miércoles, 19 de agosto de 2015

Estoy viejo pa'domar


(Fotos: Rosemberg)



Van para dos temporadas
que me estoy notando flojo,
conmigo mismo me enojo
mientras voy de galopeada;
veo que la caballada
ya me ha empezao a pasar;
tal vez tenga que dejar
a esta altura de los años,
y no me parezca extraño
que estoy viejo pa' domar...

La otras tarde, galopeando,
fui a lo de un vecino y crealó
que un cuzco lo garroneó
al redomón que iba andando;
pa'qué seguirles contando,
¡se me arrastró a corcovear!
yo sin poderlo parar,
de a ratos me vi en el suelo,
y pensé con desconsuelo:
"ya estoy viejo pa'domar"...

Me tuvo por todos la'os
y si es que no me volteó
tal vez lástima le dió
porque anduve regalao,
sin estribo y agarrao
a dos manos pa'guantar,
después me senté a pensar
mientras me daba un descanso:
"vi'á tener que andar en manso...
ya estoy viejo pa'domar"...

¡Cuántas veces he dejao
a un macaco pa'mañana,
pero al otro día no hay gana
y queda para pasao!
Que tampoco es galopeao
y ahi se empiezan a atrasar:
"el manso está pa'entregar,...
los otros vi'á ver si puedo...
porque en fin... he tomao miedo...
¡ya estoy viejo pa'domar!"

Pa'tarles algo a los tientos,
siempre estoy manieriando,
que no ande nada colgando
ni que tampoco haya viento;
a vec'es un sufrimiento
si me tengo que emponchar,
pues me prefiero mojar
aunque me agarre un resfrío,
mientras pienso adentro mío:
"ya estoy viejo pa'domar"...

Agarrar potros al cuete,
palenquearlos bien sogueaos
y no ponerle el recao
¡qué bronca da la gran siete!
pensar que antes fui jinete
pero supe un potro andar,
y hoy tengo que recordar,
mientras los miro de abajo:
que aunqu'este fue mi trabajo:
ya estoy viejo pa'domar...

Estuve 'reflesionando'
antes de que tarde sea,
si ya no le hago pelea
a un redomón corcoveando,
¿pa'qué seguirles porfiando
si nada voy a ganar?,
hasta me puedo estropear,
¡soy un hombre decidido!
y solo me he convencido
¡que estoy viejo pa'domar!







domingo, 16 de agosto de 2015

Les agradezco el barato

Pedí permiso al d'entrar
y al tenerlo concedido
les dije que había venido
con intención de alternar
y aprovechando el lugar
en la rueda fogonera,
pude encontrar la manera
de entretenerlos un tanto,
con mi guitarra, mi canto
y esta milonga campera.

Esta milonga de ayer
que anduvo en las resereadas,
con perfumes de carneadas
hundiendo el atardecer;
ésta milonga que al ser
andariega y sin bozal,
se le ganó en el triunfal
mundo del canto genuino,
al payador Argentino
y al payador Oriental.

Señores mi profesión
es cantar desde muy chico,
de plata nunca fui rico
porque no es mi devoción;
mi fortuna es la emoción
de un aplauso sostenido,
el churrasco compartido
con un amigo de huella,
y encontrar en una estrella
el rumbo para el perdido.

Hoy quise pintar el retrato
detallao de mi persona,
pero al tantear la bordona
dice que ha pasao de rato,
les agradezco el barato
que tuve en esta reunión,
el símbolo, el apretón,
de amigo vaya este amago:
me está esperando otro pago
y el humo de otro fogón.



Redomoniando

(Foto de Claudio Chapero)


A un mes qu’estoy amansando
“el tordillo a patacones”
me lo elogian los mirones
y hasta lo andan codiciando.
Cuando lo estaba “quemando”
una tarde el martillero
me habló al óido un aparcero:
“-Compreló, se lo asiguro
que’s hijo de un criollo puro
de la estancia “El Trocadero”.

Potro mediano de alzada,
ancho d’encuentros, morrudo,
juerte de tabas y nudos
y el anca bien conformada,
la cruz como dibujada,
lomo ascendente y mediano,
cabeza que ni hecha a mano,
orejas cortas y alertas,
fozas nasales abiertas
pa’ beber aire lejano.

Me gustó tanto el bagual
que cuando cayó el martillo
yo había “confiao” al “tordillo”
tres sueldos de pión rural.
Lo palenquié, y por casual
lo monté y salió al tranquito
y aunqu’e cogote cortito
montao nomás lo tiré
y a señas lo goberné
hasta que aflojó solito.

Quien hoy lo viera: silbé
y aunque nublao y temprano
cuando le mostré una mano
dio el frente y lo embozalé.
En las patas lo manié,
dejé el cabresto tirao,
del galpón traj’el recao
y aunque le escuché un bufido
ni un tranco se había movido
del sitio en que había quedao.

