lunes, 8 de mayo de 2017

Temporal



Es tremendo el temporal,
noviembre parece invierno,
resulta aquello un infierno
como no se vio otro igual;
enloquecido un bagual
dispara rumbo a la estancia,
cae el agua en abundancia
lavando la espiga rubia
y el viento tira la lluvia
veinte metros de distancia.

Un arroyito crecido
va cargado de reptiles,
el agua cae a  barriles
sobre un suelo endurecido;
aquel cielo enloquecido
que no conoce adversario
desata su abecedario
desafiando al mismo Dios
y un rayo lo parte en dos
al ombú ya centenario.

Aquel temporal terrible
se ha salido de la vaina
y como el viento no amaina
avanzar se hace imposible;
aquello resulta horrible,
llueve y llueve sin cesar,
se ve en el bajo flotar
los gajos del viejo sauce
y el agua busca su cauce
para seguir rumbo al mar.

Mi encerado veterano
no permite que me moje,
sin que la tormenta afloje
se hace de noche temprano;
es una laguna el llano,
ya no se ve media vara
y al ver que la lluvia para
monto y sigo campo afuera
y en una pobre tapera
hago noche hasta que aclara.

Amanece, prendo fuego,
caliento el agua y mateo,
sin apuro churrasqueo
y un beso al porrón le pego;
después con un “hasta luego”
dejo la vieja tapera,
ningún problema me espera,
¡vamos!, me grita el camino…
Y como soy argentino
vengo y voy, por donde quiera.

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