(Pintura: Molina Campos)
Y pa esto he luchado tuita la vida,
pa esto he arrendao campos
y los he cultivao
con ansias infinitas,
y en las esquilas y en las cosechas
y en los rodeos, ya verano o invierno,
he trabajao lo mesmo que bestia,
me he roto el cuero, he gastao mis juerzas,
pa ganar el centavo,
pa ganar el puchero,
más que por mí, por ellas y por ellos...
Y áura el fruto de ese sacrificio
¡Así... a manos llenas!
los tiran en paseos y vestidos
los hijos se lo llevan,
¡y les importa un bledo
que vea el pobre viejo
dirse muy fácil lo que vino a juerza
de mucha privación y mucha pena!
¿Por ventura, no saben
tuito lo que he sufrido
pa conseguir lo poco
o lo mucho que tengo?
Y que es mío, sí, mío...
También tuyo, mi vieja,
porque a mi lao has sufrido conmigo
tuita una vida de trabajo duro,
de privaciones largas,
durmiendo en pobres jergas,
tumbiando carnes negras,
sin que nunca nos diéramos el lujo
de gastar lana pa colchones nuestros,
o comer un cordero
o algún lechón de leche...
pa no apocar la hacienda,
esa hacienda que cuidábamos tanto
pa que juera en aumento siempre, siempre
aumento de gorduna,
de número y tamaño...
¡Y cómo nos parecía, Rosaura,
que el ganado aumentaba
en proporción a nuestras privaciones,
degolviendo con creces
tuito lo que hiciere
nuestro cuidao y nuestra vigilancia
y nuestras atenciones!...
¿Lo recuerdas Rosaura?
No me llamara Pantaleón Rivas
si a tuito no le pusiera rimedio...
Cuantito güelvan, lo mesmo que a perros,
los echo de la casa,
les aferro la puerta...
Ya lo verás, Rosaura,
cómo los dejo ajuera... ¡Como perros!
......................................
Tenés razón, Rosaura...
Güeno... No he dicho nada.
Si yo también los quiero...
¡Mucho más que a mí mesmo!
Tanto como a vos, vieja...
No he dicho nada... No ves... Estoy viejo.
Si rezongo, hacé cuenta
que estoy rezando... por vos... y por ellos.
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