sábado, 18 de febrero de 2012

Los piones

(Fotos de Francisco Madero Marenco)

Los cachorritos hermanos,
cachorritos ovejeros,
serán, sus dos compañeros,
y sus dos piones baquianos.
Ya crecidos, veteranos,
sabrán rodear la majada;
y aunque sea la jornada,
de sol a sol, tesoneros,
tendrá la mejor peonada.

Harán rodar los ladridos,
ordenando a las ovejas,
y han de ser mimos o quejas,
sus delicados gruñidos.
Lenguajes incomprendidos,
conque hablan a sus patrones...
Y, al calor de los fogones,
en el balance del día,
recordando la maestría,
merecen ponderaciones.

Entienden cuando el patrón,
a viajar se determina,
al verlo que se encamina,
puntiando el día, al galpón.
Sea corto o largo el tirón,
ellos lo van a trotar;
han de ponerse a la par,
y cuando el calor los carga,
sacando la lengua larga,
es como pueden sudar...

No son perros peleadores,
ni como galgos, lijeros,
simplemente son arrieros,
guapos y trabajadores.
Son los leales servidores,
de probada resistencia;
que sin mayor exijencia,
sin mesquinar sacrificio,
prestan el mejor servicio,
con voluntad y obediencia.

En el rancho, vigilantes,
despertando de sus sueños,
ladran, diciendo a sus dueños,
que se acercan visitantes.
Son, como los niños, constantes,
sufriendo sus travesuras
y prodigando ternuras,
se hacen juguetes vivientes,
de los niños exijentes,
compartiendo sus dulzuras.

Porque el niño lo comprende,
sus golosinas le entrega,
y así, a pagarle llega,
el momento que lo ofende.
Porque, en el suelo se tiende,
obedeciendo al tirano;
se sienta, le da la mano,
corre, cuando se le ordena,
y hay, en su mirada buena,
algo del sentir humano.

Sí; el perrito ovejero,
humilde y leal servidor,
es el amigo mejor,
que tiene cualquier tropero.
Seguidor en el sendero,
servicial en el hogar;
él merece aquel lugar,
de respeto y de cariño,
conque el hombre, como el niño
le han sabido destinar.

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