"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
martes, 31 de julio de 2012
El Negro alado (Polca)
Allá por puerto de Ajó
en la estancia "Los Nogales",
el mangrullo, los juncales
y los montes del Tordillo,
había un negro muy pillo
llamao Demetrio Pardales.
Todito el día pasaba,
sin tener nada que hacer
y no hacía mas que comer,
tomar mate y bolacear
tratando siempr'e pasar
tranquilo hasta anochecer.
Una vuelta de mañana,
orillando un cañadón,
vino a llamar la atención
del negro mientras se alzaba
una cigüeña que estaba
más allá de un albardón.
"Si tuitas las aves vuelan,
-se dijo mirando al viento-
haciendo un experimento,
porqué no he de volar yo",
y en seguida que pensó
se puso a idear el invento.
Al otro día temprano
una cigüeña volió,
las alas se las ató
a los brazo con un tiento,
y salió el negro contento
porque volando se vió.
Un ovillo de atar lana
a una canilla se ató,
a un muchachito llamó
pa'en caso que no volviera,
del piolín lo recogiera
y el negro otra vez se rió.
Sobre el techo de un galpón
se enhorquetó muy orondo,
y se vino desde el fondo
meta y ponga y aletiando,
pa poder salir volando
riéndose el negro sabiondo.
Y en la última aletiada,
perdiendo alas y piola,
rodando como una bola
contra el suelo se estrelló,
y ahi el negro no se rió
dijo: "me falta la cola".
(Foto: Hernán Tolosa)
sábado, 28 de julio de 2012
Siempre que no sea de a pie
1
Le asiguro Don Mansiya,
salvando algunas distancias,
capás que yego a la estancia
mañana, con mi tropiya;
mi propuesta es muy senciya
ya lo hemos aclarao, Don,
alviertale a su patrón
de movida y de soslayo
que yo soy pión de a cabayo,
de a pie… siempre fui chambón.
2
Usté bien sabe Mansiya
que yo siempre he reseriao
y algunos pingo’he domao
como estos de mi tropiya.
En el campo “Las Variyas”
fui mensual, dispués puestero,
¡lo pasaba compañero
sobre’l lomo de los fletes!
en el corral o en los bretes
trabajando días enteros.
3
Pa’ las yerras ¡ni que hablar!
había miles de terneros
y junto a otros aparceros
siempre me tocó enlazar;
en los tiempos de apartar
a rebenque y a pichico
áhi no había nada chico,
tenía que andar bien montao,
tratando ‘e salir parao
si el pingo se iba de hocico.
4
Lo que no aprendí: a puntiar
ni a manejar una horquiya,
y le arisquié a las variya
en los tiempos de esquilar;
chapetón pa’ deschalar
fui dende muy chiquilín,
cuando el maíz cuarentín
se sembraba en tuitos lao,
¡yo l’hice la cruz, cuñao
a ese tan fiero trajín!
5
Por tal causa no les fayo,
no trabajo más de a pie;
mi vida terminaré
arriba de los cabayos.
Mansiya, ¡iré como un rayo!
de mañana muy temprano,
ya tengo ensiyao un ruano,
tomo dos u tres amargo’,
unas pocas pilchas cargo
¡y hasta la güelta, paisano!
Mi rebenque platiao
Tenía un rebenque machazo
hecho de papada pura,
que aunque de linda figura
era un rebenque fierazo.
Pa pegar un güen chirlazo
otro mejor no he encontrao
y tuve por descontao
en tiempos que yo lo usaba,
que naides se le arrimaba
a mi rebenque platiao.
Tenía una argolla machaza
de plata pura ¡eso sí!
y un corredor guaraní
hecho con toda cachaza.
Aunque fierazo de traza
era un trabajo acabao,
y de cuero bien sobao
era su larga sotera;
¡Aijuna! si aúra tuviera
a mi rebenque platiao.
Entonces yo presumía
ser taita en la camperiada,
y en cuanto a ganar cueriada
por puro lujo lo hacía.
Cuando a mano lo tenía
no hallé quiebra ni aporriao,
ni el bentena más mentao
pudo hacer fijas sus miras,
porque le sacaba tiras
con mi rebenque platiao.
Hasta pa hacer el amor
lo tuve por güena ayuda,
más de una vez en la duda
supo ser güen mediador.
De un boliche el mostrador
muchas veces he golpiao,
y el pulpero retobao
me ha tratado sin malicia
de miedo de una caricia
de mi rebenque platiao.
Si en pendencia o entrevero
alguna vez me encontré,
a más de un loco dejé
con una faya en el cuero.
Si un taita, por ser copero
me ha puesto medio apurao,
en la cerdosa lo he dao
matándole un anca mora
con la punta cimbradora
de mi rebenque platiao.
viernes, 27 de julio de 2012
¿De tus manos?... como pinte
(Pintura: Juan Manuel Blanes)
¿Qué cómo me gusta el mate?...
Como te guste a vos...
Si tomás dulse, dulse...
Y sinó, simarrón...
Con hojitas de naranjo,
con cáscara o con flor...
Lo mesmo con toronjil,
o con hojitas de cedrón;
con ñangapiré o arasa,
o con marsela en flor;
con hojas de durasnero,
y lo mesmo da con limón;
con quemadita o canela,
o café, si t'es mejor;
y lo mesmo con te quiero,
siempre que quieras vos.
¿No estás viendo, qu'es golosina?...
¿No estás viendo, qu'es amor?...
Que, en saliendo de tus manos,
anque sea simarrón,
ha de tener del camuatí
tuita su dulsor.
Dulsor de lechiguana,
de burucuyá punsó,
o de las negras pitangas,
chal-chal coloriao al sol,
butiá, tala y guayaba,
y macachín en terrón!...
Dulse, como tus besos.
Dulse como tu vos.
Dulse, como tus ojos
cuando miran con amor!...
Dameló con tortitas.
Dameló con pororó.
Dameló con pastelitos,
o como quieras vos;
que siempre tendrá pa mi
la dulsura de tu amor.
La dulsura de tu boca,
y d'estar juntos los dos.
¿Qué cómo me gusta el mate?...
Como te guste a vos...
Si tomás dulse, dulse...
Y sinó, simarrón...
Con hojitas de naranjo,
con cáscara o con flor...
Lo mesmo con toronjil,
o con hojitas de cedrón;
con ñangapiré o arasa,
o con marsela en flor;
con hojas de durasnero,
y lo mesmo da con limón;
con quemadita o canela,
o café, si t'es mejor;
y lo mesmo con te quiero,
siempre que quieras vos.
¿No estás viendo, qu'es golosina?...
¿No estás viendo, qu'es amor?...
Que, en saliendo de tus manos,
anque sea simarrón,
ha de tener del camuatí
tuita su dulsor.
Dulsor de lechiguana,
de burucuyá punsó,
o de las negras pitangas,
chal-chal coloriao al sol,
butiá, tala y guayaba,
y macachín en terrón!...
Dulse, como tus besos.
Dulse como tu vos.
Dulse, como tus ojos
cuando miran con amor!...
Dameló con tortitas.
Dameló con pororó.
Dameló con pastelitos,
o como quieras vos;
que siempre tendrá pa mi
la dulsura de tu amor.
La dulsura de tu boca,
y d'estar juntos los dos.
jueves, 26 de julio de 2012
Presumido el hombre
En el paisanaje viejo,
pero paisanaje flor,
conocí entre lo mejor
a un tal Rudecindo Trejo;
hombre prolijo y parejo
para ensillar y vestir,
y se me sabía ocurrir
cada vez que lo veía,
que en todo él se leí:
¡no puede el gaucho morir!
Era una estampa divina
del hombre puro y altivo,
digno estudio y fiel motivo
del gaucho de la Argentina;
de melena lacia y fina
y elegante hombre campero,
con su vestir y su apero
imponía el mayor respeto,
pues era como un decreto
expulsando lo extranjero.
Vestía de negro merino
chiripá a la pantorrilla,
ensortijada golilla
y un poncho a listas, muy fino;
eran , un medio Argentino
de su blusa los botones,
el oro y los patacones
cubrían su tirador,
y un facón y rastra flor
decían: ¡quedan varones!
Un sombrero que era en fijo
bien gaucho y de lo mejor,
con retranca y pasador
de oro, ajstando el barbijo;
y las botas, yo colijo,
fueron de un potro azulejo;
las espuelas como espejo
se veían relumbrando,
tal como si el sol testando
les legara algún reflejo.
Como en todo presumía,
presumía de bien montao,
y más sobre un colorao
cabos negros, que tenía;
el apero relucía,
pues era deslumbrador;
y para decir mejor
ese hombre así presumiendo,
era un horcón sosteniendo
lo que adora este cantor.
¡Mentiras!
(Foto: Eduardo Amorim)
Matando caballos
al rancho se vino
Silveria. A la madre
temblando le dijo
algunas palabras
juntito al oído.
-"No es nada. No es nada"-
la madre le previno,
y hablóle a la niña
bajito, bajito.
Cosas de mujeres
jué lo sucedido...
Que naide lo sepa,
¡Dios mío! ¡Dios mío!
Al día siguiente
la madre le dijo:
-"Ocultá esas carnes,
lávate el hocico,
péinate esas mechas,
ajusta el corpiño...
pues ya eres mocita
pa ese desaliño...
Y es güeno que tengas
un poco de juicio.
No vayas al monte,
no vayas al río...
Quédate en el rancho,
quédate conmigo,
pues debes cuidarte
de muchos peligros...
Si de mí te alejas,
quién sabe... ¡Dios mío!
II
¡Se le cayó el cielo
al pobre Remigio!
De una tarde pa otra,
sin darle motivo
alguno, Silveria
lo dejó solito
cuidando los bueyes
allá por el río,
allá por el monte,
solito, solito...
Cual cuerpo sin alma,
de tan abatido,
el pobre quedóse
con lo sucedido.
La ingrata... La ingrata...
¡Quién lo hubiera dicho!
Ya va pa dos meses
que lo echó en olvido!
III
Un cuerpo sin alma
parece Remigio.
No ríe; no canta;
ni silba bajito,
como antes silbaba
aquél dulce estilo
que luego rodaba
por el monte y el río.
¿No recuerda acaso
que un día le dijo:
-"Pa siempre seremos
muy fieles amigos?"-
Mentiras... Mentiras...
¡Mentiras han sido!
¡Ya van pa dos meses
que lo echó en olvido!
(Dibujo: Molina Campos)
Matando caballos
al rancho se vino
Silveria. A la madre
temblando le dijo
algunas palabras
juntito al oído.
-"No es nada. No es nada"-
la madre le previno,
y hablóle a la niña
bajito, bajito.
Cosas de mujeres
jué lo sucedido...
Que naide lo sepa,
¡Dios mío! ¡Dios mío!
Al día siguiente
la madre le dijo:
-"Ocultá esas carnes,
lávate el hocico,
péinate esas mechas,
ajusta el corpiño...
pues ya eres mocita
pa ese desaliño...
Y es güeno que tengas
un poco de juicio.
No vayas al monte,
no vayas al río...
Quédate en el rancho,
quédate conmigo,
pues debes cuidarte
de muchos peligros...
Si de mí te alejas,
quién sabe... ¡Dios mío!
II
¡Se le cayó el cielo
al pobre Remigio!
De una tarde pa otra,
sin darle motivo
alguno, Silveria
lo dejó solito
cuidando los bueyes
allá por el río,
allá por el monte,
solito, solito...
Cual cuerpo sin alma,
de tan abatido,
el pobre quedóse
con lo sucedido.
La ingrata... La ingrata...
¡Quién lo hubiera dicho!
Ya va pa dos meses
que lo echó en olvido!
III
Un cuerpo sin alma
parece Remigio.
No ríe; no canta;
ni silba bajito,
como antes silbaba
aquél dulce estilo
que luego rodaba
por el monte y el río.
¿No recuerda acaso
que un día le dijo:
-"Pa siempre seremos
muy fieles amigos?"-
Mentiras... Mentiras...
¡Mentiras han sido!
¡Ya van pa dos meses
que lo echó en olvido!
(Dibujo: Molina Campos)
martes, 24 de julio de 2012
El cuhillo de plata (Estilo)
(Foto: Eduardo Amorim)
Supe tener un cuchillo
bien criollo y de pura plata
que me regaló una Ñata
del pago de Saladillo.
Era, sin mentir, su brillo
como el mesmo sol,¡canejo!;
medio liviano y parejo,
muy puntiagudo y filoso
y para mejor, celoso
defensor de mi pellejo.
Y con él, me acuerdo un día,
que sin tener un contrario
pues, me llevó un comisario
para la comisaría.
¿Y saben lo que quería?
Que yo le diera el cuchillo.
Pues, le conté a este pillo
aunque soy pobre paisano
con el cuchillo en la mano
¡ni a la muerte me le humillo!
Pero la suerte fatal,
se interpuso de tal modo,
que no encontraba acomodo
pa’ salvar mi capital;
y como me había ido tan mal
con lo que me habían ganao
en el juego entusiamao;
olvidé mi mesma Ñata
y mi cuchillo de plata
quedó en la banca empeñao.
