.
Me pinchaba las carnes más blanditas di arriba...
Y dispués, pa sacarla, me sacabas el saco.
¡Por el campo 'e la vida galopiaron los días!...
¡S'enyenó d'esperansas la manguera del alma,
qu'el amor de nosotros, com'un gaucho baquiano,
en la estansia'e los sueños di una en una pialaba!
¡Y jué braso mi alma! ¡Y vos juistes com'una
espiguita de pasto colocada en la manga!
El amor, dispasito, jué pasando la mano...
Te dentrastes, ansina, ¡hasta el fondo de mi alma!
¿Ti acordás, de gurises, di aquel juego 'e nosotros?
Vós juntabas espigas di un pastito del campo,
y dispués, di una en una, me las dibas poniendo,
con las flechas p'abajo, por la manga del saco.
Le pasabas la mano, a favor, dispasito,
y subía la espiga por lo largo del braso.
Me pinchaba las carnes más blanditas di arriba...
Y dispués, pa sacarla, me sacabas el saco.
¡Por el campo 'e la vida galopiaron los días!...
¡S'enyenó d'esperansas la manguera del alma,
qu'el amor de nosotros, com'un gaucho baquiano,
en la estansia'e los sueños di una en una pialaba!
¡Y jué braso mi alma! ¡Y vos juistes com'una
espiguita de pasto colocada en la manga!
El amor, dispasito, jué pasando la mano...
Te dentrastes, ansina, ¡hasta el fondo de mi alma!
Pilchas gauchas
Pilchas gauchas con orgullo,
me gusta lucir a mí,
porque ando cantando coplas,
que en esta tierra aprendí.
No puede querer la madre,
aquel que fue abandonao,
así es parte de mi pueblo,
¡Extranjero en su lugar!
Saber de la antigua Grecia,
y de historia universal,
seguro que nos ayuda,
en la vida cultural.
Que cultiven la música,
de algún lejano país,
seguro que no es pecado,
si conozco lo de aquí.
Pero si ando musiquiando,
el canto de otro lugar,
sin conocer un estilo,
una baguala un valseao.
gaucho de nuestra cultura,
¡Extranjero en mi lugar!
Que fierro me suene extraño,
O Lugones sea ignorao,
eso si que causa daño,
¡Extranjero en mi lugar!
Gente culta en capitales,
vive de espalda al país,
copiándoles hasta el tranco,
y en el modo de vestir,
a los países lejanos,
que nos vienen a vivir.
Le hacemos el caldo gordo,
al mismo que criticamos,
y se pierde la memoria,
del dolor de los hermanos,
que sembraron con sus huesos,
este suelo americano.
Así es que pasó y nos pasa,
todito lo que pasó,
nos manosearon enteros
¡La pucha que los tiró!
El pueblo quedó con poco,
después de poner su empeño,
y no imaginen ni en sueños,
que algún día cambiará,
si no se nos llena el alma,
de profunda indianidad.
Pongamos la pata en tierra,
desnudemos la verdad,
y enterémonos que hay muchos,
que aunque hallan nacido acá,
son extraños en el pago,
¡Extranjeros en su lugar!
Viven mirando la Europa,
o al piratón imperial,
y si te ven pilchas gauchas,
dicen que andás disfrazao.
¡Ay, ay, ay! via dir parando,
soy un criollo nada más,
no vengo a buscar tu aplauso,
solo quiero tu hermandad.
me gusta lucir a mí,
porque ando cantando coplas,
que en esta tierra aprendí.
No puede querer la madre,
aquel que fue abandonao,
así es parte de mi pueblo,
¡Extranjero en su lugar!
Saber de la antigua Grecia,
y de historia universal,
seguro que nos ayuda,
en la vida cultural.
Que cultiven la música,
de algún lejano país,
seguro que no es pecado,
si conozco lo de aquí.
Pero si ando musiquiando,
el canto de otro lugar,
sin conocer un estilo,
una baguala un valseao.
gaucho de nuestra cultura,
¡Extranjero en mi lugar!
Que fierro me suene extraño,
O Lugones sea ignorao,
eso si que causa daño,
¡Extranjero en mi lugar!
Gente culta en capitales,
vive de espalda al país,
copiándoles hasta el tranco,
y en el modo de vestir,
a los países lejanos,
que nos vienen a vivir.
Le hacemos el caldo gordo,
al mismo que criticamos,
y se pierde la memoria,
del dolor de los hermanos,
que sembraron con sus huesos,
este suelo americano.
Así es que pasó y nos pasa,
todito lo que pasó,
nos manosearon enteros
¡La pucha que los tiró!
El pueblo quedó con poco,
después de poner su empeño,
y no imaginen ni en sueños,
que algún día cambiará,
si no se nos llena el alma,
de profunda indianidad.
Pongamos la pata en tierra,
desnudemos la verdad,
y enterémonos que hay muchos,
que aunque hallan nacido acá,
son extraños en el pago,
¡Extranjeros en su lugar!