En el alambre al bocao
lo resobé esa mañana
que quedó hecho una badana
pues hizo noch’engrasao.
El redomón enriendao
saborió con gusto el cuero
entonces con el esmero
de quien no niega su cuna
pilcha por pilcha, una a una
le puse tuito el apero.

Con cuidao lo desmanié
perfilao sobre’l encuentro
después de una güelt’adentro
ágil me le’nhorqueté.
A los dos lao lo volqué
en cuanto estribé un ratito
‘tantiao’ reculó un poquito,
me incliné, miró una senda
y barajando las riendas
soltó un galope cortito.

Como es costumbre de ajuera
o por probarlo quizás
ya sin apiarme nomás
abrí y cerré una tranquera.
Me lo asustó en la carrera
un ñandú con sus alones,
yo le arrimé los talones
y se tendió hecho un venao
y al tantiarlo en el bocao
lo hice arar con los garrones.

Repetí la operación
de cuando recién monté,
luego el lazo desaté
pa’ enseñar al redomón.
Lo arrastré por precaución
y aunque anduvo desconfiando
despacio lo jui enrollando,
armé: y tras algunos giros
al aire hice varios tiros
así se va acostumbrando.

Saben que no fantaseo
sin tenerme por chambón
y no faltará ocasión
pa’ floriarlo en un rodeo.
Me anda chusiando un deseo
y aunque le arisquea a los perros
capaz que al gusto no le erro,
caigo y les canto una flor
en la esquina “El Vencedor”
como quien va al puent’e fierro.

Vuelve el ayer hecho idea,
cosas de un gaucho sencillo
sobre’l “crédito tordillo”
en los campos de Perea.
El que en la ciudá me vea
sin caballo y con vigüela
sabrá que tuve otra escuela
anterior a este horizonte
a cuatro leguas de Monte
y dos de Zenón Videla.


Pobre gallo bataraz (Estilo)







Pobre gallo bataraz,
se te está abriendo el pellejo.
Ya ni pa' dar un consejo,
como dicen, te encontrás,
porque estás enclenque y viejo,
¡pobre gallo bataraz!

Pero en tus tiempos, cuidao!
con hacer bulla en la siesta,
se te paraba la cresta
y había en la arena un finao.
Y siga nomás la fiesta
porque en tus tiempos, ¡cuidao!

Era de larga tu espuela
como cola de peludo.
Y a más de ser entrañudo
eras guapo sin agüela,
porque hasta el más corajudo
sintió terror por tu espuela.

Si en los días de domingo
había depositada,
ya estabas de madrugada
sobre el lomo de mi pingo.
Había que ver tu parada
pocas plumas el domingo.

Y si escaseaba la plata
o andaba medio tristón,
entre brinco y reculón,
me picabas la alpargata
como diciendo: “-Patrón,
ya sabe si anda sin plata”.

Pobre gallo bataraz,
nunca te echaré al olvido.
Pimentón y máiz molido,
no te han de faltar jamás.
Porque soy agradecido,
¡pobre gallo bataraz!







Querencia


(Foto: Emanuel Ortiz)



¿Te acordás d'esa tarde
que a la tranquera
llegó mi malacara
con quince leguas
galopeadas de un hilo
por valle y sierra?
La visión d'esa tarde
la guardo fresca:
¡venía blanco de espuma,
cáido de orejas,
temblorosas las patas,
la crin revuelta,
desbordado en relinchos
pa su querencia!
Lo miraba extrañado.
¿Tanta impaciencia
pa volver a un potrero
que daba pena?
¡donde ni pasto había
culpa'e la seca!
¿Te acordás d'esa tarde?
Lo mesmo qu'ésta,
llegaba un dolorido
con mal de ausencia
a pechar los cruceros
de la tranquera.
¡Cómo tira el recuerdo
de la querencia!
¡Cómo llaman las cosas
donde se enredan
los recuerdos primeros
de la esistencia!
¡Y cómo m'engañaba
cuando las mentas
de las ciudades grandes
me dieron vuelta!
Y desoyendo ruegos,
y desoyendo quejas,
dejaba todo esto
por cosas nuevas.
Al principio es muy lindo.
Las apariencias
t'encandilan los ojos
pa que te pierdas.
Ya el pago lejano
ni se recuerda;
todo queda borroso...
como entre niebla....
Pero al fin, cuando uno
ya ni lo piensa,
el recuerdo lejano
se te presenta
como un cargo que sale
de tu conciencia.
¡Y pensás en tu rancho!
Ves la tranquera;
el campo, que reclama
filo de reja,
y el montón de gaviotas
que está a la espera
de tu yunta y tu arado
cortando melgas.
Después se ven las cosas
como quien sueña:
el tiempo ya ha pasado
sin darnos cuenta
y aquella tierra arada
se hizo cosecha.
Lo demás, se te viene
como si fuera
una cinta en colores
que uno recuerda:
cuando el alba se asoma
sobre las sierras;
cuando llegan las doce...
después de la siesta...
el espejo del pozo
de agüita fresca...
el morir de la tarde...
el nacer de una estrella.
Cuando eso te sucede
ya no hay más vuelta:
¡clavado que tu alma
sufre de ausencia!
¡El sueño se hace potro
que no da rienda
galopeando en la noche
que se hace eterna!
Ya nada te da gusto.
Todo es tristeza,
y un ansia de regreso
te picanea
con el clavo puntudo
de la impaciencia.
¿Te acordás d'esa tarde
que a la tranquera
llegó mi malacara
cáido de orejas,
temblorosas las patas,
la crin revuelta,
desbordado en relinchos
pa su querencia?
¡Así vuelvo a mi pago!
¡Bendito sea!

