Fue Ceferino Manuel,
Namuncurá de apellido
en Chimpay había nacido
por el Río Negro aquél;
Cacique fue el padre de él
que una cautiva tomó
Rosario Burgo llegó
entre el dolor y la pena,
una mestiza chilena
que doce hijos le dió.
Ceferino así nació
de una raza degradada,
fue en agosto su llegada,
un veintiseis se encendió
la estrella que lo alumbró
con un don de Dios, lo se,
de guía la llevaré
por donde voy caminando
porque aun sigue alumbrando
con la luz que da la fe.
Nacido el mil ochocientos,
ochenta y seis más preciso,
su piel de tono cobrizo
fue templada por los vientos.
En esos tiempos violentos
en que el indio se rendía
A Bueno'Aires partía
con once años solamente
pa'ser útil a su gente
ser sacerdote quería.
Allá en Almagro llegó
al Colegio Pío IX ("Nueve")
y por su esfuerzo conmueve
de cómo sobresalió;
allí Gardel estudió,
supieron tal vez jugar
sabiendo muy poco hablar
la lengua de la castilla,
cuentan que en esa capilla
lo vieron también cantar.
Era de tono bronceado
y grandes ojos tenía
con esa melancolía
de aquél terruño dejado.
Era dulce, acompasado,
muy calmoso al hablar;
Ceferino fue de usar
ropaje más bien sencillo
un pelo de negro brillo
y languidez al mirar.
Los estudios terminó,
la primaria atrás quedaba,
su salud desmejoraba
y hacia Viedma regresó.
Su vocación prosiguió
en San Francisco de Sales
secundarios colegiales,
donde Monseñor le pone
a ese médico Garrone
pa'que le trate sus males.
Era el Monseñor Calliero
que luego a Italia partía
y al enfermo llevaría
siguiendo el camino al clero;
Buenos Aires al viajero
de nuevo a llegarlo vio
desde Bahía partió
dejando atrás su familia
y en aquél vapor "Cicilia"
hasta Génova llegó.
Turín y Roma lo honró
y Pío X(diez) que era el Papa
pa'que luzca en la solapa
una medalla le dio.
Fue un ejemplo que brilló
y cuando el "cinco" corría,
once de mayo ese día,
derrotado por el mal
moría en un hospital:
dieciocho años tenía.
El veinticuatro vería
ya sus restos repatriar
y el sitio pa descansar
Fortín Mercedes, sería.
Fue un poco la biografía
de este Araucano ejemplar,
tenga el viajero al andar
la luz que marca el camino
con un mensaje divino
que Dios nos hace llegar.
Consumido en fiebre y tos
usa la muerte su trampa
y el "Príncipe de la pampa"
será otro santo de Dios,
en mi plegaria estás vos.
Tu estrella me alumbrará,
cuánta esperanza que das
estampita del camino:
indiecito Ceferino
hijo de Namuncurá.
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