(Dibujo: Eleodoro Marenco)
El viejo don Juan Rufino
nativo de Tapalqué
montaba en un pangaré
marca de la estancia "El Pino".
En su pecho de argentino
había un fino verseador,
resero, zapateador,
capaz de hacer cualquier broma,
con un rancho en una loma
y hasta medio payador.
Un gran amigo el paisano
el que recién le nombré,
dinastía de Juan José
que pelió contra Cipriano.
Bien achinao el fulano
guitarrero y buen cantor,
lucía un lindo tirador
de monedas bolivianas,
su melena blanca en canas
y una daga flor y flor.
Los domingos caía al pago
como cumpliendo un deber
y se prendía por placer
al vicio pa darle un trago.
No era de irse en amago
cuando se solía endiablar,
y si dél me pongo hablar
tenía como buen campero,
la condición y el esmero
de una tropilla entablar.
Decía que -anda mal la cosa.
No sé si bien le sentí
que del lao de Cacharí
se había alzao con una moza.
Que estaba muy revoltosa
la justicia por allá,
al milicaje de acá
se le andaba escabuyendo,
y por las dudas juyendo
de toda la autoridá.
Y a más pa las elecciones
el caso muy bien lo sé,
que pelió en el comité
por ser de otras opiniones.
Y por las mismas cuestiones
de política local,
en el boliche "El Bagual"
pa un 25 de Mayo,
le tiró encima el caballo
una tarde a un oficial.
Yo lo conocí al paisano
una vuelta que canté
por allá por Tapalqué
en el boliche "del Ruano".
Si viera qué buena mano
en cualesquiera ocasión,
nunca hizo ostentación
de lo que él representa,
y pa un cantor siempre atenta
estaba su condición.
Y en un concierto sencillo
en un boliche campero,
recuerdo bien que a Casquero
le fue enyenando el bolsillo.
Y si le sigo el ovillo
hizo cosas colosales,
no sé cuantos nacionales
me dió una vez que canté,
cuando yo le dediqué
" LOS DIEZ HERMANOS ROSALES".
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