Viven mirando la Europa,
o al piratón imperial,
y si te ven pilchas gauchas,
dicen que andás disfrazao.
¡Ay, ay, ay! via dir parando,
soy un criollo nada más,
no vengo a buscar tu aplauso,
solo quiero tu hermandad.
martes, 22 de febrero de 2011
El mate
El mate. Infusión de vida
fiel amigo del paisano,
compañero inseparable
en las horas del descanso
el Mate será por siempre
sinónimo de milagro
porque lima sinsabores
y porque despierta el diálogo
y es cada sorbo un clarín
imitador de los pájaros.
El Mate es un exitante
para un entornar de párpados
para estrechar amisades
y abrir sonrisa en los labios
no sólo es un lenitivo
además tiene el encanto
de una chirusa barata
que pasa de mano en mano
y anda repartiendo besos
en las ruedas de los Ranchos.
En el campo o en la ciudad
el Mate canta su canto
y hasta se deja ensillar
como si fuera un Caballo
el Mate siempre se ofrece
para el que quiera besarlo
y hasta se deja llevar
lo mismo que un río manso
un río verde y espumoso
que corre garganta abajo.
Los hay de todas las formas
los hay de todo tamaño
siempre con alegorías
sobre una escena del campo
calabazas, hueso o estaño
o muestra la orfebrería
fino metal cincelado
el Mate cambia de forma
pero nunca cambia el trago.
Hay Mates, que se evadieron
de la soledad del campo
y entraron en la ciudad
a los lujosos palacios
ahí lo toman las matronas
servido por los mucamos
a esos se les denomina
cimarrón aristocrático
con sus bombillas labradas
y bocas de oro brillando.
Artigas, el General
en el solar paraguayo
bajo su Ibiratpitá
pasó la vejez mateando.
El Mate no es solamente
un pasatiempo del Gaucho
anda por toda la historia
y yo que mateo a diario
voy a terminar el verso
para ensillar a mi amargo.
Como trenzando
Aquí me pongo a trenzar
unos tientos delgaditos,
que entre mis dedos cortitos
se quieren embarullar.
El cuidao voy a extremar
para evitar que se traben,
y me critiquen o alaben
seguiré trenzando ansioso,
pa que mire el más curioso
y aprendan los que no saben.
Como para hacerles ver
que soy un criollo de agaya
arranco así, de esta laya,
pinchando como alfiler.
Yo quiero hacerles saber
sin pretensión de asustar
que si debo rigoriar
soy espuela y soy rebenque,
y soy regular palenque
pa el que quiere tironiar.
Del mazo soy una "sota",
pero a jugador de ley
a mí no me corre un "rey"
ni me achica una derrota.
Pa el que mi tiro rebota
ó en mi camino se cruza
ya tengo a mano la chuza,
pues si trenzarme es mi gusto
no soy hombre que me asusto
cuando chista una lechuza.
De puro arisco no engordo
igual que bagual matrero;
soy desconfiao como el tero
con apariencias de tordo.
Como arroyo me desbordo
cuando apura el temporal,
y si cae a mi corral
alguno medio liviano
si dentra siendo orejano
saldrá con marca y señal.
Perro que ladra no muerde...
alguno estará pensando,
pero... pueden ir probando...
pa ver si es madura ó verde.
Y si mi rumbo se pierde
justo es que solo me oriente,
pa seguir sobre caliente
pues por pura picardía
siempre fué costumbre mía
nadar contra la corriente.
De este modo, un servidor,
aquí esta trenza les deja,
que de fiera y despareja
no sirve ni pa arriador.
Pero si hay un trenzador
mentao como mano brava,
si el pulso no se le traba
sobre el pucho de este envío
pa tirar en contra mío
que aprete nomás la taba.
...........................................................
Pd: Dedico este verso a la memoria de un señor y maestro en el arte de trenzar y de vivir, don Luis Alberto Flores. ¡Gracias Marinés Flores y a todos sus amigos por hacerlo tan necesario y presente!
Mirando el rancho
(Pintura: Fernando Romero Carranza)
En silencio lo contemplo
a mi rancho bien plantao,
y al meditar me he quedao
como apoyao en su ejemplo.
Sencillito como un templo
lo veo emponchao de humildá,
y en la inmensa soledá
desde el pasao al presente
ha sido un real exponente
de gaucha hospitalidá.
De aquí salí endomingao
en un tiempo de esplendor
luciendo como un primor
mi caballo y mi emprendao.
Luego al volver del poblao
-donde un placer se deshoja-
mi rancho, que ni hoy afloja,
parecía en sombras alzarse
queriendo desperezarse
al ruido de la coscoja.
Parece que a la mañana,
y a veces, a la oración,
saliera la tradición
a bichar por la ventana.
Allí sus trovas desgrana
el melodioso jilguero,
y en las puntas del alero
están como suspendidos
los ecos de unos silbidos
que le ha dejao el pampero.