El gatiao y los overos


(Pintura: Aldo Chiappe)

1
Yegué al puesto de Valerio
que está cerca’el callejón
y salió un hombre viejón,
alto, bigotudo y serio,
y con un recio criterio
dijo: “-Yo soy el puestero,
que anda haciendo compañero…?”
y ya le fui comentando
le dije: yo ando buscando
un "gatiao" y dos "overos".
2
Se quedó como pensando
con cara’e pocos amigos,
me dijo: “-Ayer fui testigo
ver unos pingos pastiando;
después pasó galopiando
por aquí, un tal Carabayo,
arriando varios cabayos
y después no sé más nada,
yo pensé, pa’ las arriadas
ese mozo es como un rayo”.
3
Muchas gracias por el dato
-le dije-, hasta la güelta,
ya vi mi mente resuelta
y le sentí mal olfato;
después de pensar un rato
el destino’e mis cabayos
si los arrió Carabayo,
y al istante calculé,
que capaz que ha entrao tal vez
al campo de los Ramayo.
4
Cuatros leguas esigidas
galopiando sin cesar,
por ayá empecé a oservar
una alambrada caída,
yo con mi vista tendida
hacia adentro de un potrero
vi al “gatiao” y a los “overos”
mezclao’ con unos potritos,
y más ayá, al trotecito
se aprosimaba el puestero.
5
Cuando ya s’iba acercando
fijamente me miró
y también lo hacía yo
sin pensar y ni jugando,
que fuera mi amigo Orlando
y en cuanto lo conocí
el también pensaba en mi:
“-¡Pero tanto tiempo hermano!,
¿qué andás haciendo Mariano
por estos pagos y aquí?
6
Yo estoy en la estancia “El Tero”
y ayí empecé a trabajar
y me vieron pa’ domar,
a más de pión de un puestero,
tal que agarré unos “overos”
cuatros “bayos” y un “gatiao”,
y es la causa qu’he yegao
a estos parajes juyido
porque se me habían perdido
tres pingos que ‘ahí ‘tan al lao.
7
“-Yo ricién los veo, hermano,
más del alambre caído,
pensé, serán de Salido
-el mensual de “San Laureano”-,
pero ansí es la suerte hermano
que los encontraste aquí,
si esto no se daba ansí
ni enterao por donde estabas!,
y ni pensar de que andabas
bastante cerca y… te vi.”
8
Ya hace tres meses que entré
en “El Tero”, a trabajar,
y solo había pa’ensiyar
unos mancarrones, ché,
ansí es que la corajié
pa’ domar esos baguales,
hay potradas sin iguales
de todo tipo y pelaje,
me gustó e hice coraje
con la ayuda’e los mensuales.
9
“-Así es la cosa, Mariano,
¡que alegría haberte encontrao!
y también que haigas hayao
a tus tres pingos, hermano;
un día te venís temprano
pa’ recordar lo pasao,
hoy sé que andás apurao
pero siempre estoy dispuesto
pa’ recibirte en mi puesto
y comernos un asao.”

Canto a la espuela





¡Espuela!
Por un raro capricho del destino
tiene forma de estrella
y bullicioso corazón de grillo;
humildad que se arrastra a flor de pasto
y soberbia brutal cuando el pie gaucho
la coloca a la altura del estribo.
El grillito cantor que lleva adentro
salta a tierra al sentirse suspendido
y la estrella de acero se parece
a un ojo criminal de duro brillo
estudiando el matambre cosquilloso
que el potro le mezquina por instinto.

¡Espuela!
Que de pronto se vuelve puro oído
para escuchar el ¡larguen! de su dueño
y prenderse al bagual como un vampiro.
Estrella centenaria
que mantiene a su dueño en equilibrio
sobre el oleaje desparejo y bravo
del potro enardecido.
Diente de perro cimarrón hambriento
que no da suelta hasta ver que su vencido
regresa hacia el palenque, tembloroso
y un poco avergonzado de sí mismo.

