(Dibujo: Eleodoro Marenco)
Se jue llevando una hacienda
y ahura viene de regreso,
es viejazo el poncho grueso
que con él lleva en la senda,
como pa’ que lo defienda
del tiempo y sus inclemencias,
vuelve al tranco con pacencia
por la calle despareja,
rumbea pa’ la Estancia Vieja
donde tiene la querencia.
Capataz de tropa ha sido
en la estancia y sigue siendo,
en viajes yendo y viniendo
ha cruzao varios partidos,
la huella lo ha envejecido
su vida a veces es dura,
el frío y las mojaduras
le han cuartiao cara y cogote
y a su cabeza y bigote
el tiempo les dio blancura.
Va la tropilla entablada
siguiéndolo desde atrás,
canta el cencerro al compás
del tranco de la gateada,
la madrina embozalada
va cabrestiando a su lao,
pingos tan amadrinaos
que ninguno se separa,
la siguen diez malacaras
once son con el montao.
De la madrina carguera
va en el lomo el encerao
y el maniador arrollao
como si fuera pechera,
prendida en la cogotera
va la manea de botón,
los caballos en montón
van tras ella muy dispuestos
uno tiene un bozal puesto
es nuevito y redomón.
Lleva la pata afirmada
en el estribo de suela
anda de botas, espuelas,
bombacha y blusa gastada,
en la maleta guardada
va alguna muda campera
y a los tiento, en la encimera
como siempre el lazo carga
y por costumbre más larga
la güelta de la asidera.
Ha hecho muchos conocidos
como todo hombre andariego
y amistades, desde luego
ande quiera que haiga ido,
con el pañuelo tendida,
el chambergo requintao
y toda la vida ha usao
el bigote ancho y entero
porque el dice que el pueblero
anda de hocico pelao.
Yo le estoy agradecido
por tanto trabajo honrao
algún día será pasao
pero nunca será olvido
aunque un cencerro el sonido
ya en esta pampa no emita
y aunque a su alma bendita
llamarla El Señor disponga
en su honor esta milonga
pa’ siempre quedará escrita.
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