miércoles, 22 de mayo de 2013

El gaucho en el Vaticano

El arte y la tradición gauchesca desensillan en el corazón del Vaticano

Sociedad
Hoy se inaugura una amplia muestra de platería, ponchos, pinturas y fotos vinculados con la figura del gaucho
Por   | LA NACION

ROMA.- Mates de plata, rebenques, monturas, espuelas, estribos, cabezadas, ponchos, matras, fajas, cuchillos; grabados, pinturas, cuadros, fotos antiguas y contemporáneas, antiguos ex votos con motivos rurales. Para develar una figura poco conocida en estos lares, el gaucho, todo esto podrá admirarse a partir de hoy en una muestra que se inaugura en el Vaticano, nuevo hogar de Francisco desde que fue elegido, el 13 de marzo pasado.
Aunque se ha vuelto una suerte de homenaje al papa llegado desde el fin del mundo, la exhibición Argentina, el Gaucho, Tradición, Arte y Fe, en verdad comenzó a ser ideada un año atrás en Buenos Aires por Artifex Argentina, la misma empresa que organizó la exitosa muestra Meraviglie delle Marche que se expuso en el Museo Nacional de Arte Decorativo.
Entonces, al trabajar en el proyecto gauchesco, nadie se esperaba la renuncia de Benedicto XVI, que ocurrió en febrero pasado, y, menos aún, que su sucesor fuera el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio.
"Esto fue organizado hace un año con un papa alemán... Cuando salió elegido Bergoglio, ya teníamos la propuesta aceptada por el Vaticano y confieso que, conociendo el perfil bajo del ex cardenal, tuvimos miedo de que la cancelaran para que no mostrara preferencias por su país nativo", contó a LA NACION María Pimentel, directora de Artifex Argentina.

Las 200 obras -de las cuales 70 son de plata- presentes en la exhibición, provenientes de 20 colecciones privadas de Buenos Aires y varias provincias, pueden verse en un espacio expositivo privilegiado: el denominado Braccio di Carlo Magno, que se encuentra al final de la famosa columnata izquierda del Bernini, que enmarca la Basílica de San Pedro.
Ayer, LA NACION pudo recorrer la muestra mientras su curador, Roberto Vega Andersen, experto en platería criolla, terminaba su montaje. La escenografía incluye cuatro espléndidos caballos de fibra de vidrio en tamaño natural, adornados con elegantísimas monturas, que vinieron desarmados junto al resto de las obras y cuya presencia, desde el principio, trata de catapultar al espectador a la pampa, distante miles y miles de kilómetros.
"Fue un desafío importante porque el gaucho en verdad no es un personaje religioso practicante, pero sí tiene hábitos que lo vinculan con Dios, a través de la presencia del párroco que solía ir al campo y bautizar a los niños y a casar a las parejas", manifestó Vega Andersen.
"Aunque el vínculo de la cultura gauchesca y la espiritualidad puede verse en la ornamentación platera criolla donde, por ejemplo, es normal la presencia de ángeles en rastras, cuchillas o en el astil, es decir, la columna del mate", agregó, mostrando objetos de este tipo presentes en la muestra.
"Trabajamos una propuesta que fuera fiel reflejo de la identidad argentina, planteando una visión distinta del gaucho como un hombre religioso, que es tan válida como las otras perspectivas respecto de este personaje constitutivo de nuestra idiosincrasia", agregó María Pimentel, curadora de la parte fotográfica.
Por medio de imágenes que retratan a gauchos inmersos en paisajes que van de la pampa a la Patagonia, ésta cuenta con magníficas obras de fotógrafos contemporáneos como Javier y Juan Pablo Pereda, miembros de una familia tradicional rural, Lucio Boschi, Daniel Sempé, Jasmine Rossi y Celine Frers.
La exhibición -que es gratuita y durará hasta el 16 de junio en el Vaticano- está dividida en secciones. El personaje del gaucho, su mujer, el hábitat, la diversión, el caballo y la fe, develados por medio de objetos tradicionales, textiles, grabados, pinturas e imágenes que muestran la devoción también presentes en procesiones a caballo, por ejemplo al santuario de Luján.
Además, puede verse un video en blanco y negro del Congreso Eucarístico de 1934 en Buenos Aires, del que participó el cardenal Eugenio Pacelli, que se convertiría en el papa Pío XII, y se recuerda especialmente al sacerdote José Gabriel del Rosario Brochero, "el cura gaucho", que será beatificado este año.
"Francisco por supuesto está invitado y ojalá venga", dijo Enrique Blaskley, presidente de Hope Funds, compañía de inversiones argentina que patrocina la muestra. Al hablar del objetivo de la muestra explicó: "Es poder mostrar la cultura nuestra, nuestra identidad argentina, a través del gaucho, en un lugar por el cual pasan miles de personas de todo el mundo".
 
