domingo, 16 de septiembre de 2012

Puestero gaucho

(Pintura: Patricio E Marenco)


Soy puestero de la estancia
donde empecé de gurí
y todo lo que aprendí
fue pa’ olvidar mi inorancia.
Hoy conozco a la distancia
si hay un alambre cortau,
de áhi que salí preparau
cuando arranqué de mi casa
con perno, yave, tenaza
y alambre, en el recau.

Recorrer en el verano
bravo es pa’l que no conozca,
más, si ha venido la mosca
peligrosa pa’l gusano;
yo que corté de antemano
las caña’a mis corraleras
pa’ unas maletas camperas
pa’l remedio necesario,
y pa’l caso, lo contrario
se lo comen las bicheras.

Ni bien a la hacienda entré
ya vi bichera en un ojo
y yo, ni manco ni flojo,
a mi torcido lo armé,
de lo delgau lo encajé
al tirarle con tres royos
y al no tener el apoyo
le gritaba: “Virgen mía
te’scaparás algún día
de la yapa de’ste crioyo!”·.

Recorriendo yo prosigo
porque’sa es mi obligación,
si es tarde la parición
se abichan en los umbligos,
pero yevando consigo
los remedios ya indicau
no se me auste, cuñau,
y si algún ternero ve
el lazo, encájele,
dispués, lo suelta curao.

Ya las once‘e la mañana,
pa’ mi rancho voy rumbiando
en donde me’stá esperando
el amor de una paisana,
que sonriente y muy ufana
me da un verde de sabor
y me dice: “Que calor!”,
después que baño el rosiyo,
con el lomo del cuchiyo
le seco el resto ‘e sudor.

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