(Pintura: Eleodoro Marenco)
Supe tener un gatiao
que fue flor de parejero;
muy bueno para los rayeros
¡siempre llegaba cortao!
Era un flete ponderiao
y obediente pa'l talón,
que en más de una ocasión
llenó de plata mi cinto...
Era tal como lo pinto
flete pa'la almiración.
Pa'los domingos fiesteros,
desfiles y romerías...
un zaino negro tenía
livianito y coscojero...
en él... lucía mi apero
de soga bien macheteada;
y al alvertir mi pasada
más de una moza decía:
¡"yo hasta la vida daría
por juirme en él... enancada"!
También mi marca llevaba
una rosilla lunanca...
que ya nomás, de potranca...
su instinto fiero, mostraba...
Si alguno se le animaba,
yo le daba sin recelo
y al terminar el revuelo
de espuelas y de rebenque,
¡un hombre junto al palenque
siempre quedaba en el suelo!
Y puedo seguir mentando
otros fletes que he tenido...
pero el que más yo he querido
nunca lo vi bellaqueando...
de la boca, siempre blando,
no se gastaba en partidas,
su capa no era lucida,
más bien lerdón y crinudo...
¡Pero pa'l trabajo rudo,
lo mejor que vi en la vida!
Ese sí que fue animal
pa'dedicarle un floreo...
aunque luiera en lo fiero
de la tarea rural;
supo afirmarse al barrial
atao en chata carguera
o levantó polvadera
tironeando del arao
¡y murió condecorao
por la marca'e la pechera!...
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