¡Espuela!
No de gusto la extraña nuestro gaucho
cuando lo privan de ella;
si es la púa que nace en sus talones
en los albores de la adolescencia,
sostén en la domada,
voz que anima el coraje que flaquea
y atrevido requiebro que en la danza
amenaza enredarse en las polleras
cuchicheando palabras misteriosas
al compás de la zamba y de la cueca.

¡Espuela!
Aletazo que apura la carrera,
distancia entre partida y perseguido;
minuto que se roba a la impaciencia
y poderoso impulso de la lanza
gestadora de nuestra independencia.

¡Espuela!
Si el olvido cayera sobre el gaucho
y su nombre pasara a ser leyenda,
no permitas que su alma pierda el rumbo
entre las sombras de la indiferencia
y remóntate en vuelo hacia la noche
para alumbrar de allá, ¡como una estrella!




Llanto por un árbol


Me llaman el "Zurdo" Lopez,
soy hachero correntino,
apenas muera la noche
ya salgo buscando monte.

La luna pone en mis hombros
la sombra de los quebrachos
con una mano de amigo
como un abrazo entre machos.

Y así me deja la vida:
tranco y hacha...hacha y tranco...
El tiempo se va pasando
y la fuerza se me escapa
como arena entre las manos;
es que así ha'i de ser la vida
de un hachero de tus pagos:
tranco y hacha... hacha y tranco...

Tal vez que haya'e ver un cielo
distinto d'este que tengo
en donde el hacha no cante
y sí me acompañe el tranco...
pero no castiga el viento!

Si alguna vez por el vino
lo desconozca al compadre
no ha'i de ser porque sea bravo;
lo que pasa es que al vino
le da por andar peleando...

Porque es él, el que pelea,
si yo soy un hombre manso,
que solo sabe de montes:
tranco y hacha... hacha y tranco...

Me llaman el "Zurdo" Lopez
y m'hei de morir...hachando!


----------------------------------
La pucha que quema fiero
el sol sobre mis espaldas
y parece que de balde
se me fuera la mañana.

Te ando midiendo quebracho
pa' ver de que lao entrarte,
y es ciego el ojo del hacha
con la que voy a voltearte.

Un ave deja su nido,
tibio capullo en el aire,
y yo te mido quebracho
pa'ver de que lao entrarte.

Arenales de este Chaco,
sólo viento, monte y nadie!
se mi irá yendo la vida,
en cada hachazo por darte.
Arenales de este Chaco,
sólo viento, monte y nadie!

Y cuando caiga la tarde
volverán para buscarte,
la sombra, luto del aire
y trinos que cobijaste.

Arenales de este Chaco
sólo viento, monte y nadie!

No me compadezcas




No me compadezcas
ni me tengas lástima;
qu'esas son monedas
que no valen nada
y que dan los blancos
como quien da plata.
No me compadezcas
ni me tengas lástima;
nosotros los coyas
no pedimos nada;
pues faltando todo
todo nos alcanza.
Dejame en el valle
vivir a mis anchas:
trepar por los cerros
detrás de mis cabras,
pillar un quirquincho,
tener unas llamas
y echar a los vientos
la voz de mi flauta.
¿Dices que soy triste?
¡Qué quieres que haga!
¿No dicen ustedes
qu'el coya es sin alma,
qu'es como las piedras:
sin voz, sin palabras,
y llora p'adentro
sin mostrar las lágrimas?
¿Y si juera cierto
a qué tanta lástima?
¿No jueron los blancos
venidos de España
que nos dieron muerte
por oro y por plata?
¿No hubo un tal Pizarro
que mató a Atahualpa
tras muchas promesas
bonitas y falsas?
Y entonces ¿qué quieres?
¿Qué quieres que haga?
¿Que me ponga alegre
como día de chaya
cuando mis hermanos
doblan las espaldas
por cuatro centavos
que ustedes les pagan?
¿Quieres que la risa
m'ensanche la cara
cuando mis hermanos
son bestias de carga
llevando riquezas
que ustedes se guardan?
¿Quieres que me alegre
cuando en la montaña
viven como topos:
¡escarba y escarba!
mientras se enriquecen
los que no trabajan?
¿Quieres que me alegre
cuando las muchachas
van a casas ricas
lo mismo que esclavas?
No me compadezcas
ni me tengas lástima.
Déjame en el valle
vivir a mis anchas:
tocando mi quena,
cuidando mis cabras,
pillando un quirquincho
o hilando una manta.
Déjame tranquilo,
que aquí la montaña
me ofrece sus piedras,
acaso más blandas
que esa condolencia
que tú me regalas.