(Fotos del amigo Javier Pereda presentadas en la exposición que está en el Vaticano)

viernes, 10 de mayo de 2013

Raimundo (Casi poema o cosa por el estilo, que pudo hasta ser gauchesco)





CANTO PRIMERO


Caí al rancho de Raimundo,
un viejo amigo cantor;
golpié con el arreador,
por no dentrar a lo perro,
pues no hallé ningún cencerro
pa meter bulla mejor.

Pensé que estaba vacío;
entré con nerviosidad,
no fuese casualidad
de tropezar con un muerto,
porque estaba el rancho abierto
y en muy fiera oscuridad.

Pero la luz de un candil
se prendió en aquél momento:
teniendo el catre de asiento
estaba el triste paisano,
un facón en una mano
y en el suelo un instrumento.

El abrazo que amagaba
volvió a meterse en el pecho;
me quedé mirando el techo
pa descolgar una idea
y desatar la manea
que mi lengua se había hecho.

"¿Qué le está pasando, hermano
-le dije, por ir diciendo-,
pa estar como lo estoy viendo,
que parece un embrujao:
a oscuras, solo y armao?
¡Hable, pa ver si comprendo!"

Aunque vine a barajar
que algo malo sucedía,
le dije, por si caía,
viendo la guitarra rota:
"¡Ha sido fuerte, la nota!...
¿No vio que no resistía?

Cuando es larga la canción,
temple bajo pa llegar;
no se fuerce al empezar,
por si después necesita...
Pueden pedir que repita,
y usté no poder cantar..."

Y mismo al soltar la broma
medio arrepentido estaban,
porque el hombre me miraba
como si al mirar quisiera
que yo por sus ojos viera
lo que adentro le pasaba.

Me senté por hacer algo,
en ademán de esperar:
así lo escuché cantar
cuando aquél hombre cantaba;
en esta ocasión estaba
quizás pa verlo llorar.




............................................

Un hombre muy tranochao
suele mirar sin ver nada,
y con la vista nublada
y empacado el pensamiento
sabe por su entendimiento
que le miente su mirada.

También por otros motivos
hay la misma confusión:
tapa el sol un nubarrón
-tormenta que se está armando-
y uno se queda esperando
agua, piedra o ventarrón.

Yo ya estaba coligiendo
que al principio me engañé,
pero callao me quedé
mascando lo que veía;
cada vez que hablar quería
las palabras me tragué.

¡Pucha, qué pesa el silencio
cuando el hablar forcejea!
Parece que va la idea
en el pecho amontonando
todo lo que va encontrando,
y no quiere que se vea.



..................................................

Por fin en aquella frente
pude ver un movimiento,
y calculando el momento
de calzar de atrás la rueda,
le dije: "Tire, o se queda;
¡se le va a enterrar el cuento!

Me ha dado por maliciar
que el habla  se la jugó
al parecer la perdió,
y de esta duda no salgo;
dígame por señas algo,
si es que mudo se quedó."

................................................

Los ojos sirven pa ver,
yo los abrí pa escuchar;
aunque el ruido debe entrar
nomás que por las orejas,
por algo se alzan las cejas
para más atento estar.

Espiando la palabra
que de aquél hombre saldría,
al parecer que hablaría
de tal suerte me quedé.
Hasta el corazón paré,
porque su golpe se oía.


...................................................

-Atienda -dijo Raimundo-,
que mudo no he de quedar;
si me cuesta comenzar
es que ya cantar no puedo;
tal vez las penas dan miedo
al no poderlas cantar.

La puerta del rancho abierta
el amigo la encontró;
pa que llegue más adentro
otra puerta le abro yo.

No mire lo que está viendo;
no lo puede comprender:
mirando el agua que cae
no se aprende qué es llover.

Sin enemigos, me ve
con puñal desenvainao;
sin que nadie me acometa,
como tigre acorralao.

Allí, en el suelo tirada,
mi guitarra hecha pedazos;
la que en mis brazos vivía
y fue muerte por mis brazos.

Pero ya voy a mostrarle
lo que de ahí no puede ver;
abra los ojos del alma
si lo quiere comprender.




..................................................

Al sonar de mi guitarra
mucho tiempo fui cantando;
ninguno supo, escuchando,
sino lo que yo decía;
siempre canté mi alegría;
mis penas, dije tocando.

Cuando de vuelta en mi rancho
para mí solo sonaba,
esa guitarra lloraba,
y eran sus cuerdas la reja
donde, cantando, su queja
mi corazón se agarraba.

Entonces quedaba mudo
oyendo con emoción,
y hasta tuve confusión,
sintiendo lo que sentía,
en cuál de los dos sería
que estaba mi corazón.

Siente un hombre muchas cosas
que es difícil expresar;
se cansa de tironear,
como pisando en arena,
y al no hallar palabra buena
se calla, pa descansar...

Puede ser uno más rudo
de lengua que de sentido;
y para ser comprendido,
la palabra del Cristiano
suele ser menos, paisano,
qu', entre fieras, un bramido.

