Muchas tardes largas se fueron al trote,
cuando yo, mendigo, tu amor imploraba;
mientras que mi moro se aburría escarbando,
atao'en el tronco de espinoso tala.
Y el día que pude vencer tus desdenes;
llegar a tu almita de torcaz baguala;
te arrimé a mi cuerpo y tomé en tu boca,
la caña más linda que más emborracha.
Te ceñí en el torax mis brazos potentes...
Te alcé tuita en peso y enarquié tu espalda...
Y beso más largo no ha dao'una boca,
ni emoción más grande ha sentido un alma.
Dispués... una noche te truje a mi rancho...
¿Te acordás que noche más linda y más clara?...
Sentada en las ancas de mi pingo moro,
cubriendo tu cuerpo con mi poncho'e patria.
Y juiste pa'l nido de totora y barro;
pal rancho del gaucho que el pago envidiaba...
Una torcacita que emplumando amores,
entre las espinas encogió sus alas.
Muchas veces pienso que no te merezco,
al verte tan joven y llena de gracia...
Al calor de un gaucho tan rudo y tan triste,
con una melena tan negra y tan larga.
Amigo'el silencio, preñao' de misterios...
Si por no auyentarlo guardé mi guitarra...
Vos, inquieta y linda, como mariposa,
alegre y cantora como una calandria.
Si me tráis un mate, lo tomo al galope;
si me tráis un beso, te pongo la cara...
Me duelen las piernas del peso'e tu cuerpo,
si estás un ratito sentada en mi falda.
Las noches de invierno, borroneando versos,
te dejo las horas solita en la cama...
Cambié tus caricias por la pulpería;
y el beso'e tu boca, por el vaso'e caña.
Y hoy veo que, a veces, nosotros, los hombres,
hacemos por fuerza, las mujeres malas...
Marcando en la vida, con ingratitudes,
un rumbo cualquiera, pa'hacer que se vayan.
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