jueves, 8 de septiembre de 2011

El último reservao

(Foto: Eduardo Amorim)

Remolinea en el corral,
arisqueando, la manada,
y un criollo alista la armada,
dispuesto a tirar un pial.
Puerta ajuera un animal
sale en furiosa carrera,
pero el pialador, que espera
la ocasión que ve a su paso
acierta en el tiro e lazo,
que es un lujo pa cualquiera.

Justito de las dos manos
queda el potro sujetao,
y el pialador, festejao,
por un golpetear de manos.
Se disputan los paisanos
aquél potro de mi flor,
que ha de ser de lo mejor,
pa sacudir la osamenta
-condición que tiene en cuenta,
pa afirmarse el domador-.

De entre todos, se ha apartao,
un chino gordo y petiso,
que ha cerrao el compromiso
de jinetear sin recao.
Después que el potro ha enriendao
y le ha dao unos tirones
almirando a los mirones
se ha pegao al lomo en pelo;
brama el potro y con recelo
palpitan los corazones.

Medio encogido el salvaje
resopla como clavao.
Y tiembla desesperao
de rebeldía y coraje.
-Aura...! - grita el paisanaje,
al bravo pa jinetear.
Pero no pudo aguantar.
Agarrao en un descuido
cayó como de un soplido,
y lo tuvieron que alsar.

Galopió una carcajada,
y no faltó un atrevido,
que dijera: -Es pan comido,
el malo de la manada-.
Y otra vez desesperada,
nueva lucha se entabló,
hasta que el hombre aflojó
porque el cimarrón, sin vuelta
lo mesmo que a cosa suelta
contra el suelo lo tiró.

Y al montón de domadores
jué venciendo uno tras otro,
y eso que para este potro
se habían juntao los mejores.
Así en los alrededores,
el caso jué comentao,
y el animal respetao
llegando su fama lejos,
hasta que murió de viejo
el último reservao.

1 comentario:

  1. changoo gracias por tantas letras y milongas espectaculares..no cierres nunca este citio..esta buenisimo saludos grande..

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