jueves, 13 de agosto de 2015

Desconsuelo



(Pintura: Velorio del "angelito" de Arturo Gordon)



¡Pobre m'hijo!
Ya no hay que hacerle.
Hoy lo vido el dotor y me dijo
que lo está consumiendo la fiebre.
Me mostró ese tubito de vidrio
-que pa medirla a propósito tiene-
y vide blanquiar la rayita
cuasi un dedo arriba de los treinta y nueve.
Dispués...me miró con tristeza,
guardó en el estuche el tubito
y me dijo que tenga pacencia,
que tal vez mañana...será un angelito...
Pero..¡en fin! Que hay milagros a veces
que en sus libros no vienen escritos
y puede que Dios se apiadara
devolviendo la vida de m'hijo.
Por eso he rodiado de velas
esa imagen que tengo de Cristo
y le dije a mi china que rece
todo lo que sabe, por el gurisito...

A mi más querida prenda

     

(Pintura: Fernando Fader)




De mi rancho sos portón
y de mi recao el basto, 
y sos la mata de pasto
que come mi mancarrón.
Sos el mate cimarrón
cebado con salivita,
sos la cañada bajita,
sos mi rancho de totora,
sos torcaz arrulladora
que forma nido en la islita.

Sos la sendita trillada
que me lleva á tu potrero,
sos la cancha en que á mi overo
trabajo de madrugada,
sos la nube más rosada
de mi cielo esplendoroso,
sos el yuyo más hermoso,
sos mi prenda más amada,
sos la criolla enamorada
de ojos tristes cariñosos.

Sos como el flete mejor
que retosa en mi tropilla,
sos las garras con que ensilla
tu pobre gaucho cantor,
sos la presilla de amor
con que me has asigurao
en un maneador trenzao
con fuertes tientos de amores,
sos la reina de las flores
que crecen en el bañao.

Sos como el raudo torrente
que bajando de la sierra
vá refrescando la tierra
con impetuosa corriente,
aurora sos esplendente,
bello sol que se levanta,
que crece, que se agiganta
y auyenta la oscuridá,
sos como el dulce saviá
que de tardecita canta."

                      Un Oriental. Febrero [18]99."

Sos mi tirador plateado (Estilo)


(Foto: Francisco Ayerza: "Escenas del campo Argentino")



Sos el tirador plateao
que a mi chiripá sujeta, 
sos eje de mi carreta, 
sos tuce de mi tostao, 
sos el pañuelo bordao
de un pobre gaucho cantor, 
sos la prienda más mejor
de mi chapeao de paseo,
sos yapa de mi sobeo
sos trienza de mi arreador.

Sos la mata'e culandrillo
que crece en el manantial,
sos vaina de mi puñal, 
sos la barda donde trillo; 
sos ala de mi lomillo
de trabajo brasilero, 
sos yesca de mi yesquero,
sos paño de mi bombacha,
sos potranca criada a guacha,
por eso tanto te quiero.

Y pensar que me guardás
en tu pecho un rinconcito
donde llamea un fueguito
que no se apaga jamás...
Yo siento alzar más y más
la llama en mi idolatría;
pues mi mayor alegría
y mi sueñito mejor
es jinetiar en tu amor
y maniatarte al alma mía.


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Recomendamos vistear el siguiente "lazo" virtual donde don Marcelo O. Martinez desarrolla un sesudo estudio acerca del origen de esta canción con la cual hizo su debut el "Zorzal" criollo don Carlos Gardel.
Ver:  http://gardel-es.blogspot.com.ar/2012/04/la-cancion-del-debut-sos-mi-tirador.html


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El verso original le correspondería a Oscar Orozco Castell aparecido en la revista "El Fogón", bajo el seudónimo "Un Oriental" y decía ansí:


RETRUCO:

                        "Para la señorita S. O.

                Casi ni pegué sentada
          Cuando bombeando El Fogón
          Leí tamañasa canción
          A «Un Oriental» dedicada.
          Y en la trama delicada
          De los versos camperasos,
          Sentí sonidos de lazos, 
          Sentí ruidos de caronas, 
          Armonías de bordonas 
          ¡Y chasquidos de chirlazos!

               Como creo soy galante 
          Y paisano de una pieza, 
          Con la mayor gentileza 
          Quiero salir adelante, 
          Y á la brisa murmurante 
          Le pide mi inspiración 
          Que la ayude en la ocasión 
          Para cantar á la china, 
          A la morocha divina 
          Que inflama mi corazón.

               No me puedo acostumbrar 
          A estar tan lejos de ti 
          Y á no comer camoatí 
          De aquél que me solés dar; 
          Y aura te quiero endilgar 
          Pa que veás mi fino amor, 
          Con todo esmero y primor 
          Como sólo tú mereces, 
          Todo lo que le pareces 
          A tu gaucho parador.