A veces, se me hace un ruego,
y en otras, que son arrullos
cuando se suelta en murmullos
la pava arrimada al fuego.
Es que mi amor de andariego
allí se manió a una china,
y al calor de la cocina
dió flores mi alma campera
lo mismo que enredadera
trepando en la cinacina.
En su techo de totora
han de estar como dormidas
aquellas horas vividas
al nacer de cada aurora.
Alegrías de otra hora
que el tiempo las desmenuza
poncho gastao, sin pelusa,
con que cubiéndome estoy
como si esto fuera hoy...
y es un recuerdo el que cruza!
En silencio lo contemplo
a mi rancho bien plantao,
y al meditar me he quedao
como apoyao en su ejemplo.
Sencillito como un templo
lo veo emponchao de humildá,
y en la inmensa soledá
desde el pasao al presente
ha sido un real exponente
de gaucha hospitalidá.
De aquí salí endomingao
en un tiempo de esplendor
luciendo como un primor
mi caballo y mi emprendao.
Luego al volver del poblao
-donde un placer se deshoja-
mi rancho, que ni hoy afloja,
parecía en sombras alzarse
queriendo desperezarse
al ruido de la coscoja.
Parece que a la mañana,
y a veces, a la oración,
saliera la tradición
a bichar por la ventana.
Allí sus trovas desgrana
el melodioso jilguero,
y en las puntas del alero
están como suspendidos
los ecos de unos silbidos
que le ha dejao el pampero.
A veces, se me hace un ruego,
y en otras, que son arrullos
cuando se suelta en murmullos
la pava arrimada al fuego.
Es que mi amor de andariego
allí se manió a una china,
y al calor de la cocina
dió flores mi alma campera
lo mismo que enredadera
trepando en la cinacina.
En su techo de totora
han de estar como dormidas
aquellas horas vividas
al nacer de cada aurora.
Alegrías de otra hora
que el tiempo las desmenuza
poncho gastao, sin pelusa,
con que cubiéndome estoy
como si esto fuera hoy...
y es un recuerdo el que cruza!
lunes, 21 de febrero de 2011
Décimas gauchas
Preludio:
Misturé en estas versadas,
historias de mi cosecha,
pocas más, no sé en qué fecha,
por quién ni dónde inventadas.
Serán mejor ricordadas
puestas, ansí, en verso llano,
y a todas podrá el paisano
cantarlas junto al jogón,
cuando pase el cimarrón,
en rueda, de mano en mano.
Le harán, entre una chupada
y otra que dé a la bombilla,
a ratos una cosquilla
o una alvertencia atinada,
pues quise con mi payada
ofertarle diversión
y, a más, con santa intención,
que espero sabrá apreciar,
darle algo para rumiar
y tocarle el corazón.
Pa hacerlo mejor he empleao,
en lugar de la sestina,
la décima que camina
sola sobre el encordao,
a la que siempre he almirao
por lo sonora y perfeta.
La otra es décima incompleta
que empieza con verso guacho,
porque le han quitao el cacho
de la primera cuarteta.
Y, sin más, voy a empezar
la relación de los casos
con los recursos escasos
que el Señor me quiso dar.
No todos pueden cantar
tan fácil como el jilguero,
porque hay que entonar, primero,
la garganta y el pulmón,
tener seso, corazón
y uñas de güen guitarrero.
La luz
La pucha con los inventos
el criollo más preparado
debe quedar azonzado
al ver cosas que al momento
parece que fueran cuento,
pero bien lo he comprobado,
jamás me hube imaginado
que al dar vuelta un botoncito
diera luz un vidriecito
que había en el techo colgado.
En un viaje realizado
que en cuyo hotel yo paré,
casi una caja gasté
de fósforos pa'encender
un vidrio que al parecer
forma de bolsa tenía
y yo realmente creía
que era fácil de prender.
Sobre una silla parado
para alcanzar donde estaba
los fósforos arrimaba
pero sin un resultado
hasta que por fin cansado
fui a llamar al hotelero
que se me vino ligero
y al oído me gritó:
-"Este botón tuerzalo
y tendrá luz, caballero".
Movió la jeta un poquito
tiró al suelo una patada
y largó una manotada
derecho p'al botoncito
esto hizo como un ruidito
en cuanto él lo hubo tocado,
yo me quedé atolondrado
sin saber lo que tenía
al ver que como de día
la pieza había quedado.
Yo dije entre mí en seguida,
"éste es un invento'e los grinos,
el hombre zonzo y tilingo
no la prenderá en su vida".
La luz estaba prendida
y dispuse de apagarla,
inútil me fui a soplarla
por más que estirara el cuello
quedándome sin resuello
y sin poder dominarla.
Cosa extraña parecía
prenderla con el botón
y lleno de turbación
ese instante me sentía.