Yo estoy queriendo decirle
lo que mi guitarra fue;
pero decirlo no sé,
quizás porque ahora siento
que al romper el instrumento
ya no tengo más con qué.

Con mi guitarra cantaba,
con mi guitarra sentí,
con mi guitarra viví,
y siendo dos vidas juntas
las dos han de ser difuntas,
puesto que una la perdí.

Pero no se espante, amigo,
que no soy un muerto hablando;
a mi modo voy tanteando
decir lo que me sucede:
¡carga que alzar no se puede,
hay que llevarla arrastrando!



................................................

Me invitaron a un festejo
que allá en el pueblo se daba,
y aunque ni baile ni taba
había por diversión,
¡era de ver el montón
de gente que se arrimaba!

Alguno que ha de cantar
-calculé, viendo el rodeo-;
mucha hacienda, pa un arreo
-me dije, medio entonao-;
quien lleve tanto ganao
hace tiempo que no veo.

Al entrar vi una muchacha
con una guitarra hermosa;
creyendo que la mocosa
una cuerda rompería,
le dije: "¡Mejor sería
que juegue con otra cosa!..."

Sonriendo me miró,
a tiempo que el encordao
hizo sonar bien templao,
como diciendo: "¡Sujete!
Así trato este juguete;
no tenga ningún cuidao..."

Empezó la criatura
derechamente a tocar,
y cuando quise acordar
en vez de oír yo sentía
que aquella música hería,
y hasta la quise cuerpear.



De vergüenza no me fui,
y además, por miramiento...
¡Pucha! Si en aquél momento
como bagual rompo el lazo,
y salgo con el pedazo,
no me embreta el sufrimiento...

Aunque está de Dios, hermano,
lo que debe acontecer,
el hombre debe temer,
de las armas del Destino:
la ambición, el juego, el vino;
¡pero, más, a la mujer!...

Sin saber por qué, no pude
salir de aquella reunión;
me trastornó la emoción,
mi sentir y mi sentido,
y quedé como en el nido
paloma que ve un halcón.

Es el hombre bicho malo,
cuando malo quiere ser,
porque tiene gran poder
y es de sobra inteligente;
la mujer, es diferente:
¡hace daño sin querer!

La chiquilina tocaba,
y al tiempo que yo la oía
me pareció que crecía,
y cuando la vi mujer
pensé que pudiera ser
por eso, que daño hacía...

Alegre, montón de veces
el pellejo me jugué;
en el peligro probé
el buen temple de mi garra;
y oyendo aquella guitarra
¡como cachorro temblé!...

Achicao por el percance,
al ver que estaba aflojando
me alejé, disimulando,
y tiré pa mi guarida
como una fiera vencida,
de rabia y miedo bramando...

Nunca más solo me vi
que cuando al rancho llegué;
pa todas partes miré;
tan cambiao parecía
que dudé si era la mía
la cueva donde gané.

....................................................

Despacio levanta el Sol
su cabeza entre la Aurora;
siente el rancho de totora
su mirar como un consuelo,
y como abajo de un velo
se ve el alero que llora.

Se mete por las hendijas
la luz, que viene avisando
que ya hay pájaros cantando
la hermosura de la vida;
pero el que tiene una herida
la siente, y sigue penando...

La alegría es un vientito
que cura al que ya está sano;
el aire seca el pantano
cuando tiene poca hondura,
si no, arriba es tierra dura
que no sostiene al cristiano...

Ese lindo amanecer
después de noche tan fiera
yo lo vi como si fuera
cosa que Dios me mandase
para que me despertase
tan feliz, como antes era.

Y será por ese engaño
talvez, que quise cantar;
pero me puse a templar,
y en el vibrar parecía
que mi guitarra tenía
¡como miedo, de sonar!...

Como a mujer caprichosa
con enojo la miré;
contra el pecho la apreté
con cariñosa firmeza;
la ley del varón es esa,
según como yo la sé.

Tal vez no fuera capricho,
y talvez celos sentía;
talvez al sonar decía
¡que yo la estaba matando!...
Y yo la seguí apretando
¡sin sentir que la  rompía!

Primera vez, en mi vida,
se me pialó el corazón
y azonzao por la emoción
miraba el destrozo hecho,
como si también el pecho
rompiera, del apretón.

Poco estuve de esa suerte;
pronto repuesto me hallé.
Lleno de rabia  le hablé,
y así le dije a la ingrata:
"Si mi caricia te mata,
con puñal más bien te haré.

No podés negar, maldita,
que también vos sos mujer,
y es tu maldad pretender
que no pueda estar contento;
te haré el gusto, y mi tormento
el de matarte ha de ser..."


................................................

Al cortarlas mi puñal
todas las cuerdas gimieron;
algo muy triste dijeron,
como con risa y con llanto...
Después, no se oyó más canto...
Hasta las aves se fueron...