Año 1924-
Supe tener un cuchillo
bien criollo y de pura plata
que me regaló una Ñata
del pago de Saladillo.
Era, sin mentir, su brillo
como el mesmo sol,¡canejo!;
medio liviano y parejo,
muy puntiagudo y filoso
y para mejor, celoso
defensor de mi pellejo.
Y con él, me acuerdo un día,
que sin tener un contrario
pues, me llevó un comisario
para la comisaría.
¿Y saben lo que quería?
Que yo le diera el cuchillo.
Pues, le conté a este pillo
aunque soy pobre paisano
con el cuchillo en la mano
¡ni a la muerte me le humillo!
Pero la suerte fatal,
se interpuso de tal modo,
que no encontraba acomodo
pa’ salvar mi capital;
y como me había ido tan mal
con lo que me habían ganao
en el juego entusiamao;
olvidé mi mesma Ñata
y mi cuchillo de plata
quedó en la banca empeñao.
Año 1924-
Estilo del cuchillo
Este cuchillo que tengo
conoce el rumbo paisano
desde capar yeguarizos,
desvirar tientos de lazos
y a mí me llora en las manos
como un piche degollado.
Señores, sepan que soy
un habitante bardino,
por muchas cosas lo digo
pero más por mi cuchillo,
envainado es como muerto
y canta cuando lo afilo.
Cabo grueso muy largo
de hoja marca "arbolito"
con él no le temo a nada,
ni a la muerte ni al camino
y andando en pagos lejanos
yo duermo lo más tranquilo.
Nunca supo de entreveros
al menos estando conmigo,
yo peleo con mis versos
porque soy hombre tranquilo
lo digo por si hay alguno
que no le gusten mis trinos.
Cuántas veces por la pampa,
por jugar le probé el filo
en un hilito de pasto
o en las crinas de mi pingo
o lo metí en las caronas
pa que no haigan refucilos.
Pa desvirar unos tientos
se lo he prestao a un amigo
y empezó a llorar la ausencia
porque no estaba conmigo,
cosa que solo un paisano
puede entender lo que digo.
Lo he de seguir afilando
porque me dijo ese amigo,
que me invitara a pichar
cerca del pozo del gringo
y es un bíblico lugar
que existe en el pago mío.
La cinta colorada
Que po qué me disgracié?
¡Vaya a sabe su Mercé
lo que las hémbras y machos
en cuestiones del queré
guardamos dentro el pecho!
Yo quería a mi Isabel
como a la Virgen del Cielo;
y cuando ella me decía
que me quería también,
me miraba en sus ojazos
qu'eran grandotes y negros
como esos nichos sin naide
de la tapia'el cementerio.
Pero un güen día, mi iñor,
dende la lomita'el cerro,
la vide en líos de amor
con Ifraín el buhonero.
Supe dispués que una cinta
coloráa jué el regalo
que me le dieron en premio.
Esa cinta coloráa,
en su cogote moreno,
era para mí un puñal
que me traspasaba el pecho.
¡Y tuve ganas de ahorcarla
con las trenzas de su pelo!
-Y dispués ¿qué sucedió?
-Isabel dejó e lucir,
en su cogote moreno,
esa cinta coloráa
qu'en pago de su traición
le acetara al buhonero.
En una noche mu negra,
como son tós mis ricuerdos,
la corté con un cuchillo
junto con las carnes d'ella.
Y dende la noche aquella
a esa cinta coloráa
que me causó tanta pena
po más que cierro los ojos
po no vela... po no vela...
¡la veo toítas las tardes
pintaíta allá en el cielo,
cuando s'esmayan las luces
sobre la lomita'el cerro!...
Licencia pido...
Licencia pido a los poetas
como ignorante que soy,
que yo a preguntarles voy,
quiero que me den respuesta:
quién fue el que inventó la letra,
quién fue el que inventó el recelo;
qué ave se encumbra hasta el cielo,
cuál es el astro mayor,
pregunto al más escritor
qué leguas hay de aquí al cielo.
Quién tocó la arpa primero,
cuál fue el primer ermitaño,
cuántas horas tiene el año,
qué grosor tendrá la tierra,
cuántas serán las goteras
que caen en un aguacero,
cuántos serán los dineros
en oro y plata sellados,
en montes, sierras y prados:
qué animal pastó primero.
Cuál fue el ave que nombró
a Cristo en su nacimiento,
cuál fue el primer elemento
que Dios en el mundo creó,
cuántos árboles plantó
de la cordillera al mar
agua del río Jordán
que tanta dicha mantuvo,
quién fue el primero que anduvo
en los jardinde de Adán.
Un punto quiero saber
que desea mi fortuna:
qué vueltas dará la luna
de nacer hasta poner;
en un pliego de papel
cuántos renglones cabrán
qué hará que murió Adán,
qué fin tuvo Salomón;
pregunto al mejor autor
qué hondura tendrá la mar.
Soy milonga
Resisto en aquellos hombres,
después que vino Hernandarias,
a veces he sido plegaria
para el peón de las estancias.
También pasé mi arrogancia
por los patios coloniales,
fui viento en los pajonales,
sol cuando la lluvia acampa
y me quedé por la pampa
en las clines de baguales.
Desensillen los que quieran
quedarse para escuchar,
que yo le voy a mostrar
el porqué de mi presencia;
no estoy en ninguna ciencia
y si he estado no me acuerdo,
por eso a veces me pierdo
por los fogones del llano,
y en el pecho del paisano
yo anido en el lado izquierdo.
Me vine para estos pagos
y fue época de soldado,
con el comandante Prado
y chiripá de Merino,
¡vaya que tiempo mezquino
me está queriendo olvidar!;
yo que le enseñé a cantar
a blancos, negros y mulatos
dándome de codo el plato
mis versos al entonar.
Me hice gaviota en el sur
picotiando rastrilladas,
y en las noches estrelladas
brillé con mi propia luz.
Siempre tuve esa virtud,
la de seguir alumbrando
y mientras voy caminando
ustedes verán en mí,
la guitarra de Fleury
junto a mis versos, cantando.
Soy milonga nada más
y en Navarro con Dorrego
yo dejo en el poncho negro
que le prestara Lavalle.
Soy milonga en la calle
o en el terreno que elijan;
soy la madre, soy la hija,
del campo soy la tranquera
y en un final de cuadreras
yo gano en primera: ¡fija!
Cuando quieran encontrarme,
búsquenme en los fogones,
junto al calor de los peones
soy su canción preferida.
Nunca me gasto en partidas
porque conozco el camino
y si hoy me canta un bardino,
mañana otro cantará;
para decir la verdad
soy donde va mi destino.
Dicen que vine de afuera
desde la tierra española
y ahora luzco una aurora
como una vincha inmortal;
sola me salto el corral
sin que me toquen las clinas
soy águila peregrina
que tiene blanco su pecho
porque me asiste el derecho
de ser milonga: ¡ARGENTINA!
lunes, 23 de julio de 2012
Cañadón de las Horquetas
“Cañadón de las Horquetas”,
perfumado de tomillos
donde mi flete rosillo
aparté de una manada,
están tus huellas taladas
de tanto pasar baguales,
por entre los jarillales
que perfuman tus isletas
pasó la presencia inquieta
de zorreros y mensuales.
Vos me sacaste las ganas
de galopeador sin yel.
Los dos juntos, con Javier,
te anduvimos la distancia;
y al recordar la elegancia
del galope del rosillo
iba encendiendo los grillos
en la coscoja del freno,
y a este bardino sereno
le diste tu mejor brillo.
Cañadón donde las vacas
de Carpio Suárez, guampudas
me hicieron poner en duda
lo eficaz de las rodajas,
si cuando en la región baja,
me lo rayaron al pingo,
cañadón, ¡chá… qué era lindo!
correr sobre tu lomillo!...
Y después junto a los grillos
ir quedándome dormido.
Pero desperté del sueño,
presagio de mi destino,
coscoja de los bardinos
que les multiplica el canto,
águila de pecho blanco
que anida en esa región
y al rejuntar la emoción
de cantarle a mi querencia
el fruto de mi experiencia
canta por vos, cañadón.
Así quiero mi tropilla
(Pintura: Francisco Madero Marenco)
¡En mi tropilla de versos
galopea la esperanza…!
Quiero ver muchos baguales
rodeando la madrugada
como una yegua madrina
de pelo “overo-rosada”.
A los “blancos” de Villegas
luciendo como una plata
junto a un “oscuro lucero”
que lleva la noche en ancas.
Tener el “moro” de Urquiza
para bolear una garza
en el salto, porque dicen
que con él hacía la hazaña.
O aquél “moro” de Facundo
para que hable con mi alma
y en toda suerte de amores
me haga ganar la batalla.
Quiero el “pangaré” famoso
“Buey”, que Machado montaba,
para correr las cuadreras
o lucirme en las boleadas.
O el “pangaré” de Calfiao
que bebía las distancias
y en los médanos corría
con las potreras atadas.
El cacique ranquelino,
Ramón, formidable lanza,
supo tener un “picazo”
ligero como luz mala.
Ese pingo yo quisiera
en mi tropilla baguala.
Con un buen recado criollo
¡cómo luciría la plata!
Quiero un flete “doradillo”
como el sol de la mañana,
igual al de Manuelita
que por Palermo paseaba.
O el “bayo” de San Martín
que en San Lorenzo cargaba.
Con un “gateado barcino”
¡qué pingos para una hazaña!
“Azulejo” de Ramírez
(nube azul-humo su capa)
era un pedazo de cielo
en las tardes entrerrianas.
Ah! quién pudiera tenerlo
en la tropilla soñada
con el “manchao” de Grigera
y largarlos a la cancha!
El pingo “gateado overo”
de Baigorrita volaba,
y lo quiero en mi tropilla
para lujo de mi marca.
Con el superior “lobuno”
de Lamadrid, flete pampa,
y algún “alazán tostado”
tendré tropilla entablada.
Tropilla con la madrina
de pelo “overo-rosada”
cencerreando mi recuerdo
por la huella de nostalgias.
Así yo quiero mis pingos:
todo pelo y sola marca,
¡criollos, que son de mi tierra
como vivas flores gauchas!
¡La tropilla de mis versos
va galopando la pampa…!
¡En mi tropilla de versos
galopea la esperanza…!
Quiero ver muchos baguales
rodeando la madrugada
como una yegua madrina
de pelo “overo-rosada”.
A los “blancos” de Villegas
luciendo como una plata
junto a un “oscuro lucero”
que lleva la noche en ancas.
Tener el “moro” de Urquiza
para bolear una garza
en el salto, porque dicen
que con él hacía la hazaña.
O aquél “moro” de Facundo
para que hable con mi alma
y en toda suerte de amores
me haga ganar la batalla.
Quiero el “pangaré” famoso
“Buey”, que Machado montaba,
para correr las cuadreras
o lucirme en las boleadas.
O el “pangaré” de Calfiao
que bebía las distancias
y en los médanos corría
con las potreras atadas.
El cacique ranquelino,
Ramón, formidable lanza,
supo tener un “picazo”
ligero como luz mala.
Ese pingo yo quisiera
en mi tropilla baguala.
Con un buen recado criollo
¡cómo luciría la plata!
Quiero un flete “doradillo”
como el sol de la mañana,
igual al de Manuelita
que por Palermo paseaba.
O el “bayo” de San Martín
que en San Lorenzo cargaba.
Con un “gateado barcino”
¡qué pingos para una hazaña!
“Azulejo” de Ramírez
(nube azul-humo su capa)
era un pedazo de cielo
en las tardes entrerrianas.
Ah! quién pudiera tenerlo
en la tropilla soñada
con el “manchao” de Grigera
y largarlos a la cancha!
El pingo “gateado overo”
de Baigorrita volaba,
y lo quiero en mi tropilla
para lujo de mi marca.
Con el superior “lobuno”
de Lamadrid, flete pampa,
y algún “alazán tostado”
tendré tropilla entablada.
Tropilla con la madrina
de pelo “overo-rosada”
cencerreando mi recuerdo
por la huella de nostalgias.
Así yo quiero mis pingos:
todo pelo y sola marca,
¡criollos, que son de mi tierra
como vivas flores gauchas!
¡La tropilla de mis versos
va galopando la pampa…!
Atardecer
Sueltan al aire los cardos
su lluvia de panaderos
y las torcazas, buchonas,
van buscando el monte viejo.
La tarde se estira a lonja
en la carrera del tiempo
y hace puesta con el sol
en un rojizo entrevero.
Se viene tendiendo un poncho
que la noche tira al vuelo
pa' poder tapar la luz
y echarle un pial de silencio.
Los balidos se resbalan
sobre el lustre de los cerros
y de rebote a los pastos
le pasan a contrapelo.
Está cerrando la noche
como un lazo flojo y negro
entre un concierto de ruidos
retobados de misterio.
En la tristeza del campo
cambiante pucho nochero
de los bichitos de luz
entra a velar el silencio.
Cuando agoniza una tarde
hay un día que está muerto,
y lo estaquean las sombras
pa' que lo seque el lucero.
En la quietud del ocaso
abismó el sol su destello.
Y se duerme, susurrando,
el atardecer campero!