Apagarla no sabía
hasta que le hube acertado
recién cuenta me hube dado
y el botoncito agarré
y al dar vuelta noté
que oscuro había quedado.
domingo, 20 de febrero de 2011
Los perros
Salí a recorrer el campo
y los perros que me vieron
enseguida me siguieron,
¿quién los hacía quedar?
y ande empecé a galopiar
por detrás mío salieron.
Y ya sobre el campo abierto
su alegría se desata,
y ande vían una mata,
en el momento oportuno,
iban pasando de a uno
para levantar la pata.
Y ande osaron los peludos
pa'comer una raíz,
hasta la cueva de cuis
la escarbaban y olían
y en todas partes metían
de curiosos la nariz.
Por allá salió una liebre,
y pa'qué, en cuanto la vieron,
por detrás de ella salieron
como potros desbocaos,
y ya toditos cortaos
a correrla se tendieron.
Como a los doscientos metros
se entraron a distanciar;
el cuzco empezó a quedar
por la loma'el diablo atrás
y al poquito andar nomás
la liebre entró a gambetiar.
Les volvió a sacar ventaja
al vandiar el cañadón
después tomó en dirección,
la liebre que las pelaba,
para el cuadro donde estaba
la majada en parición.
Cruzó el alambrao sin vista
y les buscó el cuestarriba,
y por donde quiera que iba
los perros iban dejando
ovejas cáidas balando,
corderos patas pa'arriba.
Cuando le dieron alcance
los tarascones le erraron,
y cuando al fin la rodiaron
se ganó una vizcachera,
y los perros en carrera
casi de largo pasaron.
Meterse adentro a sacarla
el perro grande quería,
pero qué, si no podía
meterse adentro'e la cueva;
y todos hacían la prueba
pero ninguno cabía.
Hasta que al fin llegó el cuzco
y hasta el fondo se metió.
Allá adentro le gruño
y la trajo a los tirones
y afirmao en los garrones
hasta ajuera la sacó.
Se la tuve que quitar,
no sin trabajo primero,
y el más grande y el overo
por matarla se peliaban
porque si la manotiaban
le iban a estropear el cuero.
Como el cuzco de mi cuento
también la liebre he corrido,
y aunque lejos la he tenido
nunca he perdido la fe,
y si aún no la alcancé,
entuavía no se me ha ido.
Rumbo
(Pintura: Alberto Güiraldes)
No hay luz. Una sombra ya
ha borrado el horizonte,
y en la cuchilla y el monte
la noche durmiendo está.
En vano la vista va
buscando extraño fulgor,
que al mirar en derredor,
todo el espacio apagado
parece un mundo enlutado
por implacable dolor.
Morales, el paisanito
de las costas del Tornero,
va en el lomo de su overo
caminando al trotecito.
Lleva el rumbo bien escrito
en su mente y en su tino,
que hasta la "Estancia del Pino",
conclusión de sus jornadas,
hay diez leguas acostadas
a lo largo del camino.
Y entre el monótono ruido
del trote lento y pesado,
y el barullo del recado
que se queja de oprimido
y entre el alegre silbido
y la marcha acompasada
de la coscoja bordada
que se entretiene rodando,
él va la noche escarbando
con golpes de su mirada.
Pisa lomas, cruza el llano,
pasa el arroyo y la sierra,
como arreglando la tierra
con la palma de su mano.
Y es tan seguro baqueano
aquel resuelto jinete,
que, cual si fuere un juguete,
abras, sendas y picadas
parece que están atadas
al cabresto de su flete.
Sigue el viaje, y olvidado
de estudiar el derrotero,
piensa un rato, placentero,
en la prenda de su agrado.
Un pañuelo que le ha dado,
lleva al cuello como seña
de su esperanza risueña
y con febriciente anhelo
besa agitado el pañuelo
como si fuese la dueña.
Corta campo, bien seguro
de no errar una pulgada
y la gramilla aplastada
gime sobre el suelo duro.
No demuestra gran apuro
de dar fin a su excursión
y con la firme intención
de pronto encontrar la Estancia,
mata el tiempo y la distancia
entonando un pericón.
En la larga travesía
recorre todo el pasado:
un recuerdo perfumado,
otro con melancolía;
y siempre atento a su guía,
se ve pintado en su ceño
que lucha con fiel empeño
para dejar derrotadas
las guerrillas avanzadas
del ejército del sueño.
..............................
..............................
Y cuando el sol despertaba
para alumbrar el camino,
en esa "Estancia del Pino"
Morales desensillaba.
Poco después se sentaba
con el mate y la caldera
dejando gruesa bajera
sobre el lomo del overo,
como recurso certero
de sabia higiene campera.
No hay luz. Una sombra ya
ha borrado el horizonte,
y en la cuchilla y el monte
la noche durmiendo está.
En vano la vista va
buscando extraño fulgor,
que al mirar en derredor,
todo el espacio apagado
parece un mundo enlutado
por implacable dolor.