El Sol ha de haber seguido
despacio, como venía;
pero en la tapera mía
oscureció tan repente
que no supe, mismamente,
si era de noche o de día.

Dicen que siempre de estrellas
lleno el firmamento está,
pero nadie las verá
por buena vista que tenga
mientras la noche no venga
detrás del sol que se va.

En el alma del cristiano
también algo debe haber
que uno mismo no ha de ver
sino cuando le acontece
que la vida le oscurece
la sombra de un padecer.

Así fue que vine a ver
lo que me estaba pasando,
y adentro mismo mirando
entre mucha oscuridad,
lucecitas de verdad
me fueron desengañando.

............................................

-La tristeza es un mal bicho
que hace su cueva escarbando;
entra en el pecho, si es blando,
sin que se sienta, primero,
y poco a poco el aujero
va con tesón agrandando.

Aunque atento lo escuché,
su pesar no lo comprendo,
y, discúlpeme si ofendo
o me falta la memoria:
pero no veo en su historia
por qué ha de estar padeciendo.

Otra guitarra en sus manos,
talvez con voces mejores
hará los mismos primores,
pues todas dan cualquier nota;
lo demás, es lo que brota
del alma en los tocadores.

(Me miró Raimundo y dijo:)
-Yo también eso creía:
con el engaño vivía
de que, fiel en sus acentos,
toditos mis sentimientos
mi guitarra los decía.

¡Qué puedo hacer ya con otra
si lo que vengo a saber
es que no me ha de valer
pa decir con expresión
cosas profundas, que son
sentidas, sin comprender.

Me crié mirando el campo,
que es bueno hasta con maleza,
donde si alguno tropieza
halla el pasto como cuna;
y hasta la noche la luna
tiene, pa tener nobleza.

Se hace manso el más ladino,
de tanto andar descuidado,
y el hombre más avisado
en su corazón entero,
en su brazo y en su acero
todo lo tiene confiado.

Se va llenando de fe
al crecer de su confianza,
y aspiración que no alcanza
en su sencilla ilusión
la prende del corazón
con un tiento de esperanza...

A lo más, una mujer
se le atraviesa en la senda;
pega un tirón de la rienda
pa no tropezar con ella,
y sigue... viendo en la huella
los dos ojos de la prenda.

Diai le sucede a menudo
que le viene lo peor;
la mujer, que es una flor,
como flor hay que tratarla;
pierde muy pronto, al cortarla,
su perfume y su color.

Aunque sulene enconarse
muchos males de este pelo,
halla el hombre a su desvelo
remedios en su razón;
y alivia su corazón
tirando la flor al suelo.

Pero un día le acontece
-como la ocasión presente-
que se le arruga la frente
juntando toda su ciencia,
y lo asusta la inocencia,
viendo todo diferente.

Y hasta uno mismo se ve
como antes nunca se vio;
siente lo que no sintió,
y parece -no se asombre-
que se durmió siendo hombre,
y niño se despertó.

..................................................

Yo presumí de cantor
porque a mi modo cantaba,
y de mi pecho sacaba,
cada nota, con su acento,
los hilos del sentimiento,
y en la canción los ataba.

Del hermoso firmamento,
del Sol, que tanto miré,
de los campos que crucé,
de los pájaros que oí,
de todos algo aprendi
y de todo yo canté.

Siempre dócil mi guitarra
sus voces siempre me dio,
y su tristeza escondió
-si alguna vez la tenía-
para cantar mi alegría
cuando alegre estaba yo.

En esa confianza zonza
mi alma vivió engañada,
sin comprender que colgada
iba en mi propia ilusión,
que hoy se cortó del tirón
como una soga mellada.

Borracho de sentimiento
por la música que oí,
a mi guitarra exigí
que diera igual armonía;
y ella dio la que podía,
no la que yo le pedí.

Es que en mi alma vibraba
una música hechicera,
y en mi ilusión eso era
tener yo la facultad
de hacer, por mi voluntad,
que mi guitarra lo hiciera.

Y la confusión que tengo
es sentirme desarmado.
En mi fe desengañado
soy un hombre diferente:
siento vacía la mente,
y el corazón muy cargado.

Ahura soy pájaro mudo,
privado ya de cantar;
quiso mi mal aumentar
el que mi pico cerró
y las alas me dejó
pa que pudiera volar...


.....................................................
.....................................................

Las palabras de Raimundo
fueron perdiendo vehemencia;
se olvidó de mi presencia,
siguió muy bajito hablando,
como solo, murmurando...
Apenas le oí:"¡Paciencia!"...

-¿Para qué sirven las alas
si falta resolución!
Vuela sereno el Halcón
cuando los vientos lo azotan,
porque las alas le brotan
de adentro del corazón.

El ave que de mañana
cantaba sobre su alero,
¿qué sabe usté, aparcero,
si mayor pena tenía,
y guapeando la escondía
con su canto placentero?