El payador
¡Feliz día, payadores y Gracias por existir...barajo!
(Pintura: Castagnino)
Al Dr. Augusto Raúl Cortázar,
in memoriam.
De José Santos Varela
-un hombre que ya es difunto-,
les digo que fue el mejor
payador de contrapunto.
El mejor -para mi juicio-
De los que yo conocí.
Tal vez, comparando, algunos
no quieran pensarlo así.
Poco sé de los antiguos.
Quien le gane, no ha nacido.
Cantó y murió como un hombre.
Que no lo tape el olvido.
En Azul fue domador,
y en la estancia Los Cardales
supo tener buena mano
para sosegar baguales.
Pero ya la inclinación
al contrapunto traía
y, en cuanta fiesta se armaba,
payaba por fantasía.
Allá por la Magdalena,
donde llegó de cantor,
tuvo por demás halagos
como buen concertador.
Cuando algún alabancioso
de payador alardeaba,
mansamente se ofrecía
y el contrapunto aceptaba.
Y al concertar sobre cosas
de lo humano y lo divino,
al atrevido dejaba
en la mitad del camino.
Supo responder a todo
improvisando con brillo.
A veces, se vio forzado
a "payar" con el cuchillo.
Pues quien se siente humillado
no se va sin el antojo,
y más de algún perdedor
queda con sangre en el ojo.
Así que llega el instante
de poner al lance punto
y de que hablen los facones,
aunque en otro contrapunto.
Se topan luego dos hombres
que no se aguantan el genio
y saltan y refucilan
chispas que no son de ingenio.
Desde Dolores a Monte
iban dejando una estela
las mentas bien merecidas
de José Santos Varela.
Yo lo conocí en Maipú,
donde llegó de mocito
y payó de contrapunto
en la Esquina del Jarrito.
¡Qué fintas, qué atropelladas,
qué concertanzas, qué flores
en ese truco y retruco
de mozos concertadores!
Por horas y horas, allí
a todos nos tuvo en vilo,
pues sus razones tenían
punta, contrafilo y filo.
Y medio como chuceando,
y sin perderle el respeto,
al contrario bien sabía
ponerlo en un duro aprieto.
También se las atajaba
con advertencia y cuidado,
porque para preguntar
el otro no era quedado.
Así anduvieron pujando,
igual que en una pulseada,
hasta que, al fin, a Varela
se la dieron por ganada.
Pues preguntó en la ocasión,
sin obtener la respuesta,
"qué cosa es la que más vale
y cuál la que menos cuesta".
Y aclaró certeramente,
para dejarla explicada:
"La que más vale es la vida,
porque sin ella no hay nada".
Y dijo también después,
sin que a ninguno desaire:
"De las cosas de este mundo,
la más barata es el aire".
Otra vez, en Chascomús,
un payador, Juan Vilar,
como haciéndose el chiquito,
medio lo quiso topar.
Y al concertarse el encuentro,
en cuantito se afirmó,
con afiladas preguntas
a Varela lo apuró.
De entrada, nomás, le suelta
una demanda endiablada:
"Diga la distancia que hay
desde el todo hasta la nada".
Y le responde Varela:
"Ha de ser, a mi entender,
la misma que se calcula
desde el ser hasta el no ser".
Ya medio Vilar se encona
y replica: "Afírmese
y diga dónde está oculto
el fuego que no se ve".
Y contesta ese Varela
sin ninguna dilación:
"En el centro de la Tierra
y en mitad del corazón".
Porfía Vilar y exige:
"Dígame, cuando le cuadre,
cuál es el mayor dolor,
después de perder la madre".
Y responde ese Varela:
"Por hombre y por dignidad,
el mayor dolor, entonces,
es perder la libertad".
Y ya pregunta Vare1a,
y ya nomás me lo apura,
y ya de hijo lo tiene,
lo mismo que a criatura.
Y a ese Vilar le propone:
"Dígame, por gusto y gana,
cuántas partes se distinguen
en un estribo campana".
Y medio Vilar rumbea
ante el hombre que lo arrolla,
y le responde en el caso:
"Arco, baranda y argolla".
"Le acepto -dice Vare1a-,
pues no ha contestado mal.
Mas no sabe dónde pisa,
pues se olvidó del plantal".
"Y hablando de bichos criollos,
diga, de manera franca,
de qué color es el huevo
que pone la garza blanca".
Se desconcierta Vilar,
y Vare1a: "Aunque le cueste
-le dice-, usted ha perdido,
y el huevo es azul celeste".
En el Tandil, otra vez
en la Esquina de Gordillo,
payaron de contrapunto
Varela y Jacinto Trillo.
Famoso era el Trillo aquél,
tenido como primero,
y se amuchaban sus mentas
de payador juninero.
Lo dejó entrar en confianza
para apretarlo al final:
"Dígame -empezó Varela-
cuál es el más fácil pial".
Y le responde ese Trillo
como llevándolo en anca:
"Sin revolear y a las manos,
es el tiro de payanca".
Luego Vare1a lo exige:
"Diga, si de bichos sabe,
cuántos huevos pone el tero
y dónde anida tal ave".
Y al ver que todos callaban
y estaban como en el teatro,
aclara: "Anida en el suelo
y pone siempre de a cuatro".
Otra vez, en Chivilcoy,
con un tal Floro Godino,
se presentó la ocasión
de payar a lo divino.
Y pregunta ese Varela:
"Dígame, cuando le cuadre,
del sabio rey Salomón
quién fue justamente el padre".
Callado queda el contrario
y, terminando la lid,
al tiro dice Varela:
"Sepa que fue el rey David".
Así paya ese Varela,
sin hallar quien se le oponga.
Se acompañaba por cifra,
aunque también por milonga.
Cuando Arias y aquel Racedo
chocaron en Puente Alsina,
dejó la guitarra a un lado
y agarró su carabina.
Murió en junio del 80,
cuando la revolución,
vivando a ese Hilario Lagos,
porque era hombre de opinión.
(Pintura: Castagnino)
Al Dr. Augusto Raúl Cortázar,
in memoriam.
De José Santos Varela
-un hombre que ya es difunto-,
les digo que fue el mejor
payador de contrapunto.
El mejor -para mi juicio-
De los que yo conocí.
Tal vez, comparando, algunos
no quieran pensarlo así.
Poco sé de los antiguos.
Quien le gane, no ha nacido.
Cantó y murió como un hombre.
Que no lo tape el olvido.
En Azul fue domador,
y en la estancia Los Cardales
supo tener buena mano
para sosegar baguales.
Pero ya la inclinación
al contrapunto traía
y, en cuanta fiesta se armaba,
payaba por fantasía.
Allá por la Magdalena,
donde llegó de cantor,
tuvo por demás halagos
como buen concertador.
Cuando algún alabancioso
de payador alardeaba,
mansamente se ofrecía
y el contrapunto aceptaba.
Y al concertar sobre cosas
de lo humano y lo divino,
al atrevido dejaba
en la mitad del camino.
Supo responder a todo
improvisando con brillo.
A veces, se vio forzado
a "payar" con el cuchillo.
Pues quien se siente humillado
no se va sin el antojo,
y más de algún perdedor
queda con sangre en el ojo.
Así que llega el instante
de poner al lance punto
y de que hablen los facones,
aunque en otro contrapunto.
Se topan luego dos hombres
que no se aguantan el genio
y saltan y refucilan
chispas que no son de ingenio.
Desde Dolores a Monte
iban dejando una estela
las mentas bien merecidas
de José Santos Varela.
Yo lo conocí en Maipú,
donde llegó de mocito
y payó de contrapunto
en la Esquina del Jarrito.
¡Qué fintas, qué atropelladas,
qué concertanzas, qué flores
en ese truco y retruco
de mozos concertadores!
Por horas y horas, allí
a todos nos tuvo en vilo,
pues sus razones tenían
punta, contrafilo y filo.
Y medio como chuceando,
y sin perderle el respeto,
al contrario bien sabía
ponerlo en un duro aprieto.
También se las atajaba
con advertencia y cuidado,
porque para preguntar
el otro no era quedado.
Así anduvieron pujando,
igual que en una pulseada,
hasta que, al fin, a Varela
se la dieron por ganada.
Pues preguntó en la ocasión,
sin obtener la respuesta,
"qué cosa es la que más vale
y cuál la que menos cuesta".
Y aclaró certeramente,
para dejarla explicada:
"La que más vale es la vida,
porque sin ella no hay nada".
Y dijo también después,
sin que a ninguno desaire:
"De las cosas de este mundo,
la más barata es el aire".
Otra vez, en Chascomús,
un payador, Juan Vilar,
como haciéndose el chiquito,
medio lo quiso topar.
Y al concertarse el encuentro,
en cuantito se afirmó,
con afiladas preguntas
a Varela lo apuró.
De entrada, nomás, le suelta
una demanda endiablada:
"Diga la distancia que hay
desde el todo hasta la nada".
Y le responde Varela:
"Ha de ser, a mi entender,
la misma que se calcula
desde el ser hasta el no ser".
Ya medio Vilar se encona
y replica: "Afírmese
y diga dónde está oculto
el fuego que no se ve".
Y contesta ese Varela
sin ninguna dilación:
"En el centro de la Tierra
y en mitad del corazón".
Porfía Vilar y exige:
"Dígame, cuando le cuadre,
cuál es el mayor dolor,
después de perder la madre".
Y responde ese Varela:
"Por hombre y por dignidad,
el mayor dolor, entonces,
es perder la libertad".
Y ya pregunta Vare1a,
y ya nomás me lo apura,
y ya de hijo lo tiene,
lo mismo que a criatura.
Y a ese Vilar le propone:
"Dígame, por gusto y gana,
cuántas partes se distinguen
en un estribo campana".
Y medio Vilar rumbea
ante el hombre que lo arrolla,
y le responde en el caso:
"Arco, baranda y argolla".
"Le acepto -dice Vare1a-,
pues no ha contestado mal.
Mas no sabe dónde pisa,
pues se olvidó del plantal".
"Y hablando de bichos criollos,
diga, de manera franca,
de qué color es el huevo
que pone la garza blanca".
Se desconcierta Vilar,
y Vare1a: "Aunque le cueste
-le dice-, usted ha perdido,
y el huevo es azul celeste".
En el Tandil, otra vez
en la Esquina de Gordillo,
payaron de contrapunto
Varela y Jacinto Trillo.
Famoso era el Trillo aquél,
tenido como primero,
y se amuchaban sus mentas
de payador juninero.
Lo dejó entrar en confianza
para apretarlo al final:
"Dígame -empezó Varela-
cuál es el más fácil pial".
Y le responde ese Trillo
como llevándolo en anca:
"Sin revolear y a las manos,
es el tiro de payanca".
Luego Vare1a lo exige:
"Diga, si de bichos sabe,
cuántos huevos pone el tero
y dónde anida tal ave".
Y al ver que todos callaban
y estaban como en el teatro,
aclara: "Anida en el suelo
y pone siempre de a cuatro".
Otra vez, en Chivilcoy,
con un tal Floro Godino,
se presentó la ocasión
de payar a lo divino.
Y pregunta ese Varela:
"Dígame, cuando le cuadre,
del sabio rey Salomón
quién fue justamente el padre".
Callado queda el contrario
y, terminando la lid,
al tiro dice Varela:
"Sepa que fue el rey David".
Así paya ese Varela,
sin hallar quien se le oponga.
Se acompañaba por cifra,
aunque también por milonga.
Cuando Arias y aquel Racedo
chocaron en Puente Alsina,
dejó la guitarra a un lado
y agarró su carabina.
Murió en junio del 80,
cuando la revolución,
vivando a ese Hilario Lagos,
porque era hombre de opinión.
El grito del vencido
(Pintura: "Gaucho Federal", óleo 1842- Raymund Auguste Quinsac Monvoisin)
El sol se estaba poniendo,
cuando a lo lejos se vido
a un gaucho desconocido
que iba la loma subiendo;
como si fuera, durmiendo,
agachao se sostenía
y tan triste parecía
que dába pena el mirarlo,
y ganas de consolarlo,
al corazón que venía.
Era un mozo, criollo flor,
tan alto como hombre y medio
de esos que ni pa remedio
van quedando, lo que es peor;
en el pretal sonador
la plata le relumbraba
y el facón, que le asomaba
una cuarta en la cintura
encabao en plata pura,
también con el sol brillaba.
Traía al cuerpo, ajustada,
una camiseta que era
celeste, color bandera
con trensilla ribeteada;
las espuelas, como nada,
valían un dineral.
Y desde el freno al bozal
y del rebenque a las riendas,
llevaba más plata en prendas
que choclos tiene un maizal.
Un chiripá de merino,
en las puntas bien bordao,
el calzoncillo, cribao,
y botas de cuero fino;
un poncho que en el camino
lo había echado por delante,
anunciaban lo bastante,
los avíos del paisano
que "andaba" en un pingo "ruano"
de algún Partido distante.
En la mesma coronita
de la loma sofrenó,
y allí el pingo se quedó
escarbando la tierrita.
La ciudá estaba cerquita
y blanqueaba el caserío
amontonao junto al río,
que estaba tan sosegao
que parecía clavao
entre el agua, el barquerío.