Morales, el paisanito
de las costas del Tornero,
va en el lomo de su overo
caminando al trotecito.
Lleva el rumbo bien escrito
en su mente y en su tino,
que hasta la "Estancia del Pino",
conclusión de sus jornadas,
hay diez leguas acostadas
a lo largo del camino.
Y entre el monótono ruido
del trote lento y pesado,
y el barullo del recado
que se queja de oprimido
y entre el alegre silbido
y la marcha acompasada
de la coscoja bordada
que se entretiene rodando,
él va la noche escarbando
con golpes de su mirada.
Pisa lomas, cruza el llano,
pasa el arroyo y la sierra,
como arreglando la tierra
con la palma de su mano.
Y es tan seguro baqueano
aquel resuelto jinete,
que, cual si fuere un juguete,
abras, sendas y picadas
parece que están atadas
al cabresto de su flete.
Sigue el viaje, y olvidado
de estudiar el derrotero,
piensa un rato, placentero,
en la prenda de su agrado.
Un pañuelo que le ha dado,
lleva al cuello como seña
de su esperanza risueña
y con febriciente anhelo
besa agitado el pañuelo
como si fuese la dueña.
Corta campo, bien seguro
de no errar una pulgada
y la gramilla aplastada
gime sobre el suelo duro.
No demuestra gran apuro
de dar fin a su excursión
y con la firme intención
de pronto encontrar la Estancia,
mata el tiempo y la distancia
entonando un pericón.
En la larga travesía
recorre todo el pasado:
un recuerdo perfumado,
otro con melancolía;
y siempre atento a su guía,
se ve pintado en su ceño
que lucha con fiel empeño
para dejar derrotadas
las guerrillas avanzadas
del ejército del sueño.
..............................
..............................
Y cuando el sol despertaba
para alumbrar el camino,
en esa "Estancia del Pino"
Morales desensillaba.
Poco después se sentaba
con el mate y la caldera
dejando gruesa bajera
sobre el lomo del overo,
como recurso certero
de sabia higiene campera.
sábado, 19 de febrero de 2011
En viaje
(Dibujo: Luis J. Medrano "Pampa")
En el tren de la Frontera
iban de viaje solitos,
el inglés Guillermo Monis
y el gaucho Mariano Pitos.
Serio el inglés meditaba
sobre un negocio arriesgado,
de ganar viente mil libras
por prestar dos al Estado.
El gaucho se entretenía
en contemplar los paisajes
que asoman, llegan y pasan
en los carrileros viajes.
Y aburrido del silencio
de su mudo compañero,
a las seis horas le djo:
-"Güenas tardes, aparcero".
Con mirada de balazo
se miedieron los dos nenes,
y el inglés, casi entre dientes,
apenas respondió: -"Buenes".
-Usté, que ha de ser nación
-siguió charlando Mariano-
sabrá por qué ese alambrao
lo han hecho tan chabacano.
Con unos postes grandotes
y dos alambres en yunta,
asujetaos en un palo
bien cerquita de la punta.
De siguro que el patrón
de esta estancia tan mentada
quiere que en campos ajenos
engorde su animalada.
O tal vez este estanciero
es pueblero invernador,
y por lerdo y maturrango
lo pitó el alambrador.
- No siñor; eses alambres
están colocades bien,
son les hiles que se llame;
telegrafe de la tren.
- No me embrome, don nación,
¿y pa qué tanto trabajo?
si el tren refala muy lindo
sobre los fierros de abajo.
Y dispara y se asujeta,
y vuelve a salir armao,
sin precisar para nada
los alambres del costao.
-Usté, amigue, no comprende,
el alambre es por hablar
e decir: Ché, preparase,
la tren le voy a largar.
-¡Caray!... ¡a mí no me pita!
si ya me habían contao
que los naciones charlaban
gritando en ese alambrao.
Una vez mandé un peoncito
hasta el fondo de la estancia,
y yo me juí a una cuchilla
a dos leguas de distancia.
Y bien juntito al alambre,
cuasi en los fierros trenzao,
le grité, como diez veces:
Ciriaco, me has escuchao?
Pero el muchacho no oyó
ni palabra ni bufido,
y eso que se había ensartao
un alambre en cada oído.
Conque ansina ve, amigazo,
que su cuento es pura bola;
pensó echarla de coludo,
y yo le corté la cola.
-Dejáte de cecarear,
gauchiti moi compadrón,
orejes re galle vieje,
fache re chive rabón.
-No arrugue que no hay quien planche,
no cuelgue, que no es cencerro,
malacara mal lambido,
tuito afeitao a lo perro.
Y en ese mismo momento
llegaron a una Estación,
donde el inglés muy callado,
bajó con su balijón.
-Adiós, -le dijo Mariano-
no se me vaya enojao;
y si le ocurre algo grave
hable por el alambrao.
