(Pintura: Sara Cabrera)
Tranqueador de los caminos
en ciudades y campañas...
Ropa gastada en el tiempo
de colores y de escarchas...
Canasta grande en el brazo,
surtida como farmacia...
Manso mirar, medio ausente,
igual que buscando el alma:
lo conocen por yuyero
y es así como lo llaman.
En diabetis: eucalipto,
sarandí blanco y genciana...
Indigestión: arazá,
menta, manzanilla y tala.
Catarros y tos: mastuerzo,
cambará, miel y naranja...
En úlceras: carnicera,
llantén, laurel rosa y salvia:
y en calvicies a destiempo,
mastuerzo y hojas de alfalfa.
Yerba de la piedra, en té,
a la bilis demorada...
Palpitaciones nerviosas:
toronjil hervido con agua...
Verrugas: savia de ombú;
y en problemas de lactancia:
fruta de mburucuyá,
avena, maíz y malta...
Y para ojos irritados:
lavajes con rosa blanca.
En reumatismo: mil hombres,
ortigas y ruda de caña...
Hojas de higuera, limón
y ajo macho, en presión alta.
Le caben todos los yuyos,
en esa vieja canasta;
andando entre el pobrerío,
receta sin cobrar nada:
lo conocen por yuyero
y es así como lo llaman.
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