Soltó la rienda el paisano,
sacándole allí el sombrero
y poniendo el gesto fiero,
hizo una cruz, con la mano;
y con aire soberano
miró a la ciudá, después,
y empinao sobre los pies,
con acento dolorido,
echó al aire su quejido
y su tristeza, a la vez.
-"¡Ay! Pobre ciudá cautiva,
de tu enemigo implacable,
de esos tiranos de sable,
que yo odiaré, mientras viva.
¡Quién te vido tan arriba,
y hoy tan abajo te ve!
Sin saber, cuasi, por qué,
siento los ojos ñublaos
y por esos condenaos,
por poco pierdo la fe.
"¡Quien me había de decir
que en la ciudad de mi tierra,
los chimangos de la sierra
se le habían de venir!
¡Quién , que había de morir
nuestra libertad querida,
con tanta sangre vertida
por la altiva porteñada
que en toda guerra empeñada
ha dao por otros la vida!".
...............................
"Dejá, no más, yo te juro,
que la has de pagar, "cuicada"
que estás envalentonada
por que andás en lo siguro;
te he de hallar en un apuro,
juyendo, como avestruz,
y que no vea la luz
y que me saquen el cuero
si el cabo de mi talero
no te lo rompo en la cruz!".
Dijo así el gaucho vencido,
al tiempo que el sol se entraba
mientras la noche se apeaba
del lao del río dormido.
Después, medio estremecido,
se echó a la nuca el sombrero
y con rabia, al parejero,
las espuelas le clavó
y loma abajo salió
dando la cara al pampero.
El sol se estaba poniendo,
cuando a lo lejos se vido
a un gaucho desconocido
que iba la loma subiendo;
como si fuera, durmiendo,
agachao se sostenía
y tan triste parecía
que dába pena el mirarlo,
y ganas de consolarlo,
al corazón que venía.
Era un mozo, criollo flor,
tan alto como hombre y medio
de esos que ni pa remedio
van quedando, lo que es peor;
en el pretal sonador
la plata le relumbraba
y el facón, que le asomaba
una cuarta en la cintura
encabao en plata pura,
también con el sol brillaba.
Traía al cuerpo, ajustada,
una camiseta que era
celeste, color bandera
con trensilla ribeteada;
las espuelas, como nada,
valían un dineral.
Y desde el freno al bozal
y del rebenque a las riendas,
llevaba más plata en prendas
que choclos tiene un maizal.
Un chiripá de merino,
en las puntas bien bordao,
el calzoncillo, cribao,
y botas de cuero fino;
un poncho que en el camino
lo había echado por delante,
anunciaban lo bastante,
los avíos del paisano
que "andaba" en un pingo "ruano"
de algún Partido distante.
En la mesma coronita
de la loma sofrenó,
y allí el pingo se quedó
escarbando la tierrita.
La ciudá estaba cerquita
y blanqueaba el caserío
amontonao junto al río,
que estaba tan sosegao
que parecía clavao
entre el agua, el barquerío.
Soltó la rienda el paisano,
sacándole allí el sombrero
y poniendo el gesto fiero,
hizo una cruz, con la mano;
y con aire soberano
miró a la ciudá, después,
y empinao sobre los pies,
con acento dolorido,
echó al aire su quejido
y su tristeza, a la vez.
-"¡Ay! Pobre ciudá cautiva,
de tu enemigo implacable,
de esos tiranos de sable,
que yo odiaré, mientras viva.
¡Quién te vido tan arriba,
y hoy tan abajo te ve!
Sin saber, cuasi, por qué,
siento los ojos ñublaos
y por esos condenaos,
por poco pierdo la fe.
"¡Quien me había de decir
que en la ciudad de mi tierra,
los chimangos de la sierra
se le habían de venir!
¡Quién , que había de morir
nuestra libertad querida,
con tanta sangre vertida
por la altiva porteñada
que en toda guerra empeñada
ha dao por otros la vida!".
...............................
"Dejá, no más, yo te juro,
que la has de pagar, "cuicada"
que estás envalentonada
por que andás en lo siguro;
te he de hallar en un apuro,
juyendo, como avestruz,
y que no vea la luz
y que me saquen el cuero
si el cabo de mi talero
no te lo rompo en la cruz!".
Dijo así el gaucho vencido,
al tiempo que el sol se entraba
mientras la noche se apeaba
del lao del río dormido.
Después, medio estremecido,
se echó a la nuca el sombrero
y con rabia, al parejero,
las espuelas le clavó
y loma abajo salió
dando la cara al pampero.
domingo, 22 de julio de 2012
Santa Marta (Valseao)
Santa Marta era una villa
de malvón y rosaleda,
laureles en la vereda
y plaza con catedral.
La gente se saludaba
y había noches de retreta
con muchachos en la vuelta
y banda municipal.
Las ventanas no tenían reja
y nadie pasaba cerrojo a la puerta
y en los mediodías la ciudad desierta
invitaba a largas tertulias y siestas.
No había velorio, casamiento o yerra
que no fuera duelo nacional o fiesta
en aquel lugar.
Santa Marta tenía domingos
de asados y vino, de ruedas de amigos
en noches de truco guitarreada y canto.
En tardes de invierno fritando y mateando.
La gente tenía más tiempo y podía
compartir las cosas simples de la vida
de aquella ciudad.
El progreso poco a poco
fue cambiando a Santa Marta:
la televisión por cable
y el acceso a la Internet.
La gente se fue olvidando
de sus cosas cotidianas
ahora habla en otro idioma
y vive en otro lugar.
Santa Marta juega al primer mundo
gracias a los shoppings y a las hamburguesas
la comida rápida, la moda inglesa,
se festeja Halloween ¡vaya sorpresa!
pero nadie sale sin cerrar la puerta
sálvese quien pueda se acabó la fiesta,
la siesta y la paz.
Santa Marta ahora está inundada
de música diet, de tiendas extrañas
y en quintas y campos nadie planta nada
todo viene hecho y hay papa importada.
Se persiguen cosas que a nadie interesa
pero todo el pueblo pierde la cabeza
si hay liquidación.
Santa Marta está informada
de la cumbre de Ginebra
si la reina estuvo enferma
o Palermo erró un penal.
Todo el mundo vive al tanto
de un millón de cosas nuevas
pero ya nadie se entera
lo que pasa en su ciudad.
Y aunque es malo mantenerse aislado
cuando todo el mundo está tan conectado
si el diablo gobierna hay que tener cuidado
la cultura nunca puede estar de lado
no todo está en venta, no todo es mercado
árbol sin raíces no aguanta parado
ningún temporal.
Esperiensias
El que es gaucho de verdá
cantando suelta las penas,
y el que ha nacido pa flojo
yorando la suya aumenta.
Hay quien se cré que es él solo
pa sufrir las penas negras,
y es que, desconsiderao,
no sabe medir ajenas.
Aquel que es gaucho derecho
no erra picada ni senda,
y cuando falte un ombú
ha de encontrar una estreya.
Es triste que a un macho juerte
lo puedan atar las hembras.
Más triste si es con disprecios
que mimos de salameras.
Nadie debe ahogar el alma
siempre que la tenga güena;
pero no es güeno el yorar
por desdenes de las hembras.
Si todas no son iguales,
es güeno que aquél que sueña
sepa despertar a tiempo...
que al dormido se lo yevan...
Si una nos dise que no,
tal ves por propia defensa,
también puede ser amor
de quien quiere ser la dueña.
Si una nos dise que no
no ha de faltar una estreya,
y a veses siete cabriyas
de olvido el alma nos yenan.
Las cartas se dan a veses
y otras veses se nos niegan.
Y... acostumbraos a ganar,
algunos la vida entregan...
El hombre, a juersa de golpes,
se va hasiendo de esperiensia,
y a veces las sabe todas...
pero le falta la güena!
Aquél que sabe esperar
algunas veses asierta.
Es fácil que en serrasón
el que es porfiado se pierda...
Tiene fin todo camino
y si el corazón nos yeva,
puede darnos la alegría
que buscan las almas güenas.
Tientos
(Pintura: Reilly)
La vida es mesmo que lonja que se va tiento por tiento...
El destino'e los critianos es el que oficia'e guasquero
pa dir cortando a capricho, sin sacar una parejo!
De andar de un lado pal otro vamos sobando esos tientos
hasta dejarlos blanditos por juerza del manoseo,
asigún las ilusiones que alimente cada pecho...
Los que dejuro son gauchos salen nomás a lo grueso,
sin desvirarlos siquiera pa que el trabajo sea menos,
o porque cuanti más brutos resisten más el garreo.
Y si alguna ocasión cái una sobada sobre ellos
es que los va repasando la mordaza'el sufrimiento...
No busqués emparejarlos al rigor del filo'el tiempo
porque puede que la mano, por cualisquiera tropiezo,
se dentre más de lo justo y afinés de sobra el tiento,
pa acabar desperdiciando lonjas que duelen adentro...
Alguna vez en la vida capaz que te brote un sueño
que en tus locas soledades sobás a juerza'e silencio...
Lo desenrollás dispacio, finito, suave, con miedo,
como caliente de todas las penas que vas viviendo,
y en el corazón se te hace que al fin encontraste el tiento
con que coserte las garras de toditos tus desvelos...
Y vas juntando ilusiones, engañándote vos mesmo,
tironiando, hasta que un día se te ruempa entre los dedos!...
La vida está hecha ansina, nadita más que de restos
de tientos que se cortaron... ¡porque así tenía que serlo!
La vida es mesmo que lonja que se va tiento por tiento...
El destino'e los critianos es el que oficia'e guasquero
pa dir cortando a capricho, sin sacar una parejo!
De andar de un lado pal otro vamos sobando esos tientos
hasta dejarlos blanditos por juerza del manoseo,
asigún las ilusiones que alimente cada pecho...
Los que dejuro son gauchos salen nomás a lo grueso,
sin desvirarlos siquiera pa que el trabajo sea menos,
o porque cuanti más brutos resisten más el garreo.
Y si alguna ocasión cái una sobada sobre ellos
es que los va repasando la mordaza'el sufrimiento...
No busqués emparejarlos al rigor del filo'el tiempo
porque puede que la mano, por cualisquiera tropiezo,
se dentre más de lo justo y afinés de sobra el tiento,
pa acabar desperdiciando lonjas que duelen adentro...
Alguna vez en la vida capaz que te brote un sueño
que en tus locas soledades sobás a juerza'e silencio...
Lo desenrollás dispacio, finito, suave, con miedo,
como caliente de todas las penas que vas viviendo,
y en el corazón se te hace que al fin encontraste el tiento
con que coserte las garras de toditos tus desvelos...
Y vas juntando ilusiones, engañándote vos mesmo,
tironiando, hasta que un día se te ruempa entre los dedos!...
La vida está hecha ansina, nadita más que de restos
de tientos que se cortaron... ¡porque así tenía que serlo!
La muñequita de Adela
(Dibujo: Mariana Semino)
El día que se la trajeron nadie pudo hacerla hablar.
Adela tendría entonces, siete años.
Llegó con un delantalito negro
y una muñeca de trapo.
Cómo te llamás?... Silencio. Estás contenta?... Silencio.
Y hasta que se cansaron,
Adela estuvo afila que afila un pie con el otro
la cabeza baja y la muñeca de la mano.
Las dos tenían la boca cosida con una puntada punzó.
El juguete era casero y, a lo mejor, guacho.
No se parecía en nada a la madre
aquella muñeca de trapo.
Pues Adela tiene los ojos redondos y verdes
porque como nunca llora, no maduraron.
La naricilla se le echó para atrás
porque sus labios están recién pintados.
Y la hija tiene mal color.
Sus ojitos están casi borrados
tal vez hasta se quede ciega
si le dan un baño,-
Además, es calva y blandita
como si fuese de trapo.
A la hora de la siesta, Adela cose baberos
mientras las otras hormigas cosen el patio.
Cuando para de llover sale con la hija
a que se la retraten los charcos...
Como Adela nunca supo
que hay una noche de Reyes y un día de santo,
la patrona resolvió que la guachita
hoy cumpla ocho años.
Mientras Adela dormía le tiró al fuego
la muñequita de trapo.
Y en vez de aquella hija sucia
enferma de hilacha y barro
que parecía un dedil viejo,
le regaló una muñeca rubia, vestida de raso.
Y Adela, siempre callada, se pasó horas
buscando, buscando...
Tiene zapatillas nuevas,
ya tiene un delantal blanco,
y ya tiene los ojos maduros
porque cuando no la observan, suelta el llanto...
Ahora está sentadita en el umbral de la puerta
con una muñeca rubia en brazos...
Nunca pensó que fuera tan triste
eso de tener obsequios y santo...
Y mientras acuna su recién nacido
le pregunta a las hormigas, llorando,
donde irán cuando mueren
las muñequitas de trapo...
El día que se la trajeron nadie pudo hacerla hablar.
Adela tendría entonces, siete años.
Llegó con un delantalito negro
y una muñeca de trapo.
Cómo te llamás?... Silencio. Estás contenta?... Silencio.
Y hasta que se cansaron,
Adela estuvo afila que afila un pie con el otro
la cabeza baja y la muñeca de la mano.