En el tren de la Frontera
iban de viaje solitos,
el inglés Guillermo Monis
y el gaucho Mariano Pitos.
Serio el inglés meditaba
sobre un negocio arriesgado,
de ganar viente mil libras
por prestar dos al Estado.
El gaucho se entretenía
en contemplar los paisajes
que asoman, llegan y pasan
en los carrileros viajes.
Y aburrido del silencio
de su mudo compañero,
a las seis horas le djo:
-"Güenas tardes, aparcero".
Con mirada de balazo
se miedieron los dos nenes,
y el inglés, casi entre dientes,
apenas respondió: -"Buenes".
-Usté, que ha de ser nación
-siguió charlando Mariano-
sabrá por qué ese alambrao
lo han hecho tan chabacano.
Con unos postes grandotes
y dos alambres en yunta,
asujetaos en un palo
bien cerquita de la punta.
De siguro que el patrón
de esta estancia tan mentada
quiere que en campos ajenos
engorde su animalada.
O tal vez este estanciero
es pueblero invernador,
y por lerdo y maturrango
lo pitó el alambrador.
- No siñor; eses alambres
están colocades bien,
son les hiles que se llame;
telegrafe de la tren.
- No me embrome, don nación,
¿y pa qué tanto trabajo?
si el tren refala muy lindo
sobre los fierros de abajo.
Y dispara y se asujeta,
y vuelve a salir armao,
sin precisar para nada
los alambres del costao.
-Usté, amigue, no comprende,
el alambre es por hablar
e decir: Ché, preparase,
la tren le voy a largar.
-¡Caray!... ¡a mí no me pita!
si ya me habían contao
que los naciones charlaban
gritando en ese alambrao.
Una vez mandé un peoncito
hasta el fondo de la estancia,
y yo me juí a una cuchilla
a dos leguas de distancia.
Y bien juntito al alambre,
cuasi en los fierros trenzao,
le grité, como diez veces:
Ciriaco, me has escuchao?
Pero el muchacho no oyó
ni palabra ni bufido,
y eso que se había ensartao
un alambre en cada oído.
Conque ansina ve, amigazo,
que su cuento es pura bola;
pensó echarla de coludo,
y yo le corté la cola.
-Dejáte de cecarear,
gauchiti moi compadrón,
orejes re galle vieje,
fache re chive rabón.
-No arrugue que no hay quien planche,
no cuelgue, que no es cencerro,
malacara mal lambido,
tuito afeitao a lo perro.
Y en ese mismo momento
llegaron a una Estación,
donde el inglés muy callado,
bajó con su balijón.
-Adiós, -le dijo Mariano-
no se me vaya enojao;
y si le ocurre algo grave
hable por el alambrao.
viernes, 18 de febrero de 2011
Un boliche de antes
(Fotos en blanco y negro: Ignacio Balmaceda)
(Fotos color: Martín Lucesole)Cerca del paso nivel
de aquella vieja estación,
que tuvo la pretensión
de ser pueblo en un papel,
está el caserón aquel
y, con blancuzco reflejo,
crece el pasto desparejo
en cornisas y ventanas,
como si fueran las canas
de aquel edificio viejo.
Vos fuiste un boliche de antes,
y hoy en tus horas de calma,
por ahí no pasa ni un alma,
reseros y caminantes.
Tus polvorientos estantes,
duemen un sueño profundo,
mientras yo, meditabundo,
pienso que fueron testigos
de mil reuniones de amigos
que ya no andan por el mundo.
Aún mi mente conserva
tu despacho al menudeo,
las barricas de fideos
y los cilindros de yerba,
y aún al evocarte observa
mi memoria en sus visiones,
tus maltratados cajones
con su cuchara violenta,
con harina, con pulenta
o el azúcar en terrones.
Vos llegaste a ser un centro
donde había, a más de las cartas,
dos trenzas que eran dos cuartas
que tiraban para adentro;
produciéndose el encuentro
de carruajes y de pingos,
de paisanos y de gringos
que venían por el camino,
como hacienda pa'l molino,
sobre todo los domingos.
Pero hoy ya no entra el mocito
de alpargatas y de blusa
ni llega en la chata rusa
don Jacobo al trotecito.
No está la "falta" en un grito
del truco de cuatro en cruz,
ni está de noche la luz
a kerosén y apocada,
ni está el órdago "sin nada"
en los finales del mus.
Ya no entra el caballerizo
con su sombrero de trapo,
y ya nadie juega al sapo,
que era de bronce macizo.
Ya no se habla de granizo
de la isoca o de la seca;
y el domador pierna chueca
con su inconfundible facha,
ya no dentra con la guacha
colgando de la muñeca.
La mortadela y el queso
en la fiambrera grandota
ya no está ni la chacota
de aquel muchacho travieso.
No se llena el cartón grueso
con fariña en la balanza,
ya el comedido no alcanza
la bolsa con cascarilla,
ni en el tiempo de la trilla
dentra el pión lleno de granza.
