la menor de las Cornejo
tuve que hablar con el viejo
para pedirle su amor.
Puso cara de dotor
que a su paciente aconseja
y me dijo: “-¡Se le deja,
visitarla
los domingos,
media
hora, sin distingos
y
en presencia de la vieja!
¡Tres
meses para noviar
es
el plazo concedido
y
en el día establecido
usté
se debe casar!
¡Los
dos han de conversar
con
prudencia y con honor
y pa’evitar
el rumor
chismoso
de las vecinas,
ella
estará en la cocina
y
usté bajo el corredor!
¡No
quiero que haya miradas
ni
frases de picardía
pues
jamás consentiría
atitudes
deshonradas,
como
sé las agachadas
astutas
de la pasión
usté
no tendrá ocasión
de
hacer ningún disparate
cuando
ella le alcance un mate
lo
hará con un cucharón!
¡Usté
parece asonzao
pero
yo le desconfío
pues
siempre desborda el río
ande
menos se ha pasao!
¡Voy
a tenerlo marcao
para
evitar disgustillos
y
como sé que los pillos
saben
sus trampas hacer,
lo
vi’a obligar a tener
las
manos en los bolsillos!
¡No
sospeche que podrá
hacerse
una robadita
mientras
dure la visita
la
vieja vigilará!
¡Pienso
que ni soñará
pescar
un beso robao
quiero
dejarle aclarao
por
si pretende tentarla
que
recién podrá besarla
el
día que se haya casao!”
Después de tanto charlar
me dijo: “-Monte su pingo ,
y
cuando llegue el domingo
recién
la va a visitar!”
-¡Tranquilo puede esperar!
(dije montando el tostao),
¡Estando notificao
de su ley que’s tan prolija,
puede guardarse su hija
pa’otro más necesitao!
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