Y hasta el mismo sol brillante,
que vino todo alegrando,
¿sabe usté si está penando
en aquella loma hundido,
y con su mal escondido
mañana vuelve jugando?

Las estrellas brillan más
en la noche más oscura;
talvez sea la negrura
sus almas que están penando,
y con su luz engañando
sólo muestran hermosura.

Bastante tiempo ha vivido,
y estas cosas no las vio;
contento al mundo miró,
y el mundo, como un espejo,
su propia vida en reflejo,
y no la vida, mostró.

Creído que la existencia
era una suerte bendita
no vio la inquietud que agita
al que no se ve temblando,
ni penar sino llorando,
ni dolor que no se grita.

Ahura porque a usté le duele
quiere ver alrededor,
y otra vez engañador
el reflejo lo confunde,
y toda la vida se hunde
en su charco de dolor!...

No son culpas de la vida:
son culpas del inorancia;
falla el ojo en la distancia,
en pensar, el pensamiento,
en sentir, el sentimiento,
y en todo, nuestra arrogancia.

Talvez por eso se achica
sintiendo adentro su mal.
La inocencia es pedernal
que el desengaño golpea,
y usté cree, cuando chispea,
que se quema un pajonal.

Y asustado por ser maula
en el trance se quedó,
con el miedo se tapó
y siente, sin ver más nada,
que en aquella llamarada
toda su vida quemó.

Saque un poco la cabeza
y refresque su sentido;
mire, ya más advertido,
y verá, desengañado,
que el árbol, hasta volteado,
vive del suelo prendido.

De lo alto de la sierra
una piedra desprendida,
en la quebrada, caída,
parece hallar su destino;
es, nomás, otro camino
donde comienza otra vida;

como buscando su tumba
a la quebrada llegó;
ella sola se enterró,
y en la primera creciente
en sus brazos el torrente
a ver la luz la sacó.

La vida no se malogra
porque la rompa un dolor,
porque la corte un temor,
porque la melle la duda:
hasta en un odio se anuda
si no se encuentra un amor.

-Son muy lindas sus palabras,
suenan bien en la razón;
pero según la ocasión
así siente el alma humana;
escucha el vencido diana,
y en su pecho es oración!...

No es tan grande mi inocencia
como usté la quiere hacer;
ni es ese su parecer,
y su trato no me ofende:
su mano noble me tiende,
es fuerte y hace doler.

No soy un árbol caído;
más bien la piedra rodando:
a golpes la van llevando,
y en cada golpe se queja;
se para un poco, y se aleja...
¡Los pedazos va dejando!...

Pero se queja la piedra,
y el hombre no ha de quejarse;
ella se rompe al golpearse,
y uno más duro ha de ser,
y contra todo poder
resistirse y aguantarse.

Suele mostrarse distinto
el hombre sin entereza;
de su falsa fortaleza
en los dichos hace alarde,
y el corazón, de cobarde
sus quebrantos no confiesa.

Lo que me han hecho en el alma
es un tajo, y lo mostré;
de maula no me quejé,
y talvez en el momento
un chorro de sentimiento
como sangre derramé.
.............................................

-Ya le tengo más confianza,
porque pasó lo peor;
no es un tajo, es una flor
lo que una herida parece:
es un dolor que florece
en el alma del cantor.

-Será... - me dijo Raimundo,
y callados nos quedamos;
a veces tanto pensamos
que hasta el hablar se le olvida...
Yo vi su mano tendida;
la apreté, y nos separamos.


................................................
(Fin:  Canto Primero)

Continuará....

jueves, 9 de mayo de 2013

Si se calla el cantor

 

Si se calla el cantor calla la vida
porque la vida, la vida misma es todo un canto
si se calla el cantor, muere de espanto
la esperanza, la luz y la alegría.

Si se calla el cantor se quedan solos
los humildes gorriones de los diarios,
los obreros del puerto se persignan
quién habrá de luchar por su salario.

Recitado:
'Que ha de ser de la vida si el que canta
no levanta su voz en las tribunas
por el que sufre,´por el que no hay
ninguna razón que lo condene a andar sin manta'.

Si se calla el cantor muere la rosa
de que sirve la rosa sin el canto
debe el canto ser luz sobre los campos
iluminando siempre a los de abajo.

Que no calle el cantor porque el silencio
cobarde apaña la maldad que oprime,
no saben los cantores de agachadas
no callarán jamás de frente al crimén.

Recitado:
 'Que se levanten todas las banderas
cuando el cantor se plante con su grito
que mil guitarras desangren en la noche
una inmortal canción al infinito'.

Si se calla el cantor . . . calla la vida.


 


"Argentinos"..., ¡Salvemos el barco!

 
 
(Pintura: Molina Campos)

Sobre las aguas tranquilas
un barquito navegaba
allí había tanta pesca,
tan ricas eran las aguas
que se pasaba muy bien
y poco se trabajaba.