          Sos el tirador platiao 
          Que mi chiripá sujeta, 
          Sos eje de mi carreta, 
          Sos tuse de mi tostao, 
          Sos mi pañuelo bordao, 
          Sos mi gachito cantor, 
          Sos la prenda más mejor 
          De mi chapeao de paseo
          Sos yapa de mi sobeo 
          Y trenza de mi arriador.

          Sos mata de culantrillo 
          Que crece en mi manantial, 
          Sos vaina de mi puñal,
          Sos la parva donde trillo, 
          Sos ala de mi lomillo 
          De trabajo brasilero, 
          Sos yesca de mi yesquero, 
          Sos paño de mi bombacha,
          Sos potranca criada guacha…
          Por eso tanto te quiero.

          Sos el pihuelo machazo 
          De mis fuertes nazarenas, 
          Sos consuelo de mis penas, 
          Sos argolla de mi lazo, 
          Sos el pasador lindazo 
          Que trenzo con finos tientos, 
          Sos los alegres acentos 
          Que á mi guitarra querida 
          Pa pasar mejor la vida
          Arranco en tristes momentos.


          Quisiera desparramar 
          Florcitas por tu camino
          Para que tu pié divino
          No se fuera á lastimar,
          Y te quisiera explicar
          Pero á explicarte no acierto,
          Que tú sos el cielo abierto
          Donde quisiera subir
          Pa allí quedarme a vivir
          Como pampa en el desierto.

                                    Un Oriental.

            Enero 1900"



(Foto del Catálogo de "La Rastra y el tirador" en la Pampa y Mesopotamia del Museo Las Lilas de Areco)

El lazo (Estilo)



Trenza de ocho, tradición
que va entrando en la leyenda
con el tirador, la prienda,
el chiripá y el facón.
El anca del redomón
ya no siente tu caricia,
ni la china ¡esa delicia!
se acomoda sobre el rollo
con su carne de pimpollo
y sus ojos de malicia.

 Por el triunfo de tu bando
estás ligao a la historia
que ande hubo que ganar gloria
siempre andabas culebriando.
Con Güemes estabas cuando
se le cuadró al poder real
y el emblema nacional
impuso a los chapetones,
tomándoles los cañones
por lujo y volcando un pial.

 Zumbando en los entreveros
fuiste terror de la indiada
en esa época pasada
de malones traicioneros,
en los combates camperos
si alguna vez te ha apurao,
un salvaje retobao
que se vino sobre el lazo,
resonó su cimbronazo
como cordaje templao.

 Ya ni es criollo el malacara,
ni te floriás en la yerra,
ya te vas lazo'e mi tierra,
ya te han dao vuelta la cara.
Entre orquetas de tacuara,
nuevito y bien jabonao,
vas a concluir estaquiao
junto al galpón de ladrillo,
secándole el calzoncillo
algún 'nación' acriollao.

Año: 1926




Mi china ya no me mira (Estilo)



Mi china ya no me mira,
ha dejado de quererme.
Sus ojos ya no han de verme,
¡malaya con mi existencia!
Qu'el cielo me de conciencia...
d'amores como ei de hacerle
Mi china ya no me mira
ha dejado de quererme...

Los dos éramos felices
en nuestra humilde tapera,
en donde ya naide espera
a est' alma tan dolorida.
Mi santa madre querida,
¡que sea lo que Dios quiera!
Los dos éramos felices
en nuestra humilde tapera...

En ancas de mi caballo,
un alazán galopero,
al trotecito lijero
bajo un añil firmamento
no hubó ningún momento
que no dijera: "¡te quiero!"
Enancas de mi caballo,
un alazán galopero...

¿Por qué senderos de angustia
ai de volver algún día?
Que no hay pasión ni porfía
que eternamente redure.
Y espero que me murmure
temblando lo que sentía.
¡Por qué senderos de angustia...
ai de volver algún día!

miércoles, 5 de agosto de 2015

Décimas de don Antonio Gil



Planta un árbol convencido,
aunque el sitio en que lo plantes
no sea tuyo y mueras antes
de saberlo florecido,
que hará un pájaro su nido
a su abrigo acojedor,
que a un hombre trabajador >
será su sombra propicia,
y que siempre beneficia
 lo que se hace por amor.

Me enviaron a trabajar
cuando aún era tan pequeño,
que hasta me parece un sueño
que eso pudiese pasar,
jugar, no aprendí a jugar
y aunque lo hubiese aprendido,
por la noche tan rendido
me dejaban los recados,
que mis últimos bocados
 me los mascaba dormido.

Es cierto, mi vida
nada tiene de particular,
monótono trabajar,
jornada sobre jornada,
esta guitarra templada,
 alguno que otro soñar,
llorar cuando hay que llorar,
 reír si toca la risa,
vida que así se desliza,
¿a quién pude interesar?