Ya no está más el barril
ni el jarro bajo el espiche,
ni está el olor a boliche,
ni el "despachemé un brasil";
ni el "tome algo", ni el mandil
entre ollas y cacerolas.
Ya no están palas y piolas,
sogas y aperos colgando,
ni el gallego comentando
las romerías españolas.
Ya no entra el poncho de ajuera
arrastrándole los flecos
ni se ve botas y zuecos
con la suela de madera.
La entrada de esa tapera
ya la espuela no la raya,
y cuando el día desmaya,
ya no entra el estibador
pa'reemplazar el sudor
que dejó sobre la playa.
Ya no entra el vasco tambero
luciendo su faja negra,
ni aquel paisanaje alegra
el paso de un guitarrero.
A las bochas y a potrero
ya nadie suele, al jugar,
con el rebenque tirar,
ni está el que sacó ventajas
con el chico entre las pajas
si era maula pa bochar.
Ya nadie pide una grapa,
ni con vino se chorrea
tu piso de pinotea
ni tu mostrador de chapa,
y ya no pide la yapa
el chico que venía en pelo
en su matungo chicuelo
por un mandao de la madre;
y con saludos pa'l padre
se llevaba un caramelo.
Ya ninguno pide un jarro
de café ni lleva grasa
envuelto en papel de estraza
ni aquel pimentón en tarro.
Ya no para más el carro
ni el manejante desata,
ni dentra a gastar su plata
saludando en su ademán,
y dejando de guardián
al perro junto a la chata.
Ya no llegan las mujeres
en sulki, de antemano,
ordeñaban más temprano
y apuraban los quehaceres.
Y adquirían sus alfileres
o alguna otra prenda fina
de intimidá'femenina,
y si había algún curioso
que miraba malicioso
pasaban pa'la cocina.
Y como en aquella vía
ya no pasa el tren de carga,
ya el linyera no se larga
como en un tiempo solía;
y pa'l negocio venía
transportando su maleta,
y aunque trayendo secreta
su condición de idealista,
llegaba el croto anarquista
a pedir yerba y galleta.
Se podía llevar de allí
pa'aquellas carniadas viejas,
desde tripas en madeja
hasta pimienta y ají.
"Hoy no fío, mañana sí",
decía un cartel sin sentido
que siempre era desmentido
por la libreta deshecha,
en la que pa'la derecha
las comas se habían corrido.
Si había remate en la zona,
al rato de terminarse,
no tardaba en asomarse
la bombacha de cambrona
con dureza de carona
y con manchas de corral;
o transponían el umbral,
bajándose del fortacho
el estancieron ricacho
que volvía del "especial".
En esa calle de enfrente
hubo cuadreras famosas,
y en esas tardes hermosas
se juntaba mucha gente.
Y después era frecuente
que se jugase a la taba,
o al monte, si se cuadraba,
como a los dados o al fico,
donde hasta el propio milico
algunas veces copaba.
Cuando se jugaba fuerte
se ponía el clima violento,
y no extrañen si les cuento
que una vez hubo una muerte:
calló un mozo que a la suerte
la ayudaba con sus mañas.
El efecto de unos cañas
se hizo furia en dos cuchillos;
y el que vació los bolsillos
pagó cara sus hazañas.
Aunque esa puerta hoy no se abra,
dejo a las almas que acudan,
y oigo a dos que se saludan
con una mala palabra.
Y como todo se labra
adentro de la cabeza
cuando uno a vivir empieza,
reuerdo la boca oscura
del sótano y su frescura
con cajones de cerveza.
Tu desgastada paré',
tu palenque y tu vereda,
es de lo poco que queda
de aquel pueblo que no fué.
Desde lejos se te vé
boliche viejo, callao,
porque en silencio has quedao
desde que se te cerrara
como a un pantión que guardara
el cadáver de un pasao.
(Fotos color: Martín Lucesole)Cerca del paso nivel
de aquella vieja estación,
que tuvo la pretensión
de ser pueblo en un papel,
está el caserón aquel
y, con blancuzco reflejo,
crece el pasto desparejo
en cornisas y ventanas,
como si fueran las canas
de aquel edificio viejo.
Vos fuiste un boliche de antes,
y hoy en tus horas de calma,
por ahí no pasa ni un alma,
reseros y caminantes.
Tus polvorientos estantes,
duemen un sueño profundo,
mientras yo, meditabundo,
pienso que fueron testigos
de mil reuniones de amigos
que ya no andan por el mundo.
Aún mi mente conserva
tu despacho al menudeo,
las barricas de fideos
y los cilindros de yerba,
y aún al evocarte observa
mi memoria en sus visiones,
tus maltratados cajones
con su cuchara violenta,
con harina, con pulenta
o el azúcar en terrones.