Total en tanta abundancia,
¿Vivir? Vivir no costaba nada.
Comían a discreción
y reían y jugaban...
Muchas veces discutían,
como en todas partes pasa.

Pero un día un temporal,
terminó con esa calma,
y se apagaron las risas...
¡El barco se hundía en el agua!

Entonces el capitán
con el jefe de las máquinas,
pedían a los tripulantes
que trabajasen y en calma.

Unos dijeron: "¿Qué sabe?",
otros dijeron: "¡Que se vaya!",
pero un viejo pescador
con arrugas en la cara
y un gran caudal de experiencia
que atestiguaban sus canas,
llamó la atención de todos
con éstas sabias palabras:

-"Cada cual vaya a su puesto
y cumplan con lo que mandan,
sólo unidos llegaremos
al puerto de la esperanza.
Será fuerte el temporal,
así como llega: pasa;
¡el Capitán tiene el mando,
hay que acatar su palabra!
Después que pase el ciclón
cuando retorne la calma,
estará más cerca el puerto
y veremos lo que pasa"...
...............................................

Este barco... éste barco es la Argentina,
vivimos en la abundancia...
Lo que nos rodea es nuestro,
pero abundan los piratas.
El temporal será fuerte
pero hay un Capitán que manda
que por algo lo han puesto,
debemos tener confianza.

Yo mucho no estoy con él
mas pienso en forma sensata,
que no es momento oportuno
de discutir por pavadas.
¡Mañana será otro día,
con el sol vendrá la calma,
y si llegamos a puerto
unidos en la esperanza,
habremos salvao el barco
y ... y veremos lo que pasa!

Chamarrita de una bailanta



(Pintura: Molina Campos)



De una bailanta con acordeón
até la luna con el sol;
 por una noche no fui peón,
hombre volví y en eso estoy.


  Y por una sola fiesta
me dudé con el patrón,
que me dijo:"Parrandero,
no me pisa en el galpón".

Y me habló de obligaciones,
del trabajo y la Nación,
a mí, que sembré en sus campos
mi pobreza y mi sudor.

Lo miré medio sonriendo
y monté en mi redomón;
"aramos, dijo el mosquito,
al buey que rompe el terrón".

Mucho hablar de obligaciones,
"nada de farras, peón";
usted, que vive a cacundas
de los pobres como yo.


Historia de un viejo



(Pintura: Molina Campos)

De gurí fui benteveo,
de muchacho embolsador,
fue taipero por el Este
y en el Norte, domador;
naranjero por el Salto
y cañero en Bella Unión;
lobero en Cabo Polonio
y en Colonia, pescador.
Rodé por muchos caminos,
la bolita se gastó,
quien me diga “siete oficios”,
pa’ mí se queda rabón.

Y de tanto venga y vaya,
de tanto oficio y sudor,
del gurisito que fui
al viejo cansa’o que soy,
no tengo una papeleta
pa’ doña Jubilación;
se hicieron humo o murieron
los testigos, sabe Dios.

Y me vine a la ciudad,
meta escoba y corralón,
pero no aguanto jornada
que se me parte el riñón,
y yo que tendí la mano
pa’l lazo y el apretón,
pa’ el tramayo, la mansera,
pa’ la naranja o la hoz,
me encuentro de limosnero
y pidiendo por favor.

Pero el hombre no ha nacido
para esta triste función.


Tanta vida en cuatro versos



Una por mí se moría,
yo me muero por usted,
usted se muere por otro;
qué mundo tan al revés.”

Coplas con sabiduría,
que en el camino encontré,
tanta vida en cuatro versos,
pa’ mis adentros pensé.


En la puerta de mi casa
tres arbolitos planté,
planté una fe, una esperanza
y un “jamás te olvidaré”.

Pero también he plantado,
porque te sé precavida,
un corazón al revés
y una flor que dice: olvida.

Coplas como panaderos,
como nubes, como aquel
mirlo que cantaba manso
a orillas del Arapey.

Yo soy tararira vieja,
que busca lo más profundo,
viveza precisa el hombre
para vivir en el mundo.

Pero también necesita,
y la copla no lo dice,
una mujer compañera,
una canción cuando triste.

El valor todo lo puede,
hay que tenerse confianza,
y lo que el valor no pueda
lo ha de poder la esperanza.

Coplas que son como un poncho
en un camino invernal
y, al perdido en este mundo,
un agua de manantial.

martes, 7 de mayo de 2013

El Embudo

 



Venga m' hijo hoy le he de hablar
de un tema tan cotidiano,
que ni usted ni sus hermanos
se han detenido a pensar
y es por costumbre nomás,
por haber nacido aquí,
por venir de una raíz
marginada de hace tiempo
y contemplando en silencio
lo que pasa en el país.