Lucidez en el decir,
transparente la intención,
piedad en el corazón,
vivir y dejar vivir,
no ser lastre, no pedir,
de recibir saber dar,
ofendido perdonar,
o dar la ofensa al olvido,
hablar con hondo sentido,
hablar y dejar hablar.

No caigas a la reunión
con un jarro de agua helada
a destemplar la templada
fe de ningún corazón,
que aunque te sobre razón
 y estar en lo cierto creas,
es imperioso que seas
capaz de condescender,
una cosa es imponer,
otra intercambiar ideas.

Verso que no hable de amor,
o que al amor no recuerde,
es como una llama verde
sin la gracia de una flor,
¿qué ha de cantar el cantor
si no lo agita el querer?
¿Cómo habrá de convencer
el ruido de su garganta,
cuando no canta el que canta
pensando en una mujer?

Cuando clamo sólo estoy,
miento, porque estoy con ella,
lazarillo de mi huella,
por ella soy lo que soy,
como una criatura voy
en pos de su claridad,
y es tanta la santidad
del hondo amor que le tengo,
que a menudo me contengo
por no llamarla 'mamá'.

En mi velorio quisiera
que te hallaras tú presente,
cuatro velas, poca gente,
y algún gracioso cualquiera
que contase o que dijera
algo para entretener,
que es el último querer
de un egoísmo postrero:
de morirme primero
que el tenerte que perder.

No nací para enemigo,
y he tenido amigos buenos,
o fueron buenos al menos
al enfrentarse conmigo.
Porque coseché mi trigo
 sin molestar al lindero,
de la vida en el tablero
tuvo suerte mi ajedrez,
y hoy llego a la madurez
 consecuente y compañero.

Cuantas veces me consuelo,
eterno desconsolado,
ante un perro abandonado
hecho un ovillo en el suelo,
mi desvelo a su desvelo
pongo en línea de igualdad,
su orfandad con mi orfandad
mido, a silencio me llamo,
porque ese perro sin amo
humilla mi soledad.

Tiende tu mano al vecino
porque sí, por elegancia,
que no todo sea ganancia
a lo largo del camino,
cambia de sabor el vino
cuando no hay con quien brindar,
¿qué harás con atesorar
y ser opulento en bienes,
si entre tus bienes no tienes
el bien supremo de dar?

A dos excelsos José
invoca mi corazón
para imantar su emoción
y purificar su fe,
uno extraordinario fue
arquetipo paladín,
fustigó el otro lo ruin
con los azotes más grandes,
son dos José:
José Hernández
y José de San Martín.

Señor de Montiel (Milonga)


(Milonga homenaje al Dr. don Delio Panizza)


Partió con el alba
en brioso corcel,
guitarras y lanzas...
guitarras y lanzas
galopan con él.

Lo llora Entre Ríos
al amanecer,
y aquí en la otra Banda...
y aquí en la otra Banda
lo lloran también.

Poeta montonero,
señor de Montiel,
se quedó en su pluma...
se quedó en su pluma
sangrando un laurel.

Los talas del monte,
el rojo clavel,
beben de su canto,
beben de su canto
rocíos de miel.

Y en los espinillos
se ojala la piel
cuando grita el viento,
cuando grita el viento:
"don Delio se fue".

Poeta montonero,
señor de Montiel,
se quedó en su pluma...
se quedó en su pluma
sangrando un laurel.

En décimas suyas
vibra el Uruguay,
los hijos de Artigas...
los hijos de Artigas
no lo olvidarán.

Y allá en su Entre Ríos
siempre vivirá
con don Martiniano...
con don Martiniano,
dos glorias serán.

Poeta montonero,
señor de Montiel,
se quedó en su pluma...
se quedó en su pluma
sangrando un laurel.

El poncho blanco (Cifra)



El poncho que me regala
en traducción de una idea, 
sobre mi espalda flamea
y se agita como un ala;
será mi prenda de gala
en toda fiesta mayor
y la luciré en su honor, 
en romancesco bautismo
en las lides del lirismo
o en los lances del valor.

Me veo envuelto por él
y siento arder en su trama
como una viviente llama
de las gestas de Montiel;
a mis tradición es fiel, 
pienso gustando su abrigo, 
que tal vez será testigo
de sinsabores y asombros
porque irá sobre mis hombros
como obligando a su amigo.

El alma vibra tan viva, 
bajo el calor de su timbre, 
como si la fina urdimbre
fuera de fibra nativa;
es una lumbre votiva
para sus sendas cansinas
pues colmando las divinas
ilusiones de su veste, 
tiene la boca celeste 
y dos franjas Argentinas.