Las dos tenían la boca cosida con una puntada punzó.
El juguete era casero y, a lo mejor, guacho.
No se parecía en nada a la madre
aquella muñeca de trapo.
Pues Adela tiene los ojos redondos y verdes
porque como nunca llora, no maduraron.
La naricilla se le echó para atrás
porque sus labios están recién pintados.
Y la hija tiene mal color.
Sus ojitos están casi borrados
tal vez hasta se quede ciega
si le dan un baño,-
Además, es calva y blandita
como si fuese de trapo.
A la hora de la siesta, Adela cose baberos
mientras las otras hormigas cosen el patio.
Cuando para de llover sale con la hija
a que se la retraten los charcos...
Como Adela nunca supo
que hay una noche de Reyes y un día de santo,
la patrona resolvió que la guachita
hoy cumpla ocho años.
Mientras Adela dormía le tiró al fuego
la muñequita de trapo.
Y en vez de aquella hija sucia
enferma de hilacha y barro
que parecía un dedil viejo,
le regaló una muñeca rubia, vestida de raso.
Y Adela, siempre callada, se pasó horas
buscando, buscando...
Tiene zapatillas nuevas,
ya tiene un delantal blanco,
y ya tiene los ojos maduros
porque cuando no la observan, suelta el llanto...
Ahora está sentadita en el umbral de la puerta
con una muñeca rubia en brazos...
Nunca pensó que fuera tan triste
eso de tener obsequios y santo...
Y mientras acuna su recién nacido
le pregunta a las hormigas, llorando,
donde irán cuando mueren
las muñequitas de trapo...
¡A su yamao!
(Pintura: Horacio Berta)
Pues bien, ya me tiene Don
entreverao en la rueda,
en donde haré lo que pueda
para alegrar su fogón.
Yo cebaré el cimarrón
mientras otro milonguea,
y aunque la yerba escasea
qu'es una barbaridá
hemos de amarguear hast'a...
que de vieja quede fea.
Porque otra cosa... no sé
que pueda hacer este crioyo!
Cuando pa serlo m'embroyo
con miedo... ¡No sé de qué!
¡Pero no ha de ver usté
a que punto hemos yegao,?
Ya ni me pongo el cribao,
ni monto, si no es de freno,
y si me acuesto al sereno
dejuro tengo un refriao.
Mire que gauchos... ¡gran siete!
No amuele con los de hoy día,
son pura chafalonía
pura prosa... todo al cuete!
Si se le sientan a un flete
tiene que ser como oveja,
y en cuanto mueve una oreja
o agatas el lomo enarque
ya van manotiando el charque
pa n'olvidar mañana vieja.
Y diay queremos decir
que semos gauchos ¡y diande!
si el serlo, nos queda grande
que ya no hay más que pedir.
Comenzando en el vestir
y siguiendo po el hablar,
hasta en el mesmo pitar
ya semos tan diferente
que ya se rie la gente
si al naco nos ve picar.
Antiguamente... ¡la pucha!
Pero... ¿pa qué recordar
que cada indio era la mar
de cencia que hoy ni s'escucha?
Hoy la crioyada s'embucha
con tanta cosa moderna,
que una estancia lo gobierna
un gringo ricién yegao
como el gaucho más pintao
por debajo de la pierna.
Si es en la guerra, dejuro,
que todito ta cambiao,
hoy se acomoda el soldao
defendido por un muro;
un hombre no está seguro
aunque lo ampare una sierra;
con esta laya de guerra
y el armamento que se usa
hace igual papel la chuza
que el gauchaje en esta tierra.
Y póngase uno a cismar
sobre el pasao y el presente,
ta todo tan diferente
que da ganas de yorar;
vale más ni recordar,
pues, si los tiempos igualo,
se hace el presente tan malo
que concluyo comprendiendo
que al gaucho lo está comiendo
como la carcoma al palo.
Por eso es que no me ayego
a su fogón, Don Calisto,
porque amigo, no resisto
sin recordar con apego.
Aquel tiempo en que, no niego,
se habrán cometido errores,
pero en la vida mayores
que los que, con imprudencia
cometen los hombres de cencia
que son sabidos dotores.
Pues bien, ya me tiene Don
entreverao en la rueda,
en donde haré lo que pueda
para alegrar su fogón.
Yo cebaré el cimarrón
mientras otro milonguea,
y aunque la yerba escasea
qu'es una barbaridá
hemos de amarguear hast'a...
que de vieja quede fea.
Porque otra cosa... no sé
que pueda hacer este crioyo!
Cuando pa serlo m'embroyo
con miedo... ¡No sé de qué!
¡Pero no ha de ver usté
a que punto hemos yegao,?
Ya ni me pongo el cribao,
ni monto, si no es de freno,
y si me acuesto al sereno
dejuro tengo un refriao.
Mire que gauchos... ¡gran siete!
No amuele con los de hoy día,
son pura chafalonía
pura prosa... todo al cuete!
Si se le sientan a un flete
tiene que ser como oveja,
y en cuanto mueve una oreja
o agatas el lomo enarque
ya van manotiando el charque
pa n'olvidar mañana vieja.
Y diay queremos decir
que semos gauchos ¡y diande!
si el serlo, nos queda grande
que ya no hay más que pedir.
Comenzando en el vestir
y siguiendo po el hablar,
hasta en el mesmo pitar
ya semos tan diferente
que ya se rie la gente
si al naco nos ve picar.
Antiguamente... ¡la pucha!
Pero... ¿pa qué recordar
que cada indio era la mar
de cencia que hoy ni s'escucha?
Hoy la crioyada s'embucha
con tanta cosa moderna,
que una estancia lo gobierna
un gringo ricién yegao
como el gaucho más pintao
por debajo de la pierna.
Si es en la guerra, dejuro,
que todito ta cambiao,
hoy se acomoda el soldao
defendido por un muro;
un hombre no está seguro
aunque lo ampare una sierra;
con esta laya de guerra
y el armamento que se usa
hace igual papel la chuza
que el gauchaje en esta tierra.
Y póngase uno a cismar
sobre el pasao y el presente,
ta todo tan diferente
que da ganas de yorar;
vale más ni recordar,
pues, si los tiempos igualo,
se hace el presente tan malo
que concluyo comprendiendo
que al gaucho lo está comiendo
como la carcoma al palo.
Por eso es que no me ayego
a su fogón, Don Calisto,
porque amigo, no resisto
sin recordar con apego.
Aquel tiempo en que, no niego,
se habrán cometido errores,
pero en la vida mayores
que los que, con imprudencia
cometen los hombres de cencia
que son sabidos dotores.
sábado, 21 de julio de 2012
Volcao
Yo vide un bagual juyendo
puert´ajuera de un corral,
y a un gaucho taura, de un pial,
dejarlo como durmiendo.
Y vide al hombre corriendo
al impulso del tirón,
dírsele de sopetón
al bruto, con tal presteza,
que le apretó la cabeza
sobre´l mesmo revolcón.
Y pensé yo: "Si a la yegua
de la suerte la topara,
cuando por mi lao cruzara
en una juida sin tregua;
si al colegirle, a la legua,
su malévola intención,
en un diestro revolcón
sujetarla yo pudiera,
talvez mansa la tuviera
siempre a mi disposición.
Pero es al ñudo aguaitar
ese momento propicio,
pues cuando más lo acaricio
más distante lo he de hayar.
Talvez lo yegue a topar
cuando de esperarlo hastiao,
m´encuentre desalentao
y sin voluntá pa nada,
charlando con la pelada
mano a mano y entregao.
Pucha la vida!... Hay que dirla
yevando dale que dale,
y todita eya no vale
ni el trabajo de vivirla.
Nunca pretendí rendirla
al placer que me jué´esquivo;
pues siempre sobra motivo
pa que la suerte, sin tregua,
se me niegue... como yegua
cuando patea el estribo!
¡Ah... Si!
(Pintura: Eledoro Marenco)
¡Ni que hablar! Hoy preparo el chafalote
con un filo rabioso,
y dispués de unos verdes y un güen trago
empilcho mi bichoco
y me largo sin rumbo, ande me yeve
la voluntá de mi cabayo moro.
¡Qué diantre! Pa vivir siempre en miserias,
rabiando como un loco,
más me vale rodar, libre siquiera,
pues no ha'e faltarme cómo
conseguir unos trapos pa vestirme,
algunos riales y un churrasco gordo.
El crioyo que no es lerdo, po'ande quiera
puede hayar acomodo;
y hoy que me veo de la güelta'el palo,
de aquí me largo solo...
Quien sabe si rodando, al fin y al cabo,
dispués de tanto con la suerte topo.
Esperar es soncera; en esta tierra
se mira al pobre crioyo
como al ánima en pena, y ande cruza
deja siempre en asombros
a esos mesmos que al fin, cuando precisan,
vienen mansitos, agachando el lomo.
El indio en esta tierra sólo es güeno
pa que largue su voto;
pa echarlo a las cuchiyas cuando hay guerra,
con la lanza o el corbo,
y dispués... ¡ni pa yesca!, cuando agatas
se ha librao que le achuren el mondongo!
¡Ni qué pensar siquiera! Hoy paro el marlo
y levanto mi poncho,
y dispués de unos verdes y un güen trago,
sin más, me apreto el gorro,
y me largo sin rumbo... ande me yeve
la voluntá de mi cabayo moro!
Noviembre, 1899-
¡Ni que hablar! Hoy preparo el chafalote
con un filo rabioso,
y dispués de unos verdes y un güen trago
empilcho mi bichoco
y me largo sin rumbo, ande me yeve
la voluntá de mi cabayo moro.
¡Qué diantre! Pa vivir siempre en miserias,
rabiando como un loco,
más me vale rodar, libre siquiera,
pues no ha'e faltarme cómo
conseguir unos trapos pa vestirme,
algunos riales y un churrasco gordo.
El crioyo que no es lerdo, po'ande quiera
puede hayar acomodo;
y hoy que me veo de la güelta'el palo,
de aquí me largo solo...
Quien sabe si rodando, al fin y al cabo,
dispués de tanto con la suerte topo.
Esperar es soncera; en esta tierra
se mira al pobre crioyo
como al ánima en pena, y ande cruza
deja siempre en asombros
a esos mesmos que al fin, cuando precisan,
vienen mansitos, agachando el lomo.
El indio en esta tierra sólo es güeno
pa que largue su voto;
pa echarlo a las cuchiyas cuando hay guerra,
con la lanza o el corbo,
y dispués... ¡ni pa yesca!, cuando agatas
se ha librao que le achuren el mondongo!
¡Ni qué pensar siquiera! Hoy paro el marlo
y levanto mi poncho,
y dispués de unos verdes y un güen trago,
sin más, me apreto el gorro,
y me largo sin rumbo... ande me yeve
la voluntá de mi cabayo moro!
Noviembre, 1899-
Amargo
¡Siempre que canta el gayo en la cumbrera
de mi rancho de paja,
avisándome alegre que bombea
venir la madrugada,
vuela el sueño, juyendo de mis ojos,
como el ave del nido ande descansa.
Entonces, sacudiendo la osamenta,
disparo de la cama,
y en el fogón regüelvo los tisones
campiando alguna brasa;
pues el amor y el juego siempre dejan
chispas que a veces sólo el tiempo apaga.
Y dispués de hacer juego con ramitas,
espero que haga yama,
y al calor le acomodo la caldera
pa calentar el agua,
como al calor de mis recuerdos viejos
comiensa a calentarse la esperansa.
Preparo el mate amargo, enciendo un pucho
de cigarro de chala,
y me paso las horas silencioso,
repasando la tarja
ande yevo la cuenta'e las sonceras
que tengo en la memoria aquerenciadas.
Menudiando los verdes, voy haciendo
mis cuentas atrasadas,
pa encontrarme, al final, con que no tengo
ni una cola de vaca...
En negocios de amor... ¡lo sabe un sonso!,
el interés se come la ganancia.
Ensiyo el cimarrón, qu'está sin güelta,
mientras chiya otra pava;
y en mis cavilasiones pienso y digo...
Qu'es yerba la esperansa;
pero... yerba flojona, que ni sirve
p'acomodarle al alma una ensiyada!
Octubre, 1899
Consejos
¿Y ansí vas a montar?... Pará, no montes,
no montes sin ponerte las espuelas...
Las de rodajas grandes, las yoronas...
De no... las nasarenas,
aqueyas de calsar po'abajo'el pecho,
afirmao en las riendas.
No facilites nunca; el güen jinete
no monta como quiera;
vos ya sabés qu'el diablo nunca duerme,
y a ocasiones nos tienta...
Y el hombre prevenido en el peligro
si no gana con lus, despunta oreja.
Aprendé vos de mí; cuando era moso
también juí domador de los de mentas...
No está bien que lo diga... pero es cierto;
yevaba la derecha
entre gauchos jinetes de mi tiempo,
de aqueyos de melena.
Pero entonces la indiada usaba bolas,
y solíamos hacer corrida'e yeguas,
y cada indio boliaba un crudo d'esos,
más malo que una fiera...
campo ajuera nomás... ¡Así era entonces!
