(Pintura: Horacio Berta)
Pues bien, ya me tiene Don
entreverao en la rueda,
en donde haré lo que pueda
para alegrar su fogón.
Yo cebaré el cimarrón
mientras otro milonguea,
y aunque la yerba escasea
qu'es una barbaridá
hemos de amarguear hast'a...
que de vieja quede fea.
Porque otra cosa... no sé
que pueda hacer este crioyo!
Cuando pa serlo m'embroyo
con miedo... ¡No sé de qué!
¡Pero no ha de ver usté
a que punto hemos yegao,?
Ya ni me pongo el cribao,
ni monto, si no es de freno,
y si me acuesto al sereno
dejuro tengo un refriao.
Mire que gauchos... ¡gran siete!
No amuele con los de hoy día,
son pura chafalonía
pura prosa... todo al cuete!
Si se le sientan a un flete
tiene que ser como oveja,
y en cuanto mueve una oreja
o agatas el lomo enarque
ya van manotiando el charque
pa n'olvidar mañana vieja.
Y diay queremos decir
que semos gauchos ¡y diande!
si el serlo, nos queda grande
que ya no hay más que pedir.
Comenzando en el vestir
y siguiendo po el hablar,
hasta en el mesmo pitar
ya semos tan diferente
que ya se rie la gente
si al naco nos ve picar.
Antiguamente... ¡la pucha!
Pero... ¿pa qué recordar
que cada indio era la mar
de cencia que hoy ni s'escucha?
Hoy la crioyada s'embucha
con tanta cosa moderna,
que una estancia lo gobierna
un gringo ricién yegao
como el gaucho más pintao
por debajo de la pierna.
Si es en la guerra, dejuro,
que todito ta cambiao,
hoy se acomoda el soldao
defendido por un muro;
un hombre no está seguro
aunque lo ampare una sierra;
con esta laya de guerra
y el armamento que se usa
hace igual papel la chuza
que el gauchaje en esta tierra.
Y póngase uno a cismar
sobre el pasao y el presente,
ta todo tan diferente
que da ganas de yorar;
vale más ni recordar,
pues, si los tiempos igualo,
se hace el presente tan malo
que concluyo comprendiendo
que al gaucho lo está comiendo
como la carcoma al palo.
Por eso es que no me ayego
a su fogón, Don Calisto,
porque amigo, no resisto
sin recordar con apego.
Aquel tiempo en que, no niego,
se habrán cometido errores,
pero en la vida mayores
que los que, con imprudencia
cometen los hombres de cencia
que son sabidos dotores.
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