(Pintura: Carlos Montefusco)
1
En Vos, Señor, me refugio,
no me hagás pasar vergüenza
librame vos que sos justo,
apurate en mi defensa.
2
Sos mi roca de refugio,
el fortín que me cobija;
mi guarida es tu lealtá,
que tu Nombre me dirija.
3
Vení, sacame del pozo,
me han pialado por detrás,
a Vos te encomiendo mi alma,
sé que vos la salvarás.
4
Yo no creo en los conjuros,
ni en payé ni yerbas santas,
yo espero sólo en tu ciencia
que ha formao todas las plantas.
5
Miraste mi embichadura,
las angustias de mi alma,
desataste mis maneas
y me has devuelto la calma.
6
Mirame con compasión,
ando demás de angustiao,
tengo los ojos resecos
y todo el cuerpo estaquiao.
7
Mi vida se va en suspiros,
mis días como el oleaje,
los años me traen miseria
y me despluman coraje.
8
Me cuerean las comadres,
soy el pavote del pago,
el cuco pa los gurises,
y pal amigo un mal trago.
9
Si me encuentran en su huella
me miran como animal,
me han patiao hacia el olvido
como lata al basural.
10
Les oigo sus cuchicheos,
y ya dentro a tiritar;
se juntan pa señalarme,
conviersan para mi mal.
11
Pero en Vos tengo confianza
y digo: "Vos sos mi Dios".
Mi destino está en tus manos
y me ha de librar tu amor.
12
Que brille tu hermoso rostro,
salvame por tu piedá,
no me hagás pasar vergüenza
por confiar en tu lealtá.
13
Tapale, Señor, la boca
al de labios mentirosos,
que cierren al fin el pico
esa manga de orgullosos.
14
¡Qué grande que es tu bondá!
Pa tus fieles la reservas
y la das al que te busca
ante el mundo que lo observa.
15
Por él vos sacás la cara
pa librarlo de la intriga,
y lo salvás en tu rancho
de las lenguas enemigas.
16
¡Bendito el Dios poderoso
que de mi tuvo piedá!
¡Yo que lo creí ausente,
en medio de mi ansiedá!
17
Pero escuchó mi plegaria
cuando su ayuda pedí,
¡es protección pa los suyos
como el tunal para el cuis!
18
El que soberbio atropelle
ha de probar sus espinas.
¡Tengan firme el corazón;
la salvación se avecina!
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