Hoy... ¡ya tienen mangueras!
Pa lidiar un bagual se necesita
más astucia que juersa,
y el qu'es güen domador no usa rigores
sino que, con pacencia,
se lo va trabajando poco a poco,
hasta que al fin s'entriega.
En el primer galope yo no digo,
es de ley el rigor de las espuelas,
de suerte qu'el bagual se desengaña
y afloja la cabesa...
Salvo los casos en que salen crudos,
capaces de maliar la vida entera.
Ayá en mis mocedades
me gustaba montar d'esa ralea;
hubo caso'e voltiar tuitas las garras
jinetiando un bagual de la reserva.
¡Parece hasta mentira!
¡Ah, mis tiempos aqueyos, si volvieran!...
Entuavía se me hace
que si cuadra el motivo, como quiera,
me le horqueto al quebrao de más pujansa...
¡Eso sí, con espuelas,
porque de no... ¡quién sabe si saldría
con la osamenta entera!
Vos que sos mocetón, tené presente
que no vale el querer, ni valen yerbas;
pa ser jinetiador se necesita
acomodarse bien las nazarenas,
aqueyas de calsar po'abajo'el pecho,
afirmao en las riendas!
Junio, 1901-
Justamente
(Pintura: Gustavo Solari)
Pues, como iba diciendo... aquí me tiene,
juyéndole al poblao y a sus lindesas;
cuerpiándole al vivir de las ciudades;
tirao en el rincón de mis taperas.
Yo tengo por sabido que pal gaucho
que vió campaña abierta
dende que abrió los ojos a la vida,
tan yena de miserias,
el poblao es prisión, ande hay veneno
hasta en los mesmos aires que resueya;
ande se vive siempre con la intriga,
ceñido a la esigencia
de la moda viciada, que a los hombres
los yega a valorar por sus riquesas.
Ande le falta campo a la mirada,
ande la luz del sol agatas yega,
ande no puede divisar la vista
la gramiya o el trébol que verdean,
el verdadero gaucho de este suelo
no puede hacer querencia.
Libre nació, no hay duda,
abandonao a la fortuna incierta,
sufriendo los rigores del destino,
sin tener un consuelo pa sus penas.
Y libre ha de vivir, libre y sin dueño,
como el ave que mora entre la selva,
mezclando su dolor, que naide escucha,
con el triste gemir de su vigüela,
ayá en la inmensa soledá del campo,
el hijo de los vayes y las sierras.
Junio, 1900.
Pues, como iba diciendo... aquí me tiene,
juyéndole al poblao y a sus lindesas;
cuerpiándole al vivir de las ciudades;
tirao en el rincón de mis taperas.
Yo tengo por sabido que pal gaucho
que vió campaña abierta
dende que abrió los ojos a la vida,
tan yena de miserias,
el poblao es prisión, ande hay veneno
hasta en los mesmos aires que resueya;
ande se vive siempre con la intriga,
ceñido a la esigencia
de la moda viciada, que a los hombres
los yega a valorar por sus riquesas.
Ande le falta campo a la mirada,
ande la luz del sol agatas yega,
ande no puede divisar la vista
la gramiya o el trébol que verdean,
el verdadero gaucho de este suelo
no puede hacer querencia.
Libre nació, no hay duda,
abandonao a la fortuna incierta,
sufriendo los rigores del destino,
sin tener un consuelo pa sus penas.
Y libre ha de vivir, libre y sin dueño,
como el ave que mora entre la selva,
mezclando su dolor, que naide escucha,
con el triste gemir de su vigüela,
ayá en la inmensa soledá del campo,
el hijo de los vayes y las sierras.
Junio, 1900.
Mi lazo
Del cuerpo de un noviyo hice una lonja;
de la lonja, dispués fabriqué un lazo
con tientos desviraos y parejitos,
y bien trenzao, con una trenza'e cuatro.
Como prenda de lujo, la presiya,
era de lo mejor como trabajo,
y lo mesmo la yapa de seis tientos
que con esmero trabajé de a ratos.
Era un lazo campero, pero cumpa,
porque en la argoya le encajé unos cuantos
cascabeles de fierro, chiquititos,
como pa enfurecer a un toro bravo.
Cuando estaba lidiando en el rodeo,
si un toro montaraz miraba al campo,
¡ahijuna!, era mi orguyo la guampiada,
cerrándole la armada cuanto cuanto.
Si enlazaba en el círculo, no erraba
aunque tirara de revés el lazo,
y quiebra que mirase campo ajuera
en tierra lo estiraba, largo a largo.
Si pialaba en la playa'e la manguera,
entre taitas de menta de algún pago,
en la vida de Dios largaba armada
que no juera a pialar de las dos manos.
Dispués de algún trabajo, le pasaba
un poco de chipá pa conservarlo;
pues con él agenciaba algunos riales
pa comprarme los vicios y algún trago.
Octubre, 1899.
Al volver
(Pintura: Carlos de la Torre)
Me parece un sueño...
Pasaron los años... todo está como era;
la casita blanca como antes estaba...
Parece q'el tiempo no le hace ni meya...
Todo está lo mesmo...
La tapia, el arroyo, la verde arboleda.
Lo mesmo la loma que muere en la cáida
que cruza la senda...
Me parece un sueño...
Pasaron los años y las mesmas güeyas
señalan, como antes, todos los lugares
que tuve presentes... ¡Como si áhura juera!
Todo está lo mesmo...
Del ombú querido la sombrita fresca...
Las mesmas las ráices ande me sentaba,
alegre y sin penas...
¡Parece qu'el tiempo no ha pasao, por cierto!
Todo está como era...
¡Pero no, qué ha de estar!... ¡Aquí me falta
la qu'en el alma me dejó las güeyas!
Paysandú, noviembre de 1899
Me parece un sueño...
Pasaron los años... todo está como era;
la casita blanca como antes estaba...
Parece q'el tiempo no le hace ni meya...
Todo está lo mesmo...
La tapia, el arroyo, la verde arboleda.
Lo mesmo la loma que muere en la cáida
que cruza la senda...
Me parece un sueño...
Pasaron los años y las mesmas güeyas
señalan, como antes, todos los lugares
que tuve presentes... ¡Como si áhura juera!
Todo está lo mesmo...
Del ombú querido la sombrita fresca...
Las mesmas las ráices ande me sentaba,
alegre y sin penas...
¡Parece qu'el tiempo no ha pasao, por cierto!
Todo está como era...
¡Pero no, qué ha de estar!... ¡Aquí me falta
la qu'en el alma me dejó las güeyas!
Paysandú, noviembre de 1899
Humito
Humo de mi cosina, ¡vengativo!
Cuando dejás los tisones, antes d'echarte a volar,
¿es en nombre d'eyos mesmo; es en vengansa'e sus muertos,
que nos hasés lagrimiar?
Humito de mi cosina, ¡pretensioso!
¡Si al salir p'arriba'el techo, a veses, t'entre parás
p'agrandarte, y con envidia de las qu'están en el sielo,
vás formando nubesitas, que se van!...
Ocasiones, peresoso, pá nodir pronto p'arriba,
te vás dando güelta... güelta...
Que parese que jugás, lo mesmo que los gurises
del pobláo, cuando se ajuntan hasiendo la "rueda-rueda"!
Otras veses, como loco y asustáo,
vás juyendo... vás juyendo...
¿Es que te has güelto culebra
y disparás de tu juego?
Humito gáucho, más gáucho que tuitos los gáuchos mesmos:
si el crioyo cuasi tá muerto, si ya ni hay cuasi baguales,
¿pá qué pucha, munchas veses, al salir de mi cosina
rumbiás p'arriba estirando royos de laso en el aire?
Serenata
(Pintura: Molina Campos)
Entorná los ojos...
mis palabras brujas,
harán que la noche
caiga para vos...
van de poste en poste
naciendo corujas
y ya las arañas sacan seis agujas
pa zurcir el tiento que cortó el adiós...
El novio, ya vuelve,
salí a la ventana...
la luna, tu cisne, te quiere empolvar;
ya es azul el brillo de tu trenza ruana...
y la enredadera
cierra sus campanas,
de miedo a que el viento
las haga sonar...
Llegan los cantores. Silencio. En las matas,
cuelgan farolillos los bichos de luz...
el jaquel te ofrece su cinta de plata,
un brocal su anillo
y el cielo su "cruz".
Tendrás diez vigüelas,
te llamás María.
Sos la flor de yuyo
que no dura un día...
la novia de naides,
que a denguno ata
y cuando la dobla
su melancolía,
suspira, suspira... suspira... y se mata.
Hoy, por obra y gracia de una brujería,
para vos solita va mi serenata.
Entorná los ojos...
mis palabras brujas,
harán que la noche
caiga para vos...
van de poste en poste
naciendo corujas
y ya las arañas sacan seis agujas
pa zurcir el tiento que cortó el adiós...
El novio, ya vuelve,
salí a la ventana...
la luna, tu cisne, te quiere empolvar;
ya es azul el brillo de tu trenza ruana...
y la enredadera
cierra sus campanas,
de miedo a que el viento
las haga sonar...
Llegan los cantores. Silencio. En las matas,
cuelgan farolillos los bichos de luz...
el jaquel te ofrece su cinta de plata,
un brocal su anillo
y el cielo su "cruz".
Tendrás diez vigüelas,
te llamás María.
Sos la flor de yuyo
que no dura un día...
la novia de naides,
que a denguno ata
y cuando la dobla
su melancolía,
suspira, suspira... suspira... y se mata.
Hoy, por obra y gracia de una brujería,
para vos solita va mi serenata.
Vidalita
(Foto perteneciente a Nora Susana Abrego)
Le llaman la vidalita,
porque da flor en la ausencia.
Es novia de todos, lejos,
y novia de nadie, cerca.
De sus pupilas oscuras
nace clara la promesa,
lo mismo que un alba azul
sale de una noche negra...
Y los desaires conocen
el camino de su trenza,
atada con una cinta
de horizonte o de vigüela...
Siempre anda un pájaro chúcaro
por alzar vuelo en sus cejas
y con el pincel de un cardo
le azularon las ojeras...
Canta en todos los encuentros...
Llora en todas las ausencias.
Le llaman la vidalita,
porque da flor en la ausencia.
Es novia de todos, lejos,
y novia de nadie, cerca.
De sus pupilas oscuras
nace clara la promesa,
lo mismo que un alba azul
sale de una noche negra...
Y los desaires conocen
el camino de su trenza,
atada con una cinta
de horizonte o de vigüela...
Siempre anda un pájaro chúcaro
por alzar vuelo en sus cejas
y con el pincel de un cardo
le azularon las ojeras...
Canta en todos los encuentros...
Llora en todas las ausencias.
El perro
(Foto: Francisco Ayerza)
Como el sueño intranquilo, fatigoso;
como la noche que se pasa en vela;
como el golpear de un pensamiento en l'hondo;
como el arder la brasa de una pena..
Tuito lo que nos toca un poco juerte,
nos pinta en la expresión alguna seña.
Hasta la mesma duda -que no es nada-
en lo perdido de mirar se muestra.
Se engañarán los hombres con los hombres
cuando en silencio la verdá se encierra;
cuando las vistas el encuentro esquivan
cuando el semblante, el sentimiento niega.
Pero el güen perro no confunde nunca,
por más que el hombre su sentir escuenda
y parece que sabe, hasta los sueños
que un rastro'e sombras, ocasiones deja...
Uno sale alunáo, y ni lo mira
el no le hace ni fiestas,
y lo deja pasar como sin verlo;
pero muy fijo dende atrás lo oserva.
Y sigue despacito, a la distancia
por que nos vido arrugas en las cejas
o la nieblina del mirar confuso
que hay en las vistas del que sufre o piensa.
Y dende lejos, siempre
nos mira, nos compriende y no se acerca,
enfrenando sus propias alegrías
pa no venirnos a estorbar con ellas.
Y de mientras el hombre, va calmoso,
repriesentando que el pensar le pesa,
el contiene sus ímpetus y marchan
como llevando entre los dos, la idea.
Cuando la voluntá, guapeando en l'alma,
l´último chirlo al corazón le pega
y la tristeza se arrincona o juye
y al hombre güelve la expresión serena,
el perro ya sin miramientos corre,
pecha y pasa rozándole las piernas,
y ladrando y riyéndose a su modo,
ni caso le hace aunque le grite: "juera"...
Por que la voz y el ademán, se ablandan;
le descubren que el hombre, no lo echa,
y él se finge peleando y lo acomete
y lo abraza y le gruñe y forcejea
y compriende que el hombre finge
cuando castiga con la mano suelta;
y él le muerde la mano y es caricia
de aquella boca que mordiendo tiembla...
Uno gÜelve a gritarle, lo amenaza;
él hace que nos teme y nos cuerpea;
de pronto se nos viene con juria,
pero áhi no más se clava y asujeta
en ademán de provocar, se agacha
con las manos abiertas;
con la mirada llena'e picardía
y haciendo amagos, un instante queda
como buscando claro pa dentrarnos;
hasta que salta y llega
y repriesenta que le hicieran gracia
las señales que deja.
