(Fuente: Colección Witcomb/AGN)
Fue casi una obligación
de estar en todos los ranchos
a lo largo y a lo ancho
si se habla de tradición.
En la mujer ocasión
de arrimarse como sea
de mostrar que no patea
fue mérito en la patrona
y el de no ser remolona
pa'atracarse a la batea.
Ella conoció el secreto
de quien la casa habitaba
y si un pariente llegaba
lo recibió con respeto.
Su servicio fue completo
y larga su trayectoria
soportó penas y gloria
cuando el tapón le sacaron
como un sueño se esfumaron
los secretos de una historia.
Pa'l tiempo de las carneadas
hasta el galpón te arrimaron
carne picada te echaron
y después la choriciada.
Al final de la jornada
regresaste al momento
donde los patos atentos
se arrimaban despacito
a disfrutar el charquito
de agua sucia muy contentos.
Hoy me parece mentira
que se hayan modernisau
y dentro un tacho cuadrau
hay otro redondo y gira.
Mas por el vidrio se mira
como el agua va subiendo
la espumita va creciendo
y con tantos sacudones,
entre vuelta y revolcones
lo sucio, se va saliendo.
Ellas de uñitas pintadas
miran la televisión
aprovechan la ocasión
y de paso, no hacen nada.
Total la suerte está echada,
por vanidosa no peca
sonriendo te hace una mueca
mostrando sus condiciones
y apretando unos botones
lava, escurre, enjuaga y seca.
La batea que hoy evoco
la fue tapando el olvido
el que no la ha conocido
a de pensar que estoy loco.
Cuantas mujeres de a poco
su propia experiencia narran
y en sus dedos como garra
supieron dejar rabón
aquél pedazo'e jabón
del que antes venía en barra.
Pa'l tiempo de los pichones
de pañales la llenaron
a tabla y puño, blanquearon
como en tantas ocasiones.
Pa'no entrar en discusiones
me via'dir al tranco lerdo
temeroso si me pierdo
y al no poder encontrarte,
hoy he querido pintarte
con el pincel del recuerdo.
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