(Foto del payador José Luis Betinotti- 25 de julio 1878 - 21 de abril 1915-)
La confianza mata al hombre,
dice un proverbio muy viejo,
yo sé olfatearla de lejos
como zorro desconfiado,
porque el hombre que ha rodado
puede hasta dar un consejo.
La sencia es una gran cosa,
me dijo un maestro profundo,
pero en mi razón me fundo
que si es muy útil la ciencia,
no está demás la experiencia
mi major maestro fué el mundo.
El camino de la vida
tiene bastantes zanjones,
y el que quiera en dos tirones
evitar sus barquinazos,
se ha de dar muchos porrazos
debido a los tropezones.
Que si a golpe uno se forma,
solo se ha de levantar,
porque es muy feo implorar
ayudas o indicaciones,
si los golpes son lecciones
por su bien debe aguantar.
El mundo a mí me ha enseñado
como debo de seguir,
porque a fuerza de sufrir
se hace el hombre en esta vida,
no hay esperanza perdida
para el que sabe vivir.
El hombre que anda rodando,
ya sea en cualquier terreno,
no debe de estar ajeno
de todo buen proceder,
ni está demás conocer
lo que es malo y lo que es bueno.
El que arma un juego de taba
debe procurar de modo
que resulte su acomdo
formándose el entrevero,
lo mejor es ser coimero,
que al final arrea con todo.
El que entra en una carpeta
más si en el pago es extraño
desconfíe del mismo paño,
y si es medio observador,
cuidesé del tayador
que no hay juego sin engaño.
Que si entran a hacerle fiesta
como amigos estimados,
mira a los cuatro costados
y todos serán testigos,
que en el juego no hay amigos,
y si los hay, son contados.
Todo el que se meta a un baile,
que nunca lo venza el sueño,
y si lo lleva el empeño
de hablar a alguna mujer,
primero debe saber
si la prenda tiene dueño.
Y al que se encuentre en un lío
entre gente forastera
busque de modo y manera,
de no salir al encuentro,
que si la cosa fue adentro
cuidado con los de afuera.
Digan que no han visto nada
si ante uno se hace muerte,
porque el hombre que algo advierte
siempre ha de ser apreciado,
protéjase al desgraciado
aunque uno no sea de su suerte.
Nadie se ría del más pobre
y si lo agobia un pesar,
no le dejen de ayudar
porque si uno anda rodando,
sin saber cómo ni cuando
de él puede necesitar.
Si se da con un porfiado
que se arma una discusión,
sobre cualquier opinión,
no traten de abrirle brecha,
habrá que darle la derecha,
aunque no tenga razón.
Y el que tenga algún secreto
con él se debe morir,
no lo debe de decir,
aunque sea a su mujer,
que la madre sin querer
nos puede hasta descubrir.
No hay que envidiar ni al más guapo
que hace de su valor alarde,
porque reflexiona tarde
con toda su habilidad,
quien ama la libertad
pasa aunque sea por cobarde.
Cuando se presta una prenda
aunque no sea de valer,
trátenla de devolver
que con tal procedimiento,
tendrán en todo momento
quién los pueda proteger.
Con el malo hay que ser bueno,
y con el bueno: decente,
que es muy lindo ser prudente
con el mismo pendenciero
que al fin al que es caballero
lo estima toda la gente.
Si es muy malo ser pedante,
más triste es ser pretencioso,
ser modesto y bondadoso,
no es cometer un desliz,
porque el hombre más feliz
es no sentirse envidioso.
Y el padre que ama a sus hijos
si en la vuelta de los años,
le pagan con desengaños,
no les debe maldecir,
solos se han de arrepentir
si andan vagando entre extraños.
Si una madre siempre ha sido
quién consoló nuestras penas,
todas las madres son buenas
no es justo las destituya,
que aquel que estima la suya
sabrá apreciar las ajenas.
Quien respeta es respetado
donde quiera y donde cuadre,
y el que obedece a su padre
tiene una virtud consigo,
para mi es muy buen amigo
hijo que quiere a la madre
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