Tal vez nunca meditó
que usted con esa dos manos
asiste a pagos lejanos,
dándole luz y calor,
que también mueve el motor,
que anda el cielo y anda el mar
o autopistas de ciudad
o en las comunicaciones,
sin saber por qué razones
nada viene y todo va.

Fíjese en el caño aquél,
es el famoso oleoducto
por donde se van los frutos,
como quien dice a granel.
Le costará comprender
por qué este petróleo nuestro
lo industrializan tan lejos
y el subproducto después
vuelve a su tierra otra vez,
sepa Dios por que manejos.

Nuestro gas es entubado
en caños de alta presión
que llevan calefacción
para entibiar otros pagos;
no se me quede asombrado
si le digo que en el gas
van muchas cositas más,
con variadas propiedades,
que enriquecen otros lares
y empobrecen los de acá.

Y los parques nacionales
parecieran extranjeros
porque ahí somos forasteros
los nativos o locales-
En sus bosques colosales ,
sucede que en ocasiones
se convierten en tizones
los leños que nadie saca
y andan con bosta de vaca,
en los ranchos los fogones.

Y aquellas torres en fila,
sujetando el cablerío,
se llevan de nuestro ríos
lo mejor de la energía,
no es una ocurrencia mía,
ni lo quiero avergonzar,
pero póngase a pensar
qué pasaría si nos dieran,
por todo lo que se llevan,
lo justito y nada más.

Seguimos siendo colonia
de la gallina de arriba,
¿federalismo? ¡mentira!,
desde que tengo memoria.
Allá se inventa la historia,
aquí se escribe con sangre,
mas vienen de tarde en tarde,
en vísperas de elecciones
a prometer soluciones
que ya no engrupen a nadie.

No hablemos de agua pesada,
regalías, minerales,
nada viene, todo sale,
estrujando la ordeñada.
La cuestión está estudiada
para dejarnos de luto,
usando cualquier conducto
se llevan hasta la tierra,
si nuestro sudor sirviera
ya habría algún sudoructo".

Cuando caiga mi osamenta




(Pintura: Molina Campos)


 
El día que yo me muera,
cuando me muera nomás,
quiero morirme entre amigos
fogoneando, ¡pa'qué más!...
El día que yo me muera
cuando me muera nomás.

Cuando caiga mi osamenta
entre medio del terrón,
quiero a mi mejor amigo
cantándome una canción...
cuando caiga mi osamenta
entre medio del terrón-

Tal vez me cante una cifra
o una milonga tal vez,
yo vi'a florearlo en silencio
por si lo encuentro otra vez...
tal vez me cante una cifra
o una milonga tal vez.

El día que yo me canse
de andar peleando a la vida,
capaz que ni me doy cuenta
de que alguno me quería.
Entonces me voy a dir
con ese dolor adentro,
¡menos mal que tengo un Dios
eso me pone contento!

Capaz que llego a saber
si tengo algún enemigo,
de ser ansí que aparezca
ansí me muero tranquilo...
capaz que llego a saber
si tengo algún enemigo.

Ojalá que no me vaya
sin saber qué va a pasar,
con el hijo de mi hijo
o al menos verlo llorar...
ojalá que no me vaya
sin saber qué va a pasar.

Que nadie empiece a los llantos,
que nadie sienta temor,
y que algún paisano diga:
se está muriendo un cantor.

Mirá que ponerme a hablar
del día que yo me muera,
si recién me nace el canto
pa'dejarlo donde quiera...
Mirá que ponerme a hablar
del día que yo me muera.

El día que yo me muera,
cuando me muera nomás,
quiero morirme entre amigos
fogoneando, ¡pa'qué más!...
El día que yo me muera
cuando me muera nomás.





Matar a una paloma (Milonga)




Entre muchos la atacaron,
jauría de oscura laya,
que tenían sierpes de oro
donde ha de tenerse el alma.

Todas las bestias reunidas
en una siniestra alianza,
de hemisferio a hemisferio
decretaron: a matarla.

Con pupilas desasidas
y manos inmaculadas,
desde neutrales espejos,
los demás sólo miraban.

Complicidad de silencio,
peor aun que las palabras,
tan vanamente silencios
y tan cruelmente de espaldas,
los mares enrojecidos
iban sembrando mortajas.

El coyote y la serpiente,
el león y la perrada,
los lobos y los halcones
clamaron: "¡Hay que matarla!".

Y la acosaron sin tregua
en su furia desatada,
gritando todos a una:
"¡Hay que matarla, matarla!".

La paloma del maíz,
del palo santo y la caña,
del olivar serraniego,
de trebolares y guampas.

De las viñas y el vellón,
y de la yerba selvática,
condenada fue a morir
por los patrones del mapa,
por los que rigen océanos,
por los que forjan murallas.

Alta indígena frente,
la paloma americana,
con voluntad sin desborde
enfrentó a la grey corsaria.

Sus alas eran de cielo
y su pecho de alborada,
y hondos fuegos patagónicos
corrían por sus entrañas.