Y la pelea sigue hasta que el hombre
vencido se le entrega,
y se deja abrazar sin resistirse,
mientras los costillares le palmea.
Cuando el perro se larga
en el sosiego con que va, demuestra,
ese descanso del que quiere y logra,
con mucho esjuerzo, alguna cosa güena...
Dispués siguen los dos. Él se adelanta
y se para y espera;
a cada rato nos oserva un poco
como temiendo que las sombras güelvan.
Por áhi se aburre el hombre y en un tronco
al descuido se sienta;
echa mano al tabaco y sin buscarlas
con las vistas del perro se trompieza
y el animal, con su mirada fija
y güenaza y serena,
nos ve sacar la chupa, las hojillas,
y liar... encender... guardar la yesca...
A las primeras bocanadas de humo
sobre un muslo nos pone la cabeza
y su ademán parece que nos dice:
... "Ya lo sé compañero... No se escuenda"...
Y nuestra mano se nos va, solita
y al perro acaricea...
y el cigarro olvidáo, se nos apaga...
y el brazo quieto, sobre el perro queda!...
Como el sueño intranquilo, fatigoso;
como la noche que se pasa en vela;
como el golpear de un pensamiento en l'hondo;
como el arder la brasa de una pena..
Tuito lo que nos toca un poco juerte,
nos pinta en la expresión alguna seña.
Hasta la mesma duda -que no es nada-
en lo perdido de mirar se muestra.
Se engañarán los hombres con los hombres
cuando en silencio la verdá se encierra;
cuando las vistas el encuentro esquivan
cuando el semblante, el sentimiento niega.
Pero el güen perro no confunde nunca,
por más que el hombre su sentir escuenda
y parece que sabe, hasta los sueños
que un rastro'e sombras, ocasiones deja...
Uno sale alunáo, y ni lo mira
el no le hace ni fiestas,
y lo deja pasar como sin verlo;
pero muy fijo dende atrás lo oserva.
Y sigue despacito, a la distancia
por que nos vido arrugas en las cejas
o la nieblina del mirar confuso
que hay en las vistas del que sufre o piensa.
Y dende lejos, siempre
nos mira, nos compriende y no se acerca,
enfrenando sus propias alegrías
pa no venirnos a estorbar con ellas.
Y de mientras el hombre, va calmoso,
repriesentando que el pensar le pesa,
el contiene sus ímpetus y marchan
como llevando entre los dos, la idea.
Cuando la voluntá, guapeando en l'alma,
l´último chirlo al corazón le pega
y la tristeza se arrincona o juye
y al hombre güelve la expresión serena,
el perro ya sin miramientos corre,
pecha y pasa rozándole las piernas,
y ladrando y riyéndose a su modo,
ni caso le hace aunque le grite: "juera"...
Por que la voz y el ademán, se ablandan;
le descubren que el hombre, no lo echa,
y él se finge peleando y lo acomete
y lo abraza y le gruñe y forcejea
y compriende que el hombre finge
cuando castiga con la mano suelta;
y él le muerde la mano y es caricia
de aquella boca que mordiendo tiembla...
Uno gÜelve a gritarle, lo amenaza;
él hace que nos teme y nos cuerpea;
de pronto se nos viene con juria,
pero áhi no más se clava y asujeta
en ademán de provocar, se agacha
con las manos abiertas;
con la mirada llena'e picardía
y haciendo amagos, un instante queda
como buscando claro pa dentrarnos;
hasta que salta y llega
y repriesenta que le hicieran gracia
las señales que deja.
Y la pelea sigue hasta que el hombre
vencido se le entrega,
y se deja abrazar sin resistirse,
mientras los costillares le palmea.
Cuando el perro se larga
en el sosiego con que va, demuestra,
ese descanso del que quiere y logra,
con mucho esjuerzo, alguna cosa güena...
Dispués siguen los dos. Él se adelanta
y se para y espera;
a cada rato nos oserva un poco
como temiendo que las sombras güelvan.
Por áhi se aburre el hombre y en un tronco
al descuido se sienta;
echa mano al tabaco y sin buscarlas
con las vistas del perro se trompieza
y el animal, con su mirada fija
y güenaza y serena,
nos ve sacar la chupa, las hojillas,
y liar... encender... guardar la yesca...
A las primeras bocanadas de humo
sobre un muslo nos pone la cabeza
y su ademán parece que nos dice:
... "Ya lo sé compañero... No se escuenda"...
Y nuestra mano se nos va, solita
y al perro acaricea...
y el cigarro olvidáo, se nos apaga...
y el brazo quieto, sobre el perro queda!...
Julio 22 de 1931
viernes, 20 de julio de 2012
Ambición
Si pudiera elegir, aquí sería!...
Tapao con otras piedras.
Y que dentre la luz por las hendijas:
y hasta de muerto, amaneceres tenga!...
No vi'a estar sepultáu, se me figura!
Como seguir viviendo a flor de tierra.
Hasta los vientos pecharán conmigo,
y me verán dormido, las estrellas!
Los soles y las lunas -a lo indio-
han de seguir llevándome la cuenta;
y se dará el milagro, de dos vidas
atadas por el ñudo de una fecha...
..................................
Irá cayendo polvo, y poco a poco,
ni rastros quedarán de mi osamenta:
ansina mesmo, no estaré concluído
mientras viva este tala, en esta piedra!
Mi sangre, subirá por ese tronco,
cuando las raíces en mi sangre beban;
pedazos de mi cuerpo serán ramas;
y el corazón, lo propio en su madera!...
Si hasta llego a pensar que l'alma mía
lo confunda y se güelva,
y se dentre mi espíritu en el árbol,
y lo empuje a vivir con doble juerza!...
Con esta fantasía, tengo'e sobra
pa que no se me abaje la cabeza
y me quede, al morir, una sonrisa...
como en árbol cortáo, la flor abierta!...
.........................................
En mi querencia... La Cuchilla Grande...
el Tala entre las piedras...
Y las ráices que beben en mi sangre...
Mi espíritu viviendo, con más juerza!
.....................................
Cuando canten las aves, sorprendidas,
han de sentir que mi ramaje tiembla!...
Julio 7 de 1936
Guachita
(Dibujo: Carlos Montefusco)
Guachita:
eres feliz como naides,
todo el mundo te acaricia
todos con suave palabra
te llaman siempre: "guachita".
Guachita:
como eres dócil y güena
toda la gente, te mima:
te dan pastito en la boca
y te dicen: "mi guachita"...
Guachita:
como estás siempre contenta,
alegra tu compañía;
porque es tu expresión risueña,
todos te quieren, guachita.
Guachita:
si tu supieras pensar,
cuántas veces llorarías!...
Ojalá, no sepas nunca
por qué te llaman: "guachita".
Abril de 1931.
Guachita:
eres feliz como naides,
todo el mundo te acaricia
todos con suave palabra
te llaman siempre: "guachita".
Guachita:
como eres dócil y güena
toda la gente, te mima:
te dan pastito en la boca
y te dicen: "mi guachita"...
Guachita:
como estás siempre contenta,
alegra tu compañía;
porque es tu expresión risueña,
todos te quieren, guachita.
Guachita:
si tu supieras pensar,
cuántas veces llorarías!...
Ojalá, no sepas nunca
por qué te llaman: "guachita".
Abril de 1931.
Pa'los míos
Déjenmén de retintines
pa’ decir las cosas gauchas;
el cardo nu es pa’ jardines
ni yo pa’ cambiar bombachas
por trajes de figurines
que a los paisanos disfrazan.
Sé que pa’ críticos ‘tiesos’
yo soy brutón de palabras;
pero a mí, me hacen lo mesmo
que a un toro un yuyo en la guampa:
yo, con los gauchos m’entiendo
y si eyos m’entienden ¡basta!
Sí, pa’ los crioyos escribo
no pa’ gente dotorada,
d’esos que tienen cien libros
pa’ buscar una palabra,
y andan midiendo con hilos
asentos, puntos y rayas…
Yo soy crioyo entre los crioyos
no injertao como las plantas,
y no he de cambiar de modos:
digo “naydes”, “truje” y “áura”,
porque prefiero ser tordo
más que canario de jaula.
Y, ande nos vamos a estruir
los que tordiyos en canas,
apenas lér y escrebir
sabemos, gracias a máma?
Pa’eyos, es fácil decir
pero en la güeya… ¡macánas!
Y endemás, ¡que tanta buya!
porque el gaucho de mi Patria,
sería brutón pa’ la pluma
pero seguro en lanza,
no como otros, pura espuma,
que son bravos cuando charlan!
Siempre a los hombres de ajuera
los cretican, hasta si hablan,
nada al gaucho le toleran
y en las púas lo abarajan
cuanto pisa en la tranquera
donde el pueblero hace basa.
Pero el hombre d’esta tierra
hecho a sol y a viento pampa,
siempre ha honrao a su bandera
que por linda nació gaucha,
pa’ que tenga siempre en eya
fe y orguyo cuando canta!
Por eso, aunque suebren láidos
pa’ creticarnos las faltas,
yo dije y sigo diciendo
“truje, naydes, máma y tata”,
que siendo gaucho con eso,
ya se ha ganao una estátua!
jueves, 19 de julio de 2012
Me voy
(Pintura: Juan Manuel Blanes)
Me pienso dir aparcero
a buscar lo que me falta,
con la frente limpia y alta…
Echao p’atrás el sombrero.
Pa qué viá quedarme ¿a qué?
si al fin de tanto luchar
no tengo ni qué ensillar
y ando a la vejez a pié.
En cualquier estancia pido
algún “cebao a voltear”
preparo con qué ensillar
estribo y me hago el perdido.
Porque an’que no me lo creo,
seá redomón o bagual,
si no quiero un animal,
conmigo no bellaquea.
Me voy an’que sea un bagual
con dolor dejo mi tierra
pero le hacen mucha guerra
al paisanaje oriental.
Ende chiquito de pión
y hace tiempo que no agarro
ni yerba pa’un cigarro
ni yerba pa’un cimarrón.
No sé cuanto hace hermanito,
an’que a veces lo deseo,
que ni pa’remedio veo
en el juego un churrasquito.
Yo, que me he criado en la estancia,
-claro que siempre de pión-
con yerba en el cimarrón
y la carne en abundancia.
Me pienso dir aparcero
a buscar lo que me falta,
con la frente limpia y alta…
Echao p’atrás el sombrero.
Pa qué viá quedarme ¿a qué?
si al fin de tanto luchar
no tengo ni qué ensillar
y ando a la vejez a pié.
En cualquier estancia pido
algún “cebao a voltear”
preparo con qué ensillar
estribo y me hago el perdido.
Porque an’que no me lo creo,
seá redomón o bagual,
si no quiero un animal,
conmigo no bellaquea.
Me voy an’que sea un bagual
con dolor dejo mi tierra
pero le hacen mucha guerra
al paisanaje oriental.
Ende chiquito de pión
y hace tiempo que no agarro
ni yerba pa’un cigarro
ni yerba pa’un cimarrón.
No sé cuanto hace hermanito,
an’que a veces lo deseo,
que ni pa’remedio veo
en el juego un churrasquito.
Yo, que me he criado en la estancia,
-claro que siempre de pión-
con yerba en el cimarrón
y la carne en abundancia.
Tiempos!...
(Pintura: Sandes)
Tiempos!... cuando amanecía
y de mientras que clareaba,
igualito en mis adentros
venía la madrugada!...
Una luz que va creciendo;
el espacio que se agranda;
respiros hondos y limpios
que en nubecitas se escapan,
como pedazos de cielo
que ya le suebran a l’alma,
porque se enllena de día
con la gloria ‘e la mañana!...
Y el campo, como yo mesmo:
pastos, árboles y plantas,
ajuntando sus alientos
en una nieblita blanca,
hacen como que degüelven
nubes que de noche guardan,
y se las sacan de encima
pa’ disfrutar la mañana!...
Si uno mesmo se confunde,
y cuando el pecho se enancha,
parece que pura vida
dentra en cada bocanada!...
y el corazón se robaza
y en las venas la redama!...
Es nacer -como quien dice-
sentir que nos crecen alas
y dir subiendo pa’ arriba,
con el Sol que se levanta!...
…………………………….
¡Quién va a pensar que, algún día,
hasta las vistas se cansan?...
Se ve aclarar y parece
que el Sol nos viene de espalda…
Tiempos!... cuando amanecía
y de mientras que clareaba,
igualito en mis adentros
venía la madrugada!...
Una luz que va creciendo;
el espacio que se agranda;
respiros hondos y limpios
que en nubecitas se escapan,
como pedazos de cielo
que ya le suebran a l’alma,
porque se enllena de día
con la gloria ‘e la mañana!...
Y el campo, como yo mesmo:
pastos, árboles y plantas,
ajuntando sus alientos
en una nieblita blanca,
hacen como que degüelven
nubes que de noche guardan,
y se las sacan de encima
pa’ disfrutar la mañana!...
Si uno mesmo se confunde,
y cuando el pecho se enancha,
parece que pura vida
dentra en cada bocanada!...
y el corazón se robaza
y en las venas la redama!...
Es nacer -como quien dice-
sentir que nos crecen alas
y dir subiendo pa’ arriba,
con el Sol que se levanta!...
