1
Estancia “Sauce Melú”,
entre Andant y Masurel,
anduve en el pago aquel
en mi plena juventú,
con acertada actitú
y coraje en abundancia
diré sin hacer jactancia
fui de mi hermano mayor,
ayudante domador
en esa famosa estancia.
2
Con cuarentaiún baguales
en dos tropillas formadas,
más bien una caballada
por los tantos animales;
con cabrestos y bozales
de sobra entre el guasquerío
pa’ sacarle bien los bríos
al chúcaro más matrero
y que no salga un mañero
por falta de soguerío.
3
Como al año, más o menos,
se terminó la domada,
ya estaba la caballada
todos mansos y de freno;
entregamos los ajenos
sin ninguna discrepancia
y pa’ no tomar distancia
del gaucherío rural,
allá quedé de mensual
por un tiempo en esa estancia.
4
Fue entonces que un tal Durán
-que en la estancia era puestero-
me dijo: “-Mire, yo quiero
que me dome el “alazán”,
que con esmero y afán
ya lo tengo palenquiao,
de tal modo lo he tratao
con paciencia y con trabajo
que está mansito de abajo,
bien sanito y bien cuidao”.
5
Era hijo de una “alazana”
-una buena parejera
que ganó muchas carreras
en una época lejana-;
yo, con la intención más sana
sus cualidades destaco,
por las conclusión que saco
no era de darle descanso:
si bien de abajo era manso
¡de arriba era muy bellaco!
6
Pero cái acidentao
por causa de una rodada
y una larga temporada
dejé caballo y recao;
todavía de bocao
lo entregué a medio domar,
no quiso el dueño esperar
y se lo pasó áhi nomás
a un mocito muy capaz
del pago de Salazar.
7
Pronto el mozo lo enfrenó
y aunque sacó un pingo flor
su istinto corcoviador
del todo no lo perdió,
en el campo lo probó
y le pareció ligero,
luego esperó con esmero
tener la oportunidá
de probarlo de verdá
corriéndole a un parejero.
8
Hasta que llegó ese día
y allá cerca, no muy lejos,
cuando en el San Pedro Viejo
grandes carreras se hacían,
allá este pingo podía
mostrar todo su valor,
y le corrió sin temor
a un parejero “tostao”
que en el pago había lograo
la fama de ganador.
9
Y así le corrió al “tostao”
en los trecientos de afuera,
pero a mitá de carrera
venía el “alazán” cortao,
con el triunfo asegurao
solo faltaba cobrar,
cuando llegando a un lugar
lo más duro de la playa,
antes de cruzar la raya
se le arrastró a corcoviar.
10
No lo pudo levantar
aunque de boca era blando,
a un flete que corcoviando
no era fácil jinetear,
un trecho lo pudo andar
peliándolo con destreza
y el “alazán” con fiereza
ganó al final la contienda
cuando lo sacó en las riendas
por sobre de la cabeza.
11
Quedó el paisano planchao
por el golpe del caballo
lo que parecía un desmayo
nada grave había pasao,
dolorido y atontao
después de este sacudón,
y el “alazán” en cuestión
echó las rienda’al costao
y costiando el alambrao
buscó el campo al galopón.
12
No bastan las precauciones
y es arriesgar demasiao
y si lo corre ensillao
es restarle condiciones.
Por estas simples razones
es tirar la plata en vano
y al dueño, tarde o temprano
y al que lo juegue de afuera
le hará perder la carrera
o estropiar un ser humano.
(1948)
No hay comentarios:
Publicar un comentario