La hirieron impíamente,
atacándola a mansalva,
todas las bestias reunidas
mas no pudieron matarla.

Y allá está sola y entera,
la paloma americana,
entre atlánticos confines,
entre horizontes en llamas.

Allá está sola y entera
la paloma americana,
porque no hay muerte tan muerte
que pueda quebrar sus alas,
allá está sola y entera
la paloma americana.


lunes, 6 de mayo de 2013

El canto olvidado (Estilo)



Guitarra hoy he vuelto al pago
ardiendo en reminiscencias
con voz de niñez perdida,
con voz de antiguas creencias.

Refloreciendo paisajes
que quedaron en la senda
de los años abatido
con hondo callar de estrellas.

Desvelaré mis recuerdos
junto a la antigua tapera,
y al sauce llorón volteao
por mil hachazos de ausencias.

Yo soy el gaucho cantor
que canta con sentimiento,
el que al aire da el lamento
de su pasado esplendor,
yo soy aquél que el dolor
cortó de flor y la rama,
y soy aquél que reclama
a su corazón olvido,
como esas aves sin nido
que hayan refugio en la grama.

Guitarra hoy he vuelto al pago
a la ancha cuna campera,
donde el potro cimarrón
no haya alambre ni tranquera.

Donde acurruca el pampero
vidalitas polvorientas,
junto al brocal que agoniza
con la garganta reseca.

Yo soy el gaucho cantor
que canta con sentimiento,
el que al aire da el lamento
de su pasado esplendor,
yo soy aquél que el dolor
cortó de flor y la rama,
y soy aquél que reclama
a su corazón olvido,
como esas aves sin nido
que hayan refugio en la grama.

Guitara hoy he vuelto al pago
al conjuro de tus cuerdas,
un viejo canto olvidado
me trajo sobre la huella.

Tendida entre largos verdes
y margaritas bermejas.
El solar de mis abuelos
ya no es lo que antes era.

No está la casa ni el monte,
¡todo ha muerto!, sólo queda
el sauce llorón caído
junto a la antigua tapera.

Gutiarra: hoy he vuelto al pago,
más vale nunca volviera,
me voy silbando bajito
la angustia de una quimera...

Por cifra y milonga

 

Yo le canto al sur por cifra
y le canto por milonga,
y aunque no me lo proponga
en cualquier tiempo o lugar,
si me pongo a guitarrear
canto por cifra y milonga.

La cifra que es payadora
va de la guitarra en pos,
y se entabla entre los dos
un diálogo de armonía,
repartiendo la porfía
entre "ahur' a mí" y "ahur' a vos".

Yo le canto al sur por cifra
y por milonga le canto,
y aparcero, les garanto,
que en esto soy como Fierro:
¡hasta el día de mi entierro
en esta función me planto!

La milonga es corazón
que se anuda en el cordaje,
es el sonoro brebaje
donde campea la hombría,
es la ardiente criollería
derramada en el paisaje.

Yo le canto al sur por cifra
y le canto por milonga,
y aunque no me lo proponga
en cualquier tiempo o lugar,
si me pongo a guitarrear
canto por cifra y milonga.

Boleadas eran las de antes


(Pintura: Augusto Gomez Romero)

El gaucho nunca llevaba

las “bolas” en el recado,
cosa de verse apurado
de un tirón las desataba.
Es así que se colgaba
alguna que otra potrera
a más de las ñanduceras,
para tenerlas seguras,
una o dos en la cintura
y otras más en bandolera.

Un buen boleador, primero,
elegía en el corral,
de seguro un animal
blando de boca y ligero.
Desechaba del apero
las prendas que no iba a usar
y ahí nomás iba acortar,
para afirmarse en el tiro,
media cuarta del estribo
que está del la’o de enlazar.

”Boleadas eran las de antes
-cuentan gauchos veteranos-
basta un caballo baqueano
y la pampa por delante”
Con un grito, en un instante,
La medialuna se armaba
Y comenzaba la arreada
De ciervos, gamas, ñanduces,
Para salirles al cruce
Y hacer así la boleada.

Gritos, espuma, sudor...
La pampa que se estremece.
Y entre la paja aparece,
el suri gambeteador,
detrás se escucha un fragor
y envueltos en “polvadera”
bestias y hombres en carrera
y en sus derechas, silbando,
el aire que iba cortando
las temidas ñanduceras.

Con tan solo una mirada,
el gaucho elige su presa,
y con notable destreza
las “bolas” son arrojadas.
Surcan el aire guiadas
por la experiencia que encierra
años de práctica y guerra
y dan contra el avestruz,
que con sus alas en cruz,
boleado, cae en la tierra.

Es al llegar la oración,
la señal para volver,
y de paso recoger,
lo que voleó en la ocasión.
Una picana , un alón,
todo vale, pesa o suma,
a más de un montón de plumas,
que con placer y alegría
cambiará en la pulpería
por todo lo que consuma.