Vos llegaste a ser un centro
donde había, a más de las cartas,
dos trenzas que eran dos cuartas
que tiraban para adentro;
produciéndose el encuentro
de carruajes y de pingos,
de paisanos y de gringos
que venían por el camino,
como hacienda pa'l molino,
sobre todo los domingos.
Pero hoy ya no entra el mocito
de alpargatas y de blusa
ni llega en la chata rusa
don Jacobo al trotecito.
No está la "falta" en un grito
del truco de cuatro en cruz,
ni está de noche la luz
a kerosén y apocada,
ni está el órdago "sin nada"
en los finales del mus.
Ya no entra el caballerizo
con su sombrero de trapo,
y ya nadie juega al sapo,
que era de bronce macizo.
Ya no se habla de granizo
de la isoca o de la seca;
y el domador pierna chueca
con su inconfundible facha,
ya no dentra con la guacha
colgando de la muñeca.
La mortadela y el queso
en la fiambrera grandota
ya no está ni la chacota
de aquel muchacho travieso.
No se llena el cartón grueso
con fariña en la balanza,
ya el comedido no alcanza
la bolsa con cascarilla,
ni en el tiempo de la trilla
dentra el pión lleno de granza.
Ya no está más el barril
ni el jarro bajo el espiche,
ni está el olor a boliche,
ni el "despachemé un brasil";
ni el "tome algo", ni el mandil
entre ollas y cacerolas.
Ya no están palas y piolas,
sogas y aperos colgando,
ni el gallego comentando
las romerías españolas.
Ya no entra el poncho de ajuera
arrastrándole los flecos
ni se ve botas y zuecos
con la suela de madera.
La entrada de esa tapera
ya la espuela no la raya,
y cuando el día desmaya,
ya no entra el estibador
pa'reemplazar el sudor
que dejó sobre la playa.
Ya no entra el vasco tambero
luciendo su faja negra,
ni aquel paisanaje alegra
el paso de un guitarrero.
A las bochas y a potrero
ya nadie suele, al jugar,
con el rebenque tirar,
ni está el que sacó ventajas
con el chico entre las pajas
si era maula pa bochar.
Ya nadie pide una grapa,
ni con vino se chorrea
tu piso de pinotea
ni tu mostrador de chapa,
y ya no pide la yapa
el chico que venía en pelo
en su matungo chicuelo
por un mandao de la madre;
y con saludos pa'l padre
se llevaba un caramelo.
Ya ninguno pide un jarro
de café ni lleva grasa
envuelto en papel de estraza
ni aquel pimentón en tarro.
Ya no para más el carro
ni el manejante desata,
ni dentra a gastar su plata
saludando en su ademán,
y dejando de guardián
al perro junto a la chata.
Ya no llegan las mujeres
en sulki, de antemano,
ordeñaban más temprano
y apuraban los quehaceres.
Y adquirían sus alfileres
o alguna otra prenda fina
de intimidá'femenina,
y si había algún curioso
que miraba malicioso
pasaban pa'la cocina.
Y como en aquella vía
ya no pasa el tren de carga,
ya el linyera no se larga
como en un tiempo solía;
y pa'l negocio venía
transportando su maleta,
y aunque trayendo secreta
su condición de idealista,
llegaba el croto anarquista
a pedir yerba y galleta.
Se podía llevar de allí
pa'aquellas carniadas viejas,
desde tripas en madeja
hasta pimienta y ají.
"Hoy no fío, mañana sí",
decía un cartel sin sentido
que siempre era desmentido
por la libreta deshecha,
en la que pa'la derecha
las comas se habían corrido.
Si había remate en la zona,
al rato de terminarse,
no tardaba en asomarse
la bombacha de cambrona
con dureza de carona
y con manchas de corral;
o transponían el umbral,
bajándose del fortacho
el estancieron ricacho
que volvía del "especial".
En esa calle de enfrente
hubo cuadreras famosas,
y en esas tardes hermosas
se juntaba mucha gente.
Y después era frecuente
que se jugase a la taba,
o al monte, si se cuadraba,
como a los dados o al fico,
donde hasta el propio milico
algunas veces copaba.
Cuando se jugaba fuerte
se ponía el clima violento,
y no extrañen si les cuento
que una vez hubo una muerte:
calló un mozo que a la suerte
la ayudaba con sus mañas.
El efecto de unos cañas
se hizo furia en dos cuchillos;
y el que vació los bolsillos
pagó cara sus hazañas.
Aunque esa puerta hoy no se abra,
dejo a las almas que acudan,
y oigo a dos que se saludan
con una mala palabra.
Y como todo se labra
adentro de la cabeza
cuando uno a vivir empieza,
reuerdo la boca oscura
del sótano y su frescura
con cajones de cerveza.
Tu desgastada paré',
tu palenque y tu vereda,
es de lo poco que queda
de aquel pueblo que no fué.
Desde lejos se te vé
boliche viejo, callao,
porque en silencio has quedao
desde que se te cerrara
como a un pantión que guardara
el cadáver de un pasao.