…………………………….
¡Quién va a pensar que, algún día,
hasta las vistas se cansan?...
Se ve aclarar y parece
que el Sol nos viene de espalda…
domingo, 15 de julio de 2012
Un tal Valeriano Trejo
(Dibujo: Lauren de Bacco)
1
En rueda de’ste fogón
un cuento triste les dejo
de un tal Valeriano Trejo
un paisano setentón.
Toda la vida jue pión
en las tareas rurales,
de chico entre los mensuales
en las destintas estancias
sirvió… pa’bultar ganancias
por unos poquitos riales.
2
Derecho de muchachón,
senciyo, sin arrogancia,
aunque pobre jue su infancia
¡jamás envidió patrón!
En fiestas de tradición
naides lo vido ensiyar,
y espuelas de jinetear
no se ataba en los garrones,
aunque a tantos “mancarrones”
solía hacerlos de andar.
3
Como verán, el paisano
sabía desempeñarse,
pero nunca por mostrarse
sobresalía del yano…
de pelo y bigote ruano
con los setenta cumplidos,
obligación de marido
no tenía el solterón
aunque’n… alguna ocasión
supo estar comprometido.
4
La vez que Trejo faltó
del puesto por un casual,
un cuatrero “servicial”
un noviyo le carnió…
Al escritorio yegó
enseguida el sucedido,
nunca falta un comedido
-dice un refrán con razón-
y en la balanza’el patrón
pesaba más el descuido.
5
Al escritorio dentraron
sin decir la boca es mía,
y de una caja que había
con poca plata arreglaron.
Vaya a saber que pensaron
Valeriano y el patrón;
ensiyó su mancarrón
y el zaino, ató a la’sidera,
cargao con puras zonceras,
pertenencias del que’s pión.
6
Con lo poquito que trajo,
no muy lejos del poblao,
hizo un ranchito quinchao
con un alerito bajo.
Los cabayos de trabajo
que tanto lo acompañaron,
de la estaca le soltaron
por robarle los bozales
y aqueyos dos animales
en la ruta le mataron.
7
Áhi sí, la justicia al rato
se presentó sin tardanza
y el peso de la balanza
no se inclinó pa’ su plato.
“Que la va a sacar barato”
un leguleyo decía,
a Trejo, que un policía
vido pa’lguna eleción,
cuando “a votar”, el patrón
lo tráiba… por cortesía.
8
¿Quién sabe que jue del Viejo?
El rancho vide tapera,
eso sí, en la tranquera
los dos perros de Don Trejo.
Del zaino y el azulejo
se ven contra el alambrao
los güesos amontonao
como testigo elocuente
de la ación de un imprudente
y unos bozales robao.
1
En rueda de’ste fogón
un cuento triste les dejo
de un tal Valeriano Trejo
un paisano setentón.
Toda la vida jue pión
en las tareas rurales,
de chico entre los mensuales
en las destintas estancias
sirvió… pa’bultar ganancias
por unos poquitos riales.
2
Derecho de muchachón,
senciyo, sin arrogancia,
aunque pobre jue su infancia
¡jamás envidió patrón!
En fiestas de tradición
naides lo vido ensiyar,
y espuelas de jinetear
no se ataba en los garrones,
aunque a tantos “mancarrones”
solía hacerlos de andar.
3
Como verán, el paisano
sabía desempeñarse,
pero nunca por mostrarse
sobresalía del yano…
de pelo y bigote ruano
con los setenta cumplidos,
obligación de marido
no tenía el solterón
aunque’n… alguna ocasión
supo estar comprometido.
4
La vez que Trejo faltó
del puesto por un casual,
un cuatrero “servicial”
un noviyo le carnió…
Al escritorio yegó
enseguida el sucedido,
nunca falta un comedido
-dice un refrán con razón-
y en la balanza’el patrón
pesaba más el descuido.
5
Al escritorio dentraron
sin decir la boca es mía,
y de una caja que había
con poca plata arreglaron.
Vaya a saber que pensaron
Valeriano y el patrón;
ensiyó su mancarrón
y el zaino, ató a la’sidera,
cargao con puras zonceras,
pertenencias del que’s pión.
6
Con lo poquito que trajo,
no muy lejos del poblao,
hizo un ranchito quinchao
con un alerito bajo.
Los cabayos de trabajo
que tanto lo acompañaron,
de la estaca le soltaron
por robarle los bozales
y aqueyos dos animales
en la ruta le mataron.
7
Áhi sí, la justicia al rato
se presentó sin tardanza
y el peso de la balanza
no se inclinó pa’ su plato.
“Que la va a sacar barato”
un leguleyo decía,
a Trejo, que un policía
vido pa’lguna eleción,
cuando “a votar”, el patrón
lo tráiba… por cortesía.
8
¿Quién sabe que jue del Viejo?
El rancho vide tapera,
eso sí, en la tranquera
los dos perros de Don Trejo.
Del zaino y el azulejo
se ven contra el alambrao
los güesos amontonao
como testigo elocuente
de la ación de un imprudente
y unos bozales robao.
viernes, 6 de julio de 2012
Mi sentir
(Pintura: Miguel Ángel Gasparini)
Ninguno se me abalance
que recién he comenzao,
más cuando haya terminao
al que le parezca, avance;
pero sepan que’n el trance
he afirmao bien el talón
pa’ defender la canción
que dentro de mi palpita,
con la pureza infinita
del argentino pendón.
Evocando las canciones
que por la pampa resuenan
con briyo de nazarenas
y yamariar de fogones,
vengo a’vivar los tizones
como el soplo del pampero,
pa’ que nunca lo estranjero
suplante al canto nativo
y arrincone’n el olvido
a nuestro sentir campero.
Talvez un poco brutón
para espresar mi sentir
no atine justo a decir
lo que siente el corazón,
pero causa indinación
qu’hijos de la tierra mía
olviden que’n eya, un día
cantaron los hombres machos,
y quieran cambiar por tachos
la guitarra y su armonía.
Dicen que resulta odioso
el hacer comparaciones
pero espongo mis razones
aunque peque de cargoso,
pregunto a viejos y mozos
si tienen salú mental,
que responda cada cual
si un griterío que atolondra
puede hacerle alguna sombra
al canto tradicional.
Condensando los idiales
de los que patria nos dieron,
nuestros cantares trajeron
al sentir de hombres cabales;
nuestras glorias nacionales
en eya viven, perduran,
por eso causa amargura
que hombre no bien definido
pretenda por dos berridos
reemplazar gloria tan pura.
Por eso aquel que’n su mano
tenga el remedio legal,
si es argentino cabal
debe ir derecho al grano
y sancionar desde el vamos
sin miramiento o blandura
una ley, que con altura
defienda el canto nativo,
y destierre lo nocivo
pa’ la moral y cultura!
(Ensenada, 09/1968)
Ninguno se me abalance
que recién he comenzao,
más cuando haya terminao
al que le parezca, avance;
pero sepan que’n el trance
he afirmao bien el talón
pa’ defender la canción
que dentro de mi palpita,
con la pureza infinita
del argentino pendón.
Evocando las canciones
que por la pampa resuenan
con briyo de nazarenas
y yamariar de fogones,
vengo a’vivar los tizones
como el soplo del pampero,
pa’ que nunca lo estranjero
suplante al canto nativo
y arrincone’n el olvido
a nuestro sentir campero.
Talvez un poco brutón
para espresar mi sentir
no atine justo a decir
lo que siente el corazón,
pero causa indinación
qu’hijos de la tierra mía
olviden que’n eya, un día
cantaron los hombres machos,
y quieran cambiar por tachos
la guitarra y su armonía.
Dicen que resulta odioso
el hacer comparaciones
pero espongo mis razones
aunque peque de cargoso,
pregunto a viejos y mozos
si tienen salú mental,
que responda cada cual
si un griterío que atolondra
puede hacerle alguna sombra
al canto tradicional.
Condensando los idiales
de los que patria nos dieron,
nuestros cantares trajeron
al sentir de hombres cabales;
nuestras glorias nacionales
en eya viven, perduran,
por eso causa amargura
que hombre no bien definido
pretenda por dos berridos
reemplazar gloria tan pura.
Por eso aquel que’n su mano
tenga el remedio legal,
si es argentino cabal
debe ir derecho al grano
y sancionar desde el vamos
sin miramiento o blandura
una ley, que con altura
defienda el canto nativo,
y destierre lo nocivo
pa’ la moral y cultura!
(Ensenada, 09/1968)
El paisano Braulio Sosa
(Pintura: Julián Althabe)
Un monte con "ucalitos",
un ranchito con alero,
el horno, jagüel, palenque
y cerca'e la puerta, un perro.
Todo es es lo que tiene
(y algunas cosas adentro...)
el paisano Braulio Sosa
más bien diría ... ¡el puestero!
Por las mañanas, temprano,
ensilla su zaino overo
y se larga para el campo
a despertar el silencio...
con un "chiflido" en la boca
o de no... pitando un negro.
Tiene al cuidao la majada
y un lote de toros nuevos...
y puede estar bien tranquilo
el patrón, del desempeño,
¡porque el hombre es más derecho
que'l poste de un esquinero...!
En el pago se comenta
que jué un resero'e los güenos
pero un día echó raices...
porque una moza del pueblo
le torció el camino al hombre
de andar lo mismo que'l viento...
Y entró a amasar... barro y paja
como si fuera un hornero.
Y que justo, cuando Sosa
pensaba en el casamiento
¡la paloma hizo otra yunta
y sin destino alzó vuelo.
Otro... en su caso ¡tal vez!
¡qué cosa no hubiera hecho...!
Salir a campear el rumbo,
desparramarle los sueños...
Y darle cuenta a los dos
con el filo de su acero;
o de no... gastar las horas
en un boliche del pueblo
y entregarle sus sudores
al bolsillo del pulpero....
O por ahí buscando olvido
volver a los tiempos viejos
y andar detrás de una tropa...
con vientos, con aguaceros...
¡ya que dicen los que saben
que pa'curar sufrimientos
¡no hay mejor que la distancia
cuanti más largo y más lejos...!
Tal vez... alguno pensó
que'ra mejor todo eso,
que la vida ahura lleva
entropillando recuerdos.
Pero él nació pa'ser hombre
y no pa'mascar veneno...
y anda borrando a sudores
los rastros del tiempo viejo.
... que también puede la vida
(a nada que pase el tiempo...)
cubrir de olvido el pasado
pa'dir quinchando otros sueños...
total... lo que sobra es juerza
y el rancho... pa'eso está hecho!
Por eso... porque nació
para ser un hombre entero,
¡yo lo almiro a Braulio Sosa
cuando en el campo lo veo....
cumpliendo con sus deberes
montao en un zaino negro...!
¡con un chiflido en la boca
y de no, pitando un negro...!
(Pintura: Francisco Madero Marenco)
Un monte con "ucalitos",
un ranchito con alero,
el horno, jagüel, palenque
y cerca'e la puerta, un perro.
Todo es es lo que tiene
(y algunas cosas adentro...)
el paisano Braulio Sosa
más bien diría ... ¡el puestero!
Por las mañanas, temprano,
ensilla su zaino overo
y se larga para el campo
a despertar el silencio...
con un "chiflido" en la boca
o de no... pitando un negro.
Tiene al cuidao la majada
y un lote de toros nuevos...
y puede estar bien tranquilo
el patrón, del desempeño,
¡porque el hombre es más derecho
que'l poste de un esquinero...!
En el pago se comenta
que jué un resero'e los güenos
pero un día echó raices...
porque una moza del pueblo
le torció el camino al hombre
de andar lo mismo que'l viento...
Y entró a amasar... barro y paja
como si fuera un hornero.
Y que justo, cuando Sosa
pensaba en el casamiento
¡la paloma hizo otra yunta
y sin destino alzó vuelo.
Otro... en su caso ¡tal vez!
¡qué cosa no hubiera hecho...!
Salir a campear el rumbo,
desparramarle los sueños...
Y darle cuenta a los dos
con el filo de su acero;
o de no... gastar las horas
en un boliche del pueblo
y entregarle sus sudores
al bolsillo del pulpero....
O por ahí buscando olvido
volver a los tiempos viejos
y andar detrás de una tropa...
con vientos, con aguaceros...
¡ya que dicen los que saben
que pa'curar sufrimientos
¡no hay mejor que la distancia
cuanti más largo y más lejos...!
Tal vez... alguno pensó
que'ra mejor todo eso,
que la vida ahura lleva
entropillando recuerdos.
Pero él nació pa'ser hombre
y no pa'mascar veneno...
y anda borrando a sudores
los rastros del tiempo viejo.
... que también puede la vida
(a nada que pase el tiempo...)
cubrir de olvido el pasado
pa'dir quinchando otros sueños...
total... lo que sobra es juerza
y el rancho... pa'eso está hecho!
Por eso... porque nació
para ser un hombre entero,
¡yo lo almiro a Braulio Sosa
cuando en el campo lo veo....
cumpliendo con sus deberes
montao en un zaino negro...!
¡con un chiflido en la boca
y de no, pitando un negro...!
(Pintura: Francisco Madero Marenco)