(Pintura: Justo Errecaborde)
Nada tengo patrón, pa que a su altura
pueda llegar según sus exigencias.
Pa mi, todo es pobreza y amargura
y es pa usté, lo mejor de la existencia.
Usté pone la tierra, yo el trabajo,
mi esfuerzo aumenta el capital que es suyo,
yo luchando en la sombra dende abajo,
tengo también, en mi humildá mi orguyo.
Cuando al cielo, los tintes de la aurora
llegan, pa comenzar la madrugada,
trabajando su tierra bienhechora,
pienso que ella, sin mí, no daría nada.
Mientras usté se luce en los salones
y gasta a manos llenas sus caudales,
yo voy desmenuzando los terrenos
pa que luego produzcan los trigales.
Y no está mal, porque para eso es dueño,
pero si cotejamos los valores,
pa la Patria más útil es mi empeño
que su plata, sus lujos y sus flores.
Vale más cada tranco de mis bueyes
tirando, pa abrir surco del arao,
que todas sus palabras y sus leyes,
con que a veces, patrón, me ha rebajao.
Si miramos pa atrás de ande venimos,
y miramos después pa donde vamos,
cualquiera ha de saber cuanto trajimos,
que es lo mesmo, patrón, cuanto llevamos.
Dios nos emparejó de esa manera
dende que comenzamos la jornada,
y al llegar al final de la carrera
ninguno de los dos, valemos nada...
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