Volviendo a tiempos modernos
en los cuales la hidalguía
probó que la valentía
es de perfiles eternos, 
sobre los pagos eternos, 
casi diría 'recién';
cual tocando a sotamen
en alarde gentilicio
era el poncho de Aparicio
blanco y celeste también.
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(Estos versos que canta don Víctor Velázquez son solo un fragmento del poema completo que andamos buscando... digo: 'por si las moscas' alguno lee esto y  tenga el resto del poema... me lo manda y le mando de regalo un dulce de leche casero...!) Priujujuu!



Apadrinando


(Pintura: Julián Althabe)



Para el libro "Las Hazañas 'e Don Goyo Cardoso",

de Carlos Echazarreta

Haciendo rueda al fogón
(ese clú sin reglamento
ande dentra y toma asiento
dende el mensual al patrón),
estábamos de riunión
en aquel día lluvioso,
cuando, sumando alborozo
a nuestra justa alegría,
chorreando su picardía
cayó don Goyo Cardoso…

Dentró, según lo presumo,
punteando sus intenciones,
medio a los atropeyones
y echando la culpa al humo…;
pero con cuidado sumo,
y dispués de saludar,
se jué derecho a sentar
en un banco mecedor,
muy cerca del asador
donde había un costillar.

Se riyeron los paisanos
como buscando su enojo,
mirándose de reojo
y en malicia soberanos;
él se refregó las manos,
sacó luego su petaca,
miró el costillar de vaca
con ojo experto y sereno,
y empezó a tascar el freno
como su pingo en la estaca…

Pero no pudo aguantar
el vicio de la palabra-
con él su alegría labra
el gaucho más ejemplar;-
comenzó a desenrrollar
sus curiosos abigeatos,
y así, suspensa en los gratos
episodios de su vida,
la tarde quedó prendida
como abrojo en sus relatos!

Pocas veces en la historia
de nuestras ruedas camperas,
mentiras tan hechiceras
pusieron su ejecutoria;
y han quedao en la memoria
pa’ ejemplar recordación,
porque un bravo mocetón,
Don Carlos Echazarreta,
los envainó en su maleta
sin quitarles emoción.

Aquí están, en el rodeo
parejo de este corral,
ande no se ha errao un pial
ni se ha cortao un sobeo;
sabrosas como un deseo,
valientes como una lanza,
lindas como la añoranza
de nuestras verdes cuchillas
flotan como las golillas
de una risueña esperanza.

                          (Montiel, 11/1941)

lunes, 3 de agosto de 2015

En Vos, Señor, me refugio (Salmo criollo: 30/31)


(Pintura: Carlos Montefusco)




1
En Vos, Señor, me refugio,
no me hagás pasar vergüenza
librame vos que sos justo,
apurate en mi defensa.

2
Sos mi roca de refugio,
el fortín que me cobija;
mi guarida es tu lealtá,
que tu Nombre me dirija.

3
Vení, sacame del pozo,
me han pialado por detrás,
a Vos te encomiendo mi alma,
sé que vos la salvarás.

4
Yo no creo en los conjuros,
ni en payé ni yerbas santas,
yo espero sólo en tu ciencia
que ha formao todas las plantas.

5
Miraste mi embichadura,
las angustias de mi alma,
desataste mis maneas
y me has devuelto la calma.

6
Mirame con compasión,
ando demás de angustiao,
tengo los ojos resecos
y todo el cuerpo estaquiao.

7
Mi vida se va en suspiros,
mis días como el oleaje,
los años me traen miseria
y me despluman coraje.

8
Me cuerean las comadres,
soy el pavote del pago,
el cuco pa los gurises,
y pal amigo un mal trago.

9
Si me encuentran en su huella
me miran como animal,
me han patiao hacia el olvido
como lata al basural.

10
Les oigo sus cuchicheos,
y ya dentro a tiritar;
se juntan pa señalarme,
conviersan para mi mal.

11
Pero en Vos tengo confianza
y digo: "Vos sos mi Dios".
Mi destino está en tus manos
y me ha de librar tu amor.

12
Que brille tu hermoso rostro,
salvame por tu piedá,
no me hagás pasar vergüenza
por confiar en tu lealtá.

13
Tapale, Señor, la boca
al de labios mentirosos,
que cierren al fin el pico
esa manga de orgullosos.

14
¡Qué grande que es tu bondá!
Pa tus fieles la reservas
y la das al que te busca
ante el mundo que lo observa.

15
Por él vos sacás la cara
pa librarlo de la intriga,
y lo salvás en tu rancho
de las lenguas enemigas.

16
¡Bendito el Dios poderoso
que de mi tuvo piedá!
¡Yo que lo creí ausente,
en medio de mi ansiedá!

17
Pero escuchó mi plegaria
cuando su ayuda pedí,
¡es protección pa los suyos
como el tunal para el cuis!

18
El que soberbio atropelle
ha de probar sus espinas.
¡Tengan firme el corazón